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Autor: Gabriela Verdezoto y Esteban Cárdenas *

Tres provincias de la Amazonía ecuatoriana reflejan un incremento de actividades mineras de entre 300% y 700%, desde el 2015. ¿Qué implica esto para el país y cuáles son las zonas más afectadas? Te lo contamos.

Un manto verde se extiende, desde las alturas, como un tapiz abultado, lleno de vida. El frondoso paisaje ve volar aves, saltar monos, trepar mamíferos y a los insectos surcar el cielo; al menos a los que quedan.

La Amazonía ecuatoriana, en los últimos años, se ha visto acechada por diferentes amenazas que ponen en riesgo a ese manto verde que parecía eterno. Una de estas: la minería.

La Barra Espaciadora y Ecuador Chequea tuvieron acceso al último informe completo sobre minería de la iniciativa civil MapBiomas Ecuador*. Durante dos meses, sus técnicos trabajaron en analizar la situación de esta industria extractiva.  

¿CUÁNTO SE HA EXPANDIDO LA MINERÍA EN LA AMAZONÍA ECUATORIANA? 

La cuenca amazónica de Ecuador comprende un área de 13 millones de hectáreas (ha). El 85% de esa superficie tuvo una cobertura natural hasta 2021, mientras que el 15% restante ha sido utilizado para actividades humanas, como la instalación de infraestructura, el desarrollo urbano, hidrocarburífero, minero y agrícola (que corresponde al 97% de los usos antrópicos).

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La minería, para fines del mapeo de MapBiomas, se entiende como las áreas superficiales (detectables mediante imágenes satelitales) de extracción de materiales pétreos o minerales, con clara exposición del suelo. No se diferencia si es industrial o artesanal, legal o ilegal, metálica o no. Tampoco incluye minas subterráneas. En el Ecuador, se ha mapeado minería en el bioma Amazonía y parte de la región Andina. 

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Foto: archivo de Napo Resiste, 2022

A nivel de toda la Pan Amazonía (territorio compartido por 9 países), MapBiomas ha detectado que entre 1985 y 2021 la minería creció en más del 1.000% (mil por ciento). Es decir, esta actividad extractiva se extendió por más de medio millón de hectáreas (el equivalente a 13 veces la extensión de Quito) dentro de los 800 millones de hectáreas que comprenden este territorio. 

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Figura 1: Expansión de actividad minera en la cuenca Amazónica entre 1985 y 2021. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022.

Desde el año 2000, las áreas de actividad minera detectadas en la Pan Amazonía se expandieron en 388.815 hectáreas, hasta alcanzar las 571.174 ha en el 2021 (Figura 1).

En la Amazonía de Ecuador, los datos son igual de preocupantes. Nunca antes la minería había alcanzado una extensión tan grande. Solo en seis años, entre 2015 y 2021, se incrementaron 5.616 ha de nueva minería, hasta alcanzar una superficie total de 7.495 ha de superficie minera en 2021. (Figura 2), lo equivalente a 10.555 canchas de fútbol profesional.

Llama la atención este incremento drástico de la actividad minera a partir del 2015, del 300%. Es decir que, a partir de 2015, las áreas de minería se cuadruplicaron.

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Figura 2: Expansión de actividad minera en la cuenca Amazónica de Ecuador entre 1985 y 2021. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022
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Figura 3: Distribución de la actividad minera en la cuenca Amazónica de Ecuador. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022. Elaboración: Ecociencia

¿DÓNDE ESTÁ CONCENTRADA LA MINERÍA EN LA AMAZONÍA ECUATORIANA?

A través de los datos de MapBiomas ha sido posible identificar tres focos de actividad minera en la Amazonía ecuatoriana: Napo, Zamora Chinchipe y Sucumbíos (Figura 4). Cada uno presenta una dinámica diferente:

Napo presenta el mayor crecimiento de superficie minera de los últimos años: pasó de una extensión de 270 ha en 2015 a 1.125 ha en 2021 (se incrementaron 855 ha), lo que representa un crecimiento de 316%.

Zamora Chinchipe, en cambio, ha alcanzado la mayor extensión de superficie minera al 2021, con un área total de 5.034 ha. Lo que significa que el 67% de la minería de la Amazonía ecuatoriana se concentra en esta provincia. Sin embargo, su crecimiento desde el 2015 ha sido de 270%, es decir, menor que la tasa de crecimiento en Napo.

