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Autor: Liz Ortiz *

El divorcio es una realidad creciente en Ecuador que está impactando profundamente a la sociedad y la economía del país. En las últimas décadas, las tasas de divorcio han aumentado significativamente, mientras que las de matrimonio han disminuido. Esta tendencia no solo afecta la estructura familiar y el bienestar emocional de las personas involucradas, sino que tiene implicaciones económicas importantes. A medida que más parejas deciden poner fin a su matrimonio, surgen desafíos financieros tanto a nivel individual como social. Es crucial analizar los factores que influyen en la decisión de divorciarse y explorar las consecuencias socioeconómicas de esta tendencia para comprender mejor su impacto en el Ecuador contemporáneo.

EVOLUCIÓN DE LAS TASAS DE MATRIMONIO Y DIVORCIO EN ECUADOR

En la última década, Ecuador ha experimentado cambios significativos en las tasas de matrimonio y divorcio. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en 2012 se registraron 60.636 matrimonios y 21.122 divorcios. Sin embargo, para el año 2022, el número de matrimonios había disminuido a 55.345, mientras que los divorcios aumentaron a 24.595. Esto representa una disminución del 8,7% en los matrimonios y un aumento del 16,4% en los divorcios en un período de 10 años (Gráfico 1). 

Gráfico 1

Evolución de matrimonios y divorcios 

La tasa de matrimonios por cada 10.000 habitantes también ha disminuido, pasando de 37,2 en 2012 a 30,8 en 2022. Por otro lado, la tasa de divorcios ha aumentado de 13,4 en 2012 a 13,7 en 2022. Estas cifras indican una clara tendencia hacia una menor disposición a casarse y una mayor propensión a divorciarse en la sociedad ecuatoriana.

Es importante destacar que la duración promedio de los matrimonios antes del divorcio también ha aumentado en la última década. En 2012, la duración promedio era de 14,8 años, mientras que en 2022 alcanzó los 16 años. Esto sugiere que, a pesar de que más parejas están optando por el divorcio, están permaneciendo casadas por períodos más largos antes de tomar esa decisión (Gráfico 2).

Gráfico 2

Cuántos años dura una pareja 2012 – 2022

GALÁPAGOS, LA PROVINCIA CON MÁS DIVORCIOS PÉR CÁPITA

Las tasas de divorcio per cápita en Ecuador presentan notables diferencias entre las distintas regiones y provincias del país. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), existe una variación significativa en la incidencia de divorcios a nivel regional cuando se considera la población de cada provincia.

La provincia con la tasa de divorcio más alta es Galápagos, con una tasa de 35,36 divorcios por cada 10.000 habitantes. Esta cifra es considerablemente superior a la tasa nacional y puede estar influenciada por las características demográficas y socioeconómicas únicas de la región insular.

Otras provincias con tasas de divorcio relativamente altas incluyen Imbabura (21,83), Pastaza (18,90) y Carchi (18,06). Estas regiones se encuentran principalmente en la Sierra y la Amazonía, lo que sugiere que los factores culturales y socioeconómicos de estas zonas pueden influir en las tasas de divorcio (Gráfico 3).

Gráfico 3

Tasa de divorcios por provincia 

Por otro lado, las provincias con las tasas de divorcio más bajas son Los Ríos (4,81), Esmeraldas (7,47) y Santa Elena (7,93). Estas regiones se ubican principalmente en la Costa, lo que indica que las dinámicas familiares y sociales en estas partes del país pueden ser diferentes y contribuir a una menor incidencia de divorcios en relación con su población. 

FACTORES DE RIESGO PARA EL DIVORCIO EN LA ÚLTIMA DÉCADA

En la última década, varios factores socioeconómicos y demográficos han influido en el riesgo de divorcio en Ecuador. Según un estudio de Diego Ochoa, titulado “Factores de riesgo para el divorcio en ecuador”, para el año 2021 la diferencia de edad entre los cónyuges seguía siendo un factor significativo. Cuando existe una diferencia de edad mayor a 10 años, el riesgo de divorcio aumenta en un 17,8% en comparación con las parejas con una diferencia de edad menor.

La presencia de hijos también ha sido un factor de riesgo constante en la última década. Las parejas con hijos a cargo tienen un riesgo de divorcio 12,8% mayor que aquellas sin hijos. Las presiones financieras y emocionales asociadas con la crianza de los hijos pueden contribuir a este mayor riesgo.

Otro factor que ha persistido es la diferencia en el nivel educativo entre los cónyuges. Cuando existe una disparidad en la educación, el riesgo de divorcio aumenta en un 8,4%. Las diferencias en los logros educativos pueden generar tensiones y desafíos en la relación.

Por otro lado, el distanciamiento residencial entre los cónyuges ha seguido actuando como un factor de protección en la última década, reduciendo el riesgo de divorcio en un 9,1%. La separación geográfica puede disminuir los conflictos cotidianos y fomentar una mayor valoración del tiempo juntos.

La diferencia étnica entre los cónyuges también ha mantenido su influencia, aumentando el riesgo de divorcio en un 6,1%. Las diferencias culturales y de origen pueden generar desafíos adicionales en el matrimonio.

