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Autor: Revista Gestión *

En Ecuador, miles de niños, niñas y adolescentes enfrentan una dura realidad: largas jornadas de trabajo en condiciones precarias, lejos de las aulas y expuestos a múltiples peligros. El trabajo infantil es una problemática que afecta al desarrollo, salud y educación de la niñez ecuatoriana, vulnerando sus derechos fundamentales. En los últimos años, esta situación ha empeorado, y se concentra especialmente en los campos y zonas rurales del país, donde la agricultura se convierte en el principal destino para los niños y niñas trabajadores.

El trabajo infantil no solo aleja a los menores de las escuelas y limita sus oportunidades futuras, sino que los expone a riesgos físicos y emocionales. Largas horas bajo el sol, manipulación de herramientas peligrosas, contacto con pesticidas y el esfuerzo excesivo ponen en peligro su salud y seguridad. Esta realidad, invisibilizada y normalizada por muchos, requiere una mirada crítica y acciones urgentes desde el Estado y la sociedad para proteger a la niñez ecuatoriana.

UNA REALIDAD SILENCIOSA Y EXTENDIDA

Según cifras del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) con base en la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU), en 2022 había 173.599 hogares con niños, niñas y adolescentes trabajadores en Ecuador. Si bien es una reducción respecto a los 225.318 hogares registrados en 2021, la tendencia en la última década muestra un claro aumento. En 2010 eran 77.314 hogares en esta situación, cifra que se duplicó para 2019 llegando a 172.474 hogares. Aunque en 2020 y 2022 se observa una disminución, los valores siguen siendo alarmantemente altos, muy por encima de los registrados a inicios de la década (Gráfico 1).

Gráfico 1

Número de hogares con niñas y niños en condición de trabajo infantil

Estos datos evidencian que la problemática del trabajo infantil afecta a un número significativo de familias ecuatorianas, quienes muchas veces se ven obligadas a recurrir al trabajo de sus hijos e hijas menores de edad para afrontar situaciones de pobreza y precariedad. 

Por otro lado, la incidencia del trabajo infantil es mucho mayor en zonas rurales. Según datos de la  ENEMDU dados por el MIES, en 2022 la tasa de trabajo infantil a nivel nacional fue de 6,5%, pero en el campo llegó al 17%, versus apenas 0,7% en áreas urbanas (Gráfico 2). 

Gráfico 2

Evolución de la tasa de trabajo infantil

Esta brecha entre el ámbito rural y urbano se ha mantenido a lo largo de los años, evidenciando que el trabajo infantil golpea con mayor fuerza a las familias campesinas y agricultoras. En 2019 se registró un pico preocupante, con una tasa de trabajo infantil rural del 21,8%, la más alta de toda la década. Aunque en los años siguientes se observa una disminución, llegando al 14,3% en 2020 y 17% en 2022, las cifras siguen siendo elevadas y muy superiores a las registradas en áreas urbanas, que se han mantenido por debajo del 1% en los últimos cuatro años.

Estas diferencias reflejan las profundas desigualdades que persisten entre el campo y la ciudad en Ecuador. Las zonas rurales enfrentan mayores niveles de pobreza, menor acceso a servicios básicos y educación de calidad, así como escasas oportunidades económicas para las familias. En este contexto, el trabajo infantil se convierte en una estrategia de supervivencia para muchos hogares, que ven en el trabajo de sus hijos e hijas una forma de complementar los ingresos familiares o asegurar la subsistencia.

LA AGRICULTURA, PRINCIPAL DESTINO DE LOS NIÑOS TRABAJADORES

Los niños y las niñas trabajadores en Ecuador se concentran principalmente en actividades agrícolas. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) realizada por el INEC en 2012, el 66% de los niños y niñas de 5 a 14 años que trabajaban lo hacían en la agricultura. En los adolescentes de 15 a 17 años, este porcentaje era del 50,4%.

Por otra parte, otras ramas como el comercio (15,5% en niños y 16,4% en adolescentes), la manufactura (7,4% y 10%, respectivamente) y la construcción (especialmente en adolescentes con 8,6%) también registran trabajo infantil, pero muy por debajo de la agricultura (Gráfico 3).

Gráfico 3

Ramas y actividades de empleo de niños, niñas y adolescentes

Estos datos muestran que el campo ecuatoriano es el principal espacio donde niños, niñas y adolescentes son vinculados prematuramente al trabajo, en detrimento de su educación, salud y desarrollo integral. Según el informe “Trabajo infantil en Ecuador: hacia un entendimiento integral de la problemática” del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y UNICEF, en las áreas rurales se trabaja cerca de cinco veces más que en las ciudades en el caso de los niños, y tres veces más en el caso de las y los adolescentes. 