Sucumbíos, a pesar de que en la actualidad no cuenta con grandes superficies mineras, es la provincia que tiene la mayor tasa de crecimiento de los últimos 6 años, llegando  al 750%. Es decir, en esa provincia la minería está creciendo con una velocidad que duplica el ritmo del resto de la región amazónica ecuatoriana, que fue del 300% entre 2015 y 2021. 

Estas tres zonas concentran el 91% de la actividad minera de la Amazonía ecuatoriana.

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Figura 4:  a) Extensión de áreas de actividad minera por provincia en 2021; b) comparación de la tasa de crecimiento de las áreas mineras entre 2015  y 2021 y las extensiones de minería por provincia al 2021. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022.

Los datos de la iniciativa MapBiomas Amazonía contienen información anual que nos permite identificar nuevas áreas de minería. A través de este seguimiento se ha detectado que la expansión de la frontera minera es cada vez mayor. 

Lo vamos a explicar en el siguiente gráfico (Figura 5): En gris se representan los suelos que fueron transformados en minería el año anterior (o en años anteriores). La porción roja representa las superficies de nuevas expansiones mineras que se detectaron por primera vez en ese año. Esto muestra un importante crecimiento de la apertura de nuevos frentes mineros en la Amazonía ecuatoriana.  

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Figura 5: Dinámica temporal de la minería (permanencias y expansiones) en la Amazonía ecuatoriana. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022.

AUGE DE LA MINERÍA LEGAL E ILEGAL 

Como se puede ver en las cifras, Ecuador ha vivido un ‘boom’ en la actividad minera en los últimos años, que no necesariamente es positivo. Para expertos como Fabricio Yánez, especialista en gestión minera e investigador de la Universidad San Francisco de Quito, este crecimiento es esperable, aunque desmesurado.

“Con la baja en la producción petrolera, la única industria que se ha visto como la sustitución en ingresos es la industria minera. Ecuador se está quedando sin opciones y se está regresando a ver a la minería, como forma de ingresar recursos al país”, dice.

Sin embargo, para Yánez, el crecimiento reportado en las cifras de MapBiomas no responde solamente a la minería legal, que es la que genera ingresos al Estado.

Para explicarlo, el académico detalla que existen tres categorías, a breves rasgos, que pueden englobar a diferentes niveles de minería: gran escala, artesanal e ilegal. Yánez destaca que, de este grupo, la minería ilegal es la que más preocupación causa en la región por su nivel de destrucción y contaminación.

“Hay estudios, el último lo lanzó la Universidad de Navarra, que detallan los daños que puede ocasionar la minería ilegal en la región amazónica latinoamericana. Estos también dicen que, justamente por la falta de control, es este tipo de minería el que más se ha expandido por la región amazónica. Y de esto no está excluido Ecuador”, cuenta. 

Las cifras de MapBiomas, al contener información georreferenciada, no especifican el tipo de minería que se refleja en cada mapa o dato. Sin embargo, entre las acciones de extracción y deforestación registradas por la organización, también se encuentran los rastros de la minería ilegal.

Para Yánez, la expansión de este tipo de actividades debe ser de gran preocupación para el país. “La minería ilegal, que generalmente en la Amazonía está ligada a la extracción de oro, plata y cobre, tiene afectaciones relacionadas con todos los tipos de delitos que se te pueda ocurrir”.

Según estudios, cita el experto, la minería ilegal puede depositar alrededor de 20 a 30 kilogramos de mercurio y cianuros (compuestos pesados que se utilizan para limpiar los metales) por kilómetro cuadrado. “En Brasil, que tiene la región amazónica más grande del continente, se estima que la minería ilegal contamina, con alrededor de 3.000 a 5.000 toneladas de mercurio al año, las aguas que desembocan en la cuenca amazónica”.

Yánez detalla que la expansión minera se ha convertido en una constante en diferentes países de la región, como Venezuela, Ecuador, Colombia, Guyana, Brasil, Perú y Bolivia. En estos países, el avance de las actividades extractivas ha abierto también el camino al establecimiento de la minería ilegal. Para él, el panorama es claro: “Si se quiere hablar de afectación por minería, se debe saber que la que más afecta es la minería ilegal, que no tiene ningún control y está arrasando con la Amazonía”.