IMPLICACIONES SOCIALES DEL AUMENTO DE LAS TASAS DE DIVORCIO 

Una de las principales preocupaciones son las consecuencias en los hijos de parejas divorciadas. Según José Cantón y María del Rosario Cortés en su artículo titulado “Las consecuencias del divorcio en los hijos”, los niños pueden enfrentar desafíos emocionales, psicológicos y de desarrollo como resultado de la separación de sus padres. Esto puede afectar su rendimiento escolar, relaciones sociales y bienestar general.

Además, el divorcio ha contribuido a la formación de hogares monoparentales en la última década. Asimismo señalan que las madres solteras, en particular, pueden enfrentar dificultades para conciliar el trabajo y la crianza de los hijos, lo que puede limitar sus oportunidades laborales y económicas.

El aumento de las tasas de divorcio también ha influido en la percepción social del matrimonio y las relaciones familiares. A medida que el divorcio se ha vuelto más común, puede haber una menor estigmatización social, pero también puede generar una mayor incertidumbre y precaución al momento de contraer matrimonio.

Es importante que la sociedad ecuatoriana aborde estas implicaciones sociales y desarrolle políticas y programas para apoyar a las familias y los individuos afectados por el divorcio. Como señalan Tomas Wills, Elaine Blechman y Grace McNamara en su artículo “Family support, coping, and competence”, esto puede incluir servicios de asesoramiento y terapia, programas de apoyo para padres y madres divorciados, y esfuerzos para promover la coparentalidad saludable después del divorcio.

IMPLICACIONES ECONÓMICAS DEL DIVORCIO

Según Mauricio Montenegro, en su artículo “Un cáncer económico llamado divorcio”, el divorcio tiene un impacto económico significativo tanto a nivel individual como social en Ecuador. La separación y el divorcio conducen a los excónyuges a tomar medidas económicas para la atención, el amparo, la vigilancia y la manutención de los hijos, resguardando y retribuyendo en términos económicos a la pareja menos favorecida por este proceso.

De acuerdo con Montenegro, según datos del INEC (2016), en Ecuador el 91,15% de las mujeres divorciadas tenían hijos a cargo, en comparación con solo el 7,54% de los hombres divorciados. Esta disparidad sugiere que las mujeres asumen una mayor responsabilidad financiera después del divorcio, lo que puede afectar su nivel de vida y oportunidades económicas. Además, el autor señala que el divorcio implica costos legales y de manutención de los hijos. En la última década, las parejas divorciadas con hijos a cargo han durado casadas en promedio 12,45 años, mientras que aquellas sin hijos han durado 13,88 años. Esto indica que la presencia de hijos puede acelerar la decisión de divorcio y generar mayores desafíos económicos.

Los datos más recientes de la Enemdu anualizada para el 2023 respaldan estas afirmaciones, mostrando que el 42,9% de las mujeres divorciadas tiene un empleo adecuado, en comparación con el 37,7% de los hombres divorciados. En cuanto al subempleo, el 11,4% de las mujeres divorciadas se encuentra en esta situación, mientras que para los hombres divorciados es del 8,8%. Además, el 32,8% de las mujeres divorciadas tiene otro empleo pleno, en contraste con el 48,2% de los hombres divorciados (Gráfico 4).

Gráfico 4

Condición de actividad de divorciadas y divorciados 

A nivel social, Montenegro menciona que el aumento de las tasas de divorcio en la última década puede haber afectado la economía en general. Los hogares divididos pueden experimentar una disminución en su capacidad de consumo y ahorro, lo que a su vez puede influir en el crecimiento económico. Además, el Estado puede enfrentar una mayor demanda de servicios sociales y asistencia para las familias monoparentales resultantes del divorcio.

Sin embargo, el autor también destaca que el ciclo económico ha influido en las tasas de divorcio en la última década. Durante los períodos de crecimiento económico por debajo del nivel natural, el riesgo de divorcio ha disminuido. Esto sugiere que las parejas pueden estar más dispuestas a permanecer juntas durante tiempos económicos difíciles para compartir los recursos y enfrentar los desafíos financieros.

El notable incremento de las tasas de divorcio en Ecuador durante la última década, acompañado por una disminución en los matrimonios, representa un fenómeno social y económico de gran trascendencia. Si bien factores como la brecha de edad, la presencia de hijos y las diferencias educativas y étnicas han influido en el riesgo de ruptura matrimonial, la distancia residencial ha actuado como un factor protector.

Esta realidad ha propiciado la proliferación de hogares monoparentales, liderados mayoritariamente por madres que deben afrontar desafíos para conciliar trabajo y crianza, limitando sus oportunidades laborales y económicas. Paralelamente, los hijos de padres divorciados pueden experimentar impactos emocionales, psicológicos y en su desarrollo integral.

Esta transformación en las dinámicas familiares ecuatorianas demanda una respuesta integral por parte de las autoridades y la sociedad, encaminada a mitigar sus efectos adversos y brindar el apoyo necesario a las familias e individuos involucrados en procesos de divorcio. Abordar estas implicaciones socioeconómicas resulta crucial para promover el bienestar de todos los sectores de la población.

 

(*) Analista económica Revista Gestión.

 

Last modified on 2024-05-21

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