El fenómeno de El Niño está llegando a Ecuador, con impactos negativos en los cultivos, infraestructuras y en la vida de las personas. Las cifras actuales son alarmantes y se espera un empeoramiento si no se toman acciones inmediatas. En este artículo hacemos un recuento de lo ocurrido en 1997-1998 y en 2015-2016. ¿Qué esperar para este nuevo escenario?
ECUADOR EN LA MIRA DEL FÉNOMENO DE EL NIÑO
El fenómeno de El Niño (FEN), un evento climático complejo y recurrente, afecta en mayor medida a la región Andina, explica el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Dicho fenómeno natural ocurre aproximadamente cada 3 a 7 años y puede tener una duración estimada de 8 a 12 meses, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El BID indica que existen variaciones significativas en el comportamiento de los diferentes eventos del fenómeno del Niño, ninguno es igual a otro. Por eso se torna complicado determinar el impacto que podría tener dicho evento natural. Empero, según el Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe (CAF), todos los Niños (excepto el de 1969), se caracterizaron por generar en esta zona excesos de precipitación que superaron entre 40 y 130% a la media de los años normales.
A partir de ello, el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI) identifica dos eventos entre 28 del último siglo como extremadamente intensos: los FEN de 1983 y 1997, en especial el último. Teniendo en cuenta estos antecedentes, así como el impacto del FEN en 2015/16, se puede inferir la magnitud que el evento natural podría tener en 2023/24.
Con relación a eso, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los países cuya economía depende en gran medida del sector agrícola estarían más expuestos a los efectos del fenómeno. De hecho, entre Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia y Ecuador, fue Ecuador quién más daño sufrió como porcentaje del PIB a causa del FEN del 1997/98 (Gráfico 1).
Gráfico 1
Daños por El Niño 1997/98 como porcentaje del PIB
LA AGRICULTURA ES EL BLANCO MÁS VULNERABLE
Las pérdidas en el sector agrícola pueden ser catalogadas como daños económicos, sin embargo, también se encuentran relacionadas directamente con familias frágiles y susceptibles que se componen de pequeños jornaleros y agricultores. Estos hogares se distinguen por sus bajos ingresos y su alta dependencia del clima, explica la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Como consecuencia del FEN 1997-98, se estimaron pérdidas y afectaciones a un total de 843.873 hectáreas de cultivos. De esta cifra, 683.630 hectáreas corresponden a cultivos perdidos y 160.243 hectáreas a superficie que no fue sembrada debido a inundaciones, según la CEPAL. En la región Costa y parte de la Sierra, se registraron impactos negativos en una superficie total de 585.907 hectáreas. Además de la superficie del cultivo de arroz, tema tratado en un artículo reciente, productos como el café, el cacao o la caña de azúcar también registraron considerables pérdidas (Tabla 1).
Tabla 1
Superficie no cosechada y no sembrada por cultivo en 1997-98
Mientras que en un estudio realizado por el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño, se documenta que en el FEN 2015, las pérdidas económicas llegaron a ser por un valor aproximado de USD 3,5 millones, afectando a más de 2 mil productores, tanto de mediana como de pequeña escala, en especial en provincias como Esmeraldas, Manabí, Guayas, El Oro y Loja.
Ahora bien, para 2023, la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR), en sus informes de situación durante la época lluviosa, explica que desde el inicio del año hasta la fecha más actualizada (10 de julio), se han reportado diversos incidentes peligrosos debido a las intensas precipitaciones en 37 cantones. A partir de ello, se ha registrado, de manera acumulada, 16.135 cultivos afectados y 17.811 cultivos perdidos, con un alza importante en junio (Gráfico 2).
Gráfico 2
Número de cultivos afectados y perdidos en 2023
EL ACCESO A ALIMENTOS PODRÍAN DIFICULTARSE
Según un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), las condiciones climáticas extremas pueden dificultar la disponibilidad de materias primas agrícolas, ocasionar incrementos en los precios de los alimentos y generar tensiones sociales en países que se basan principalmente en la importación de alimentos y tienen una economía centrada en la producción primaria, como Ecuador.
Asimismo, la organización menciona que el FEN tiene un efecto inflacionario y que son las políticas implementadas por los gobiernos, como mantener reservas reguladoras de granos, las expectativas inflacionarias y la fuerte demanda interna en los países donde el crecimiento aumenta después de El Niño, las que contribuyen a este efecto.