Por su parte, Paulina Garzón, directora de Latinoamérica Sustentable, no exime de culpa a la minería legal, como causante de este crecimiento exponencial de las actividades extractivas, “perjudiciales” para la Amazonía ecuatoriana.

“La industria minera es la más peligrosa y la que más impacto ambiental y social genera en su proceso extractivo. Sus efectos, incluso, son más altos y profundos que el petróleo. En la región ya se han visto accidentes y contaminación a gran escala, que suelen ser bastante frecuentes en el sector minero”, dice. “En el país hay grandes proyectos, como Cóndor Mirador, que carecen de sustentos técnicos confiables y que, al crecer su producción, pueden poner en riesgo a la Amazonía, su diversidad y comunidades aledañas”.

Para ella, el crecimiento y establecimiento de estos proyectos, en los últimos años, ha marcado también el ritmo de la actividad minera ilegal. “Es la minería legal la que informa, indirectamente, [sobre] las zonas ricas en metales, donde puede establecerse la ilegal. No podemos dejar de ver un problema por otro”.

Para ella, el crecimiento tan brusco de la minería, en general, debe encender las alertas de las autoridades, con el objetivo de tomar acciones que permitan cuidar la Amazonía, tanto por temas de biodiversidad como por la protección de recursos naturales.

En este sentido, es importante señalar que entre las provincias con mayor crecimiento minero, según el estudio de MapBiomas, están Napo y Zamora Chinchipe, dos zonas de gran importancia natural para el país. En el caso de Napo, por la presencia de gran cantidad de caudales fluviales y por su cercanía con espacios protegidos; en Zamora Chinchipe, por la presencia de la cordillera del Cóndor, donde nace parte del agua que desemboca en la cuenca amazónica y un espacio considerado como uno de los más biodiversos del país.

¿QUÉ HABÍA EN LOS SITIOS QUE FUERON TRANSFORMADOS EN ÁREAS MINERAS?

Los datos anuales de MapBiomas Cobertura y Uso muestran que la cobertura que fue reemplazada por minería ha ido cambiando con el tiempo. Antes del año 2000, la mitad de las nuevas expansiones de minería ocurrieron en sitios sin vegetación (natural o artificial). A partir del 2000 la mayor proporción de áreas transformadas a minería fueron suelos con vegetación no forestal (en esta categoría se incluye vegetación natural común de zonas de las riberas de los ríos y zonas de cultivos).

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Figura 6: Coberturas que han sido reemplazadas por la minería. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022.

Hasta 2016, las nuevas expansiones de minería que tuvieron lugar sobre zonas forestales variaron entre el 16% y el 33%, lo que desnuda a la minería como una causa de deforestación. Es decir que no solo está creciendo la superficie de nuevas áreas de minería, sino que los nuevos frentes mineros se instalan, cada vez más frecuentemente, dentro de bosques nativos.

Entre 2017 y 2021, las nuevas superficies mineras sobre áreas forestales se incrementaron entre el 31% y el 46%. El valor más elevado se registró en 2021, con la expansión de minería sobre 889 ha de bosque amazónico. Significa que en 2021 la minería reemplazó un área de bosque equivalente a más de 1.250 canchas de fútbol profesional.

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Foto: Jorge Anhalzer, 2020.

Estas áreas mineras que causaron directamente deforestación en el bosque amazónico representan el 46% del total de expansiones de minería registradas en el 2021 (figura 7). La mayor parte de esa deforestación causada específicamente por minería se dio en la provincia de Zamora Chinchipe (32%), seguida por Sucumbíos (7%).

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Figura 7: Tipos de coberturas reemplazadas por la expansión de la minería. Distribución de la deforestación causada expansiones mineras por provincias. Fuente: MapBiomas Amazonía, 2022.

UN CRECIMIENTO QUE ALIENTA A LA EXTINCIÓN DE ESPECIES

La realidad de la Amazonía en torno a la minería, vista en cifras, ha encendido las alertas de especialistas, científicos conocedores del tema y activistas. Stella de la Torre, investigadora experta en primates de la Amazonía, recuerda la primera vez que llegó al “paraíso” para desarrollar sus estudios, hace 43 años. Habla de sus primeras expediciones y los retos que tuvo que enfrentar. “Lamentablemente, así como me enamoré de la Amazonía, también me ha tocado ser testigo de su destrucción”, lamenta, luego de hacer una pausa y exhalar lentamente.