La dureza del trabajo en el campo, con largas jornadas, exposición al sol y a sustancias tóxicas, y esfuerzo físico intenso, impacta negativamente en la salud y seguridad de los niños y niñas. Por su parte, Ecuador Chequea en su publicación titulada “Ecuador lucha 'a ciegas' contra el trabajo infantil” menciona que “los menores que se ven obligados a enfrentar esta situación también están expuestos al maltrato físico y emocional; de hecho, un 18% de menores lo ha padecido, lo que se traduce en violencia contra ellos. Mientras que el 12,6% de niños trabajadores entre 6 y 14 años ha recibido trato cruel, al igual que el 15,4% de adolescentes entre 15 y 17 años”.

Además, las responsabilidades laborales muchas veces les impiden acudir regularmente a la escuela o tener un buen desempeño académico, limitando sus oportunidades educativas y perpetuando los ciclos de pobreza. Según la OIT, en su informe “Trabajo infantil en la agricultura”, “la pobreza junto con el acceso limitado a una educación de calidad, unas tecnologías agrícolas inadecuadas, un difícil acceso a la mano de obra adulta, unos altos riesgos y peligros, así como unas actitudes tradicionales respecto a la participación de los niños a las actividades agrícolas son las principales causas del trabajo infantil en la agricultura”. 

ESFUERZOS PARA ERRADICAR EL TRABAJO INFANTIL

Ante la grave problemática, especialmente en el sector agrícola, el Estado ecuatoriano ha implementado diversas acciones para su erradicación progresiva, pero no han sido suficientes, ni de lejos. Una de las principales es el servicio de Erradicación del Trabajo Infantil (ETI), ejecutado por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).

Según el último informe de gestión de octubre 2024 del MIES, el servicio ETI atendió a 12.106 usuarios a través de 155 unidades, lo que representa un incremento del 0,8% respecto a octubre de 2023. Esta modalidad se ejecuta mediante convenios con Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), organizaciones religiosas y organizaciones de la sociedad civil. El servicio ETI tiene como objetivo garantizar la atención integral de niñas, niños y adolescentes que se encuentran en situación de trabajo infantil. Según el MIES, de los 12.106 usuarios atendidos en octubre de 2024, el 90% se encuentran en condiciones de pobreza y extrema pobreza de acuerdo con el Registro Social 2018. 

Asimismo, considerando la población atendida en el servicio de Erradicación del Trabajo Infantil a octubre 2024, el 50,7% de usuarios, tanto hombres como mujeres, tienen una edad entre 7 y 11 años, seguidos con un 41,5% de niñas, niños y adolescentes entre 12 y 17 años. En cuanto a etnias, el 72,8% de los usuarios se autoidentifican como mestizos, seguidos de un 20,3% de indígenas, 4% de afroecuatorianos, 1,5% de otra etnia y 1,2% de montubios. Si bien la mayoría son mestizos, la representación indígena es significativamente mayor a su peso poblacional, lo que evidencia su situación de particular vulnerabilidad frente al trabajo infantil (Gráfico 4).

Gráfico 4

Usuarios de erradicación del trabajo infantil según identificación étnica

En definitiva, a pesar de los avances, el camino para erradicar el trabajo infantil aún es largo. Se requiere fortalecer y ampliar los programas existentes, mejorar su cobertura especialmente en zonas rurales, y articularlos con políticas integrales que aborden las causas estructurales de la problemática, como la pobreza, la exclusión y la falta de oportunidades.

Asimismo, es fundamental contar con datos actualizados y confiables sobre la magnitud y características del trabajo infantil en el país. Lamentablemente, la última Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) se realizó en 2012, hace ya más de una década. Esta falta de información reciente dificulta el diseño de políticas públicas eficaces y focalizadas, así como la evaluación de los avances y desafíos pendientes.

Es urgente que el Estado, a través del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) y en coordinación con otras entidades competentes, realice una nueva ENTI que permita tener un diagnóstico preciso y actualizado sobre el trabajo infantil, especialmente en el sector agrícola. Solo con evidencia sólida será posible tomar decisiones informadas y estratégicas para erradicar esta problemática que vulnera los derechos de miles de niños, niñas y adolescentes ecuatorianos.

(*) Elaborado por economista Liz Ortiz, analista económica Revista 

 

Last modified on 2024-12-28

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