Se debe recordar que la inflación no solo crea inestabilidad económica, sino que también amenaza la dignidad y el bienestar de los más vulnerables, poniendo en peligro su seguridad alimentaria y perpetuando el ciclo de pobreza en el país.
LAS PERSONAS EN LA LÍNEA DE FUEGO
La CEPAL estima que durante el FEN 1997/1998, alrededor de 7 millones de personas, 60% de la población de aquel entonces, sufrieron cambios y afectaciones, sobre todo en las provincias de Azuay, Cañar, Chimborazo, El Oro, Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Manabí y Napo. Se contabilizaron 286 muertos, 162 heridos, 36 desaparecidos, y 88.591 personas afectadas.
Por otro lado, durante el FEN 2015/16, de acuerdo con el informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos, hasta el 30 de mayo de 2016, se identificó que alrededor de 27.000 personas fueron directamente impactadas por los eventos relacionados con el FEN. Dentro de este grupo, se reportaron 31 personas fallecidas, 6 desaparecidas y 807 personas albergadas, principalmente debido a las inundaciones y deslizamientos.
Para 2023 la situación no será diferente. Pese a que el FEN apenas ha llegado, al 10 de julio, la SGR ya registra varias afectaciones a causa de las fuerte lluvias en las provincias antes mencionadas. Además de 37 muertes, se tiene hasta la fecha 5.358 personas damnificadas y 134.231 personas afectadas (Gráfico 3).
Gráfico 3
Número de personas damnificadas y afectadas en 2023
DIFERENTES INFRAESTRUCTURAS SE VEN AMENAZADAS
En primer lugar, la vulnerabilidad de las comunidades afectadas se relaciona con su condición socioeconómica, dado que suelen tener un acceso limitado a recursos y servicios básicos, lo que los deja expuestos y con menos capacidad para hacer frente a los efectos adversos de eventos climáticos extremos. Las viviendas precarias y la falta de sistemas de protección contra inundaciones aumentan la susceptibilidad de daños y pérdidas.
Según el Ministerio de Salud Pública, durante el FEN 1997/98, a raíz de las intensas precipitaciones, se devastaron miles de viviendas y edificios. Con base en los registros de la Defensa Civil tomados a mediados de 1998, un total de 15.264 viviendas fueron afectadas (10.225 dañadas y 5.039 destruidas), con efectos más destructivos en las provincias costeras. Por otro lado, durante 2015-16, el FEN afectó a 4.475 viviendas, 184 viviendas destruidas y 153 escuelas dañadas, así como un total de 34,7 km de vía afectadas en todo el país por el exceso de precipitaciones, incidiendo en las comunicaciones, transporte y comercio.
A 2023, la SGR ha registrado hasta el 10 de julio 27.420 viviendas afectadas, 619 viviendas destruidas, 60 centros de salud afectados, 1.209 unidades educativas afectadas y 92,65 km de vía afectados igualmente (Gráfico 4). Se espera que el FEN se intensifique a finales del 2023 y a inicios del 2024; dadas las cifras, se trata de un escenario que podría empeorar.
Gráfico 4
Infraestructuras destruidas o afectadas en 2023
FACTORES MITIGANTES EN EL IMPACTO DE EL NIÑO
Después de las pérdidas humanas y económicas que han dejado a su paso los diferentes fenómenos de El Niño, el mundo se encuentra mejor preparado para combatirlo y reducir sus afectaciones. Por ejemplo, para el FEN 2015/16, ya existía una red de información a nivel internacional, compuesta por organismos, agencias y centros, que facilitaron datos de monitoreo y alertas para promover la conciencia, prevención y adaptación en todos los niveles. Esto, en algunos casos, contribuyó a reducir los impactos negativos en comparación con eventos similares ocurridos en 1982-1983 y 1997-1998, explica el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño.
Para 2023, según la SGR, se han establecido 220 refugios para proporcionar alojamiento a las familias que podrían verse afectadas por este fenómeno natural. Igualmente, se han llevado a cabo aproximadamente 445 recorridos e inspecciones en áreas de riesgo con el fin de coordinar y articular acciones de respuesta.
Además, se han evaluado 243 proyectos relacionados con obras de prevención y mitigación de riesgos. De igual forma, se han proporcionado a los Gobiernos Autónomos Descentralizados mapas de amenazas de inundación en las zonas costeras, así como mapas de inundación y movimientos en masa a los 221 cantones del país. Si bien no se podrá evitar su llegada e intensificación a nivel productivo, se requieren este tipo de medidas para reducir su impacto social.