La científica se especializa en el estudio de un tipo de mono, conocido comúnmente como ‘leoncillo’, característico también por ser de los primates más pequeños de la Amazonía norte. De la Torre ha estudiado dos  especies de esta familia en el país: “Una al sur y otra al norte de Napo”.

En su trabajo de observar a estos primates, “durante más de 30 años”, la investigadora ha podido no solo ver los cambios en la especie, sino la historia de la Amazonía: “He visto una destrucción terrible y triste en la Amazonía. Cada vez desaparecen más de los lugares a los que iba hace 20 o 30 años, en los que tú podías ver oasis de naturaleza y especies animales. Cada vez desaparece más cobertura vegetal a causa de la actividad humana de todo tipo, incluyendo la extractiva. Cada vez hay menos animales y especies, o son más difíciles de encontrar; por ejemplo, ya casi no se ven delfines rosados, animal que hace 30 años era más común observar. Y así hay varios casos”.

A esta científica no le sorprende que el crecimiento de la minería en la región amazónica esté acompañado de otros problemas como la deforestación, el tráfico de vida silvestre y la contaminación fluvial. Según las cifras de MapBiomas, solo en Napo se concentra el 10% de la deforestación causada por la actividad minera en los últimos años.

Los ‘leoncillos’ que allí viven son cada vez menos, pues eligen espacios cercanos a cuerpos de agua que también son los preferidos por los mineros. “De todas las poblaciones de estos monos, que he estudiado en más de 20 sitios, más del 90% han desaparecido. Parte de esto es por la deforestación, por temas de contaminación y la transmisión de enfermedades zoonóticas, que llegan cuando el humano tiene más contacto con estos ecosistemas. Algunos terminan migrando a otras zonas mejores y apartadas, pero siendo sinceros, la mayoría desaparecen porque han muerto”, explica.

Para ella, esta es una de las miles de especies que están en riesgo de extinción o desaparición a causa de actividades humanas como la minería. A esta se suma la contaminación de fuentes de agua con metales pesados, que acaba con especies vegetales y animales.

“La Amazonía aún es terreno nuevo para la ciencia. Muchas de las especies que allí habitan, sobre todo cuando se habla de insectos y otras familias, no han sido conocidas o descubiertas aún. Entonces, no es solo cuestión de decir que hay especies que corren peligro por las actividades humanas, sino que hay especies que ya se han extinguido y muchas otras que quizá nunca conoceremos, por actividades destructivas como la minería”, advierte.

David Romo, biólogo investigador de la USFQ, concuerda con De la Torre: “Nosotros sabemos que los artrópodos son el grupo más diverso del planeta, pero lo son aún más en la Amazonía. Allí, estimamos que hay alrededor de 2.000 especies diferentes por cada hectárea de bosque. Esto quiere decir que son seres con un endemismo muy alto (…). De este modo, si cortamos una hectárea de bosque para actividades mineras, o aunque sea un kilómetro cuadrado, estamos sentenciando a la extinción de varios cientos de artrópodos. Especies que nunca conoceremos”.

EL AHORA Y EL FUTURO

Entonces, cabe preguntarse cuál es el daño real que se está infringiendo a la Amazonía con el avance desmesurado de las actividades extractivas mineras. De la Torre explica que los efectos de este crecimiento “dramático” de la minería serán consecuencia de la falta de control. “La minería es una actividad que tiene un impacto fuerte en los ecosistemas y en el entorno. Estas actividades contaminan ríos y cuerpos de agua con metales pesados y esto no solo mata especies, sino que cambia la composición de los ríos, que también son el hábitat de peces, anfibios y otras especies. A esto se suma la afectación a la cobertura vegetal nativa, por causa de la deforestación, la llegada de personas a zonas que no estaban habitadas por humanos, lo que también trae otros factores de riesgo como el manejo de aguas servidas y de la basura, la erosión de suelos, los ataques a la fauna y las puertas abiertas ante otros delitos”.

