“Y ahora, ¿qué?”. Estas tres palabras representan un triángulo de las Bermudas en el que muchos universitarios que acaban los estudios ven desaparecer la brújula que orientaba su futuro hacia el mercado laboral. Universidad y empleo han de entenderse unidos en una época en la que los retos del mundo profesional se multiplican de manera acelerada.
Las competencias que los recién titulados pueden aportar al mundo de la empresa tienen una importancia creciente. Por esta razón, en las instituciones universitarias surge el reto de formar a los estudiantes en habilidades para un trabajo y armonizar la oferta universitaria con la demanda de los empleadores.
Pero ¿cómo pasar de una universidad de tradición teórica a una universidad orientada a alcanzar un empleo digno? La primera clave para responder a esta pregunta es abrir la puerta a los expertos en talento para dibujar un mapa de cualificaciones, destrezas, aptitudes o competencias que nos hacen deseables para el mundo profesional.
No hablamos de habilidades duras ni blandas: hablamos de las habilidades con potencial laboral.
HABILIDADES PARA UN TRABAJO: COMPETENCIAS TRANSVERSALES
Aunque las habilidades para un trabajo varían en función de la época concreta en la que nos encontremos (en poco tiempo harán falta conocimientos más específicos en materia de inteligencia artificial, por ejemplo, para todas las profesiones) y también según la especialidad profesional que elijamos (un especialista en biomedicina requerirá ciertas destrezas diferentes a las de un experto en ciberseguridad), los expertos en desarrollo de talento afirman que existen unas competencias transversales para todos los perfiles profesionales, independientemente de su formación concreta o del rango que ocupen.
Así, el Informe Adecco sobre el futuro del trabajo en España ya establecía en 2016 las siguientes habilidades para conseguir un trabajo como condición sine qua non en el año 2025, según su grado de importancia:
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Las habilidades personales (coincidían el 92,5 % de los encuestados). Las habilidades personales son las que nos permiten relacionarnos con otras personas en función de las distintas situaciones y contextos en los que nos encontramos. Incluyen la comunicación, la empatía o la flexibilidad.
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La adecuación cultural (87,5 % de los encuestados). La productividad y competitividad de una compañía mejoran si los conocimientos de los empleados se adecúan a la cultura empresarial, es decir, a la forma “de ser” de una empresa: su manera de actuar en el ambiente laboral, social y económico, sus objetivos y valores empresariales.
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Las actitudes (82,5 % de los encuestados). La globalización supone un contacto continuo con culturas y costumbres muy diferentes. El conocimiento de las mismas y saber interrelacionarse son esenciales para poder obtener buenos resultados laborales. Las empresas son conscientes de ello y lo demandarán cada vez más.
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Las habilidades técnicas (60,4 % de los encuestados). Las habilidades técnicas involucran el conocimiento de determinados procesos, técnicas o herramientas propias del cargo o área específica en que el trabajador desenvolverá sus tareas. Entre estas habilidades para conseguir un trabajo destacan las habilidades digitales, que cada vez son más importantes en el entorno laboral, independientemente del sector o el puesto a desempeñar
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Las actividades extracurriculares y de voluntariado (60 % de los encuestados). Realizar actividades como el voluntariado, prácticas empresariales, haber realizado intercambios o haber estudiado en otro país con las becas Erasmus, por ejemplo, son algunas de las actividades extracurriculares que las organizaciones también tienen en cuenta.
Por otro lado, según datos de la Comisión Europea en el Año Europeo de las Competencias 2023, las pymes de la Unión Europea le dan cada vez más importancia a las siguientes habilidades transversales para conseguir un trabajo:
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Habilidades blandas (68 % de las empresas encuestadas).
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Habilidades digitales (62 %).
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Y habilidades verdes (42 %).
Conocer esta realidad es clave si tenemos en cuenta que, según la misma investigación de la Comisión Europea, el 14 % de los empleos son altamente automatizables (y durante esta década el 32 % de los trabajos van a cambiar de manera notable debido a la IA) y nada menos que una cuarta parte de la fuerza laboral (un 24,5 % de los candidatos) no tiene competencias transversales que ayuden a adaptarse a este panorama cambiante.
QUÉ HABILIDADES PERSONALES PODEMOS TRABAJAR
La Guía Salarial Adecco 2024, especializada por sectores, destaca diez competencias transversales para todo tipo de profesiones:
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Mentalidad de crecimiento: los candidatos han de mostrar curiosidad y disposición para asumir riesgos y afrontar desafíos.
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Toma de decisiones basadas en datos, con el objetivo de maximizar resultados y optimizar recursos.
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Comunicación efectiva: capacidad para expresarse de manera clara, directa y responsable.
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Resiliencia: se espera de los profesionales que tengan habilidad para superar obstáculos y manejar la frustración.
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Flexibilidad: es una competencia clave, que se refiere a la adaptabilidad para trabajar en entornos cambiantes y poder utilizar nuevas herramientas.
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Competencia digital, para poder desenvolverse en entornos digitales.
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Alta productividad: un candidato más eficiente en la gestión del tiempo y el trabajo, que al mismo tiempo mantenga su bienestar personal, será más apreciado por los reclutadores.
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Compromiso: se requiere de los profesionales responsabilidad para con la empresa, sobre todo en lo que se refiere al teletrabajo.
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Aprendizaje autónomo: la capacidad y el interés por adquirir nuevos conocimientos de manera constante se valora cada vez más.
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Trabajo en equipo: es imprescindible la colaboración efectiva con colegas, orientada siempre a alcanzar objetivos comunes.
¿CÓMO DEMOSTRAMOS LAS HABILIDADES PARA UN TRBAJO?
Para armonizar lo que necesitan las empresas con la formación que aportan las universidades es necesario conceptualizar de manera unívoca las diferentes competencias, y crear una escala de valoración de cada una de ellas que compartan tanto la comunidad educativa como el sector empresarial.
Se trata, en definitiva, de que el mundo académico y el profesional hablen el mismo idioma, tanto para formar en habilidades para conseguir un trabajo como para evaluar esa formación y evolución.
Y si hablamos de evaluación, sale a la palestra un concepto: microcredenciales. Estos sistemas de microcredenciales y open badges son los grandes aliados para certificar las habilidades de los estudiantes y futuros candidatos.
Acreditados a través de sistemas como blockchain, permiten a los profesionales avalar las habilidades que los diferencian y, al mismo tiempo, ayudan a los reclutadores a encontrar de manera eficiente los perfiles que buscan en sus procesos de captación de talento.