En Ecuador, el envejecimiento de la población se ha convertido en un fenómeno demográfico innegable. Según el VIII Censo de Población y VII de Vivienda de 2022, el país cuenta con 1’520.590 personas de 65 años y más, representando el 9% de la población total; un aumento significativo desde el 6,2% registrado en 2010. Este crecimiento plantea desafíos críticos para las políticas públicas y los sistemas de protección social.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su publicación titulada “La seguridad económica de los adultos mayores en Ecuador: situación actual y desafíos para la política pública”, el 44% de las personas mayores de 65 años en Ecuador se encuentran en una situación de inseguridad económica total. Este porcentaje, que supera el promedio regional de América Latina y el Caribe (34,5%), pone de manifiesto una crisis que va más allá de las cifras.
La precariedad laboral entre los adultos mayores en Ecuador ha alcanzado niveles altos. Según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) de agosto 2024, el 82% de los adultos mayores que trabajan en el país, lo hacen en la informalidad. Frente a esta crisis, la respuesta estatal resulta dramáticamente insuficiente. El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), principal entidad encargada de la atención al adulto mayor, reporta una cobertura que, en su punto más alto, en julio de 2024, apenas alcanzaba a 107.063 beneficiarios. Esta cifra representa menos del 7% de la población adulta mayor total
EVOLUCIÓN DE LA COBERTURA DEL MIES
Según los últimos datos del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), desde enero de 2023 hasta julio de 2024 se revelan fluctuaciones significativas en la cobertura de atención a adultos mayores. En enero de 2023, el MIES atendía a 110.642 adultos mayores, cifra que experimentó una disminución notable a 75.401 en enero de 2024. Sin embargo, a partir de febrero de 2024, se observa una recuperación gradual, alcanzando 107.063 beneficiarios en julio del mismo año (Gráfico 1).
Gráfico 1
Evolución de los usuarios del MIES
A partir de febrero de 2024, se observa una recuperación gradual. En ese mes, la cifra aumentó significativamente a 105.344 beneficiarios, lo que supone un incremento del 39,7% respecto al mes anterior. Esta tendencia de recuperación continuó en los meses siguientes, con algunas fluctuaciones menores, hasta alcanzar 107.063 beneficiarios en julio del presente año.
En contraste, los primeros siete meses de 2024 muestran una mayor variabilidad. Tras el mínimo de enero, la cobertura se recuperó rápidamente, manteniéndose por encima de los 100.000 beneficiarios desde febrero. El promedio de cobertura para los primeros siete meses de 2024 es de 100.696 beneficiarios por mes, lo que representa una disminución del 7,8% respecto al promedio de 2023.
Esta tendencia sugiere que, a pesar de enfrentar desafíos iniciales en 2024, el MIES ha logrado restablecer y mantener niveles de cobertura cercanos a los del año anterior. Es importante destacar que, aunque las cifras de 2024 no alcanzan los picos observados en 2023, muestran una trayectoria ascendente que podría indicar una mejora en la capacidad del ministerio para atender a la población adulta mayor.
COBERTURA DEL MIES A ADULTOS MAYORES: UN ANÁLISIS PROVINCIAL
Desagregando los datos a nivel provincial, la cobertura del MIES en julio de 2024 revela un panorama complejo y heterogéneo en la atención a adultos mayores en Ecuador. A nivel nacional, el MIES atendió a 107.063 usuarios para julio de 2024, lo que representa el 36,9% de los 290.311 adultos mayores en situación de pobreza.
Al analizar la cobertura del MIES por provincia, se observan disparidades significativas que reflejan la diversidad geográfica y demográfica del país. Guayas, la provincia más poblada, lidera en términos absolutos con 15.435 usuarios atendidos, seguida por Manabí con 10.351 y Loja con 9.239. Sin embargo, estas cifras absolutas no cuentan toda la historia.
En términos de cobertura relativa, es decir, el porcentaje de adultos mayores en pobreza atendidos en cada provincia, emergen patrones diferentes. Cañar se destaca con la cobertura más alta, atendiendo al 83,1% de sus adultos mayores en pobreza. Le siguen Zamora Chinchipe con 76,7% y Bolívar con 74,8%. Estas provincias, a pesar de tener poblaciones más pequeñas, demuestran una atención proporcionalmente más alta a sus adultos mayores en situación vulnerable.
Por otro lado, algunas provincias con grandes centros urbanos muestran coberturas relativamente más bajas. Pichincha, que incluye la capital Quito, atiende al 17,8% de sus adultos mayores en pobreza, mientras que Guayas alcanza un 30,8%. Estas cifras deben interpretarse en el contexto de la población total y la incidencia de pobreza en cada provincia (Gráfico 2).