Para la experta, tomar conciencia sobre la Amazonía es elemental. “La Amazonía, en general, juega un papel importante a nivel global, por el ciclo del carbono, que reduce gases contaminantes, y por la regulación del ciclo del agua”.

La Amazonía, según cuenta De la Torre, al ser un ecosistema megadiverso, “es extremadamente difícil de recuperar. Por ejemplo, hay estudios de bosques que fueron destruidos por fenómenos naturales en zonas cercanas al volcán Reventador. Estos, después de decenas de años del hecho, aún no recuperan una comunidad vegetal y animal nativa. Entonces, no es que podamos poner esperanzas en remediar los daños que ya estamos haciendo, en un futuro”.

Para ella, la recomendación es “obvia”: dejar de pensar en minería y abrirse a nuevos campos no contaminantes. Aclara, sin embargo, lo difícil que será para el país llevar esto a la práctica. “En ese caso, lo que debería hacer Ecuador es pensar en otras alternativas económicas y aplicar la ley con todo el rigor para evitar y combatir, también, este tipo de delitos ambientales”.

Por su parte, Romo cree que será complicado analizar los daños reales que podría enfrentar esta zona.“Estamos acostumbrados a pensar que si no hacemos algo tendremos consecuencias a corto plazo, que viviremos. Y en este caso, sí las vamos a tener: temas como la contaminación del agua, deforestación del paisaje y la pérdida de especies serán el pan de cada día, si no tomamos acciones prontas. Sin embargo, las verdaderas consecuencias para el ecosistema llegarán después, cuando el equilibrio biológico no pueda sostenerse y, en ese punto, entramos en terreno desconocido, en un punto de no retorno”, explica el experto. “La minería siempre tendrá un impacto negativo, pero si la vamos a aplicar debemos ser muy rigurosos y tampoco podemos verla como la solución a todos nuestros problemas”.

Fabricio Yánez también hace énfasis en la necesidad de control de la actividad minera. Sin embargo, explica que Ecuador, actualmente, no posee ni la calidad ni la cantidad de técnicos capaces de ejercer un control cercano de actividades mineras de ningún tipo. Por esto, destaca, para el país sería conveniente apostar por diferentes estrategias enfocadas en los diferentes niveles de extracción. “En primer lugar, se debe erradicar y controlar la minería ilegal con presencia del Estado. En segundo lugar, se debe tecnificar y dar facilidades para la implementación de tecnología para las actividades legales de minería artesanal y pequeña escala. Y, por último, debemos contar con profesionales capacitados para controlar las actividades mineras a gran escala, ya que en Ecuador solo tenemos dos proyectos de este tipo, por lo que puede ser un reto menor”, dice.

Si Ecuador elige a la minería como eje para suplir las necesidades económicas -añade Yánez-, debe apuntar a la minería a gran escala responsable, de calidad y tecnificada. “No hay actividad económica que pueda reemplazar a la minería y generar los ingresos necesarios para el país, en la actualidad. Sin embargo, si realmente se quiere establecer una industria responsable y técnica, se debe generar inversión y control necesario. Hoy se puede extraer oro y plata sin usar mercurio y cianuro, pero eso solo se puede hacer con tecnología y recursos. Eso solo lo pueden hacer grandes empresas con un gran aparataje tecnológico. Con esto en mente, podemos ir a industrias sin mercurio y cianuros”, destaca.

Los expertos coinciden en que será responsabilidad de este y los nuevos gobiernos tomar en cuenta a la Amazonía y sus beneficios y amenazas, “más allá de verla solo como una fuente de recursos”. Paulina Garzón, desde la defensa del ambiente que embandera Latinoamérica Sustentable, hace un llamado al gobierno de Daniel Noboa a dar oídos a la sociedad civil y frenar este crecimiento extractivo que, en este punto, ha empezado a cercar el manto verde amazónico.

*¿Por qué MapBiomas? Map viene de mapas, claro, trabajan con mapas; y biomas se refiere a las unidades ecológicas en las que se analizan los cambios de suelo. “Bioma es una unidad geográfica que comparte las mismas características climáticas y geológicas que marcan la flora y fauna de esa unidad. De allí el nombre de la iniciativa”. 
Last modified on 2024-02-28

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