Gráfico 2
Cobertura del MIES a nivel provincial
Las provincias amazónicas como Sucumbíos (59,6%), Morona Santiago (53,8%) y Napo (61,7%) muestran coberturas por encima del promedio nacional, lo cual es notable considerando los desafíos geográficos que enfrentan estas regiones. Por otra parte, el caso de Galápagos merece una mención especial, ya que los datos indican una cobertura del 415,8%, lo cual es claramente anómalo y requiere una investigación más profunda. Este dato podría indicar una situación especial o un error en la recopilación de información.
Ahora, analizando la situación de pobreza entre los adultos mayores, se observan variaciones significativas entre provincias. Morona Santiago presenta la tasa más alta de adultos mayores en pobreza, con 49,0%, seguida por Sucumbíos, con 42,8%, y Esmeraldas, con 36,0%. En contraste, Galápagos muestra la tasa más baja, con 2,0%, seguida por Pichincha, con 10,3%, y El Oro, con 11,9% (Gráfico 3).
Gráfico 3
Tasa de pobreza en adultos mayores
Estas diferencias en las tasas de pobreza entre adultos mayores subrayan la complejidad del desafío que enfrenta el MIES. Provincias con altas tasas de pobreza en adultos mayores requieren estrategias más intensivas, mientras que aquellas con tasas más bajas pueden necesitar enfoques más específicos.
ENVEJECIMIENTO SALUDABLE: UN ENFOQUE INTEGRAL PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DEL ADULTO MAYOR
El envejecimiento saludable, como lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS), es “el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez”. Este enfoque busca optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.
Según el portal Tu mejor amigo, el envejecimiento activo es crucial para enfrentar el aumento de la esperanza de vida y los cambios demográficos. Este concepto abarca aspectos físicos, mentales y sociales, buscando que los adultos mayores mantengan su independencia y participación en la sociedad.
El portal destaca la importancia de mantener un estilo de vida saludable, incluyendo una alimentación balanceada, ejercicio regular y la evitación de hábitos nocivos. Además, enfatiza la necesidad de actividades que estimulen las capacidades cognitivas y fomenten la interacción social.
El envejecimiento saludable no solo beneficia a los adultos mayores individualmente, sino que tiene un impacto positivo en toda la sociedad. Según Catalina Durán en su tesis titulada "Percepciones del adulto mayor sobre la familia, la sociedad y el Estado", es fundamental que desde la institución familiar, educativa y todos los espacios de interacción, se enseñe a reconocer, respetar y valorar a esta población. De esta forma, se pueden disminuir los estereotipos, mitos y cualquier forma de discriminación hacia un grupo considerado de atención prioritaria.
Durán Oleas enfatiza en que la adultez mayor no es un castigo ni una enfermedad sino parte del ciclo vital de todo ser humano. Por ello, es crucial adoptar un enfoque integral que no solo se centre en los aspectos físicos y médicos, sino que también considere las necesidades emocionales, sociales y espirituales de los adultos mayores.
EL FUTURO DEMOGRÁFICO DEL ECUADOR: DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES
El acelerado envejecimiento poblacional que experimentará Ecuador en las próximas décadas plantea múltiples desafíos, pero también oportunidades para construir una sociedad más inclusiva y cohesionada. Según datos del INEC, para 2050 el país contará con más de 3,7 millones de personas mayores de 65 años, lo que representa un incremento de casi el 300% respecto a las cifras actuales (Gráfico 4).
Gráfico 4
Proyección poblacional de personas mayores a 65 años hasta el 2050
Este cambio demográfico sin precedentes trae consigo una serie de desafíos multidimensionales que el país debe abordar de manera urgente y integral. Según Maiyel García, Biorquis Pérez y Danay Licea en su artículo titulado “Dilemas y desafíos de una población en proceso de envejecimiento”, los principales retos incluyen "la carga doble de enfermedades, un mayor riesgo de deficiencia, la provisión de cuidado, la feminización del envejecimiento, aspectos éticos e iniquidades”
Este panorama exige repensar y adecuar los sistemas de protección social, salud y cuidados para garantizar el bienestar y la dignidad de las personas mayores. Pero más allá de la respuesta estatal, se requiere un compromiso de toda la sociedad para erradicar la discriminación por edad y promover un envejecimiento activo y saludable.
Frente a estos desafíos, también emergen oportunidades significativas. Una oportunidad clave está en aprovechar el potencial y la experiencia de las personas mayores, fomentando su participación en actividades educativas, culturales, recreativas y de voluntariado, que promueven la autoestima, la autonomía y el sentido de pertenencia de los adultos mayores.
(*) Elaborado por economista Liz Ortiz, analista económica Revista Gestión.
Last modified on 2024-10-09