El cuerpo humano es una fortaleza bien equipada, diseñada para enfrentarse y derrotar a los invasores microscópicos conocidos como gérmenes. Estos microorganismos, incluidos virus, bacterias y hongos, están en todas partes, desde el mango del autobús hasta la pantalla de tu móvil.
Aunque algunos son benignos e incluso útiles (los que forman la microbiota, el ecosistema microscópico que habita nuestro interior), otros pueden causar enfermedades (a esos los llamamos patógenos).
Para mantener una vida saludable, es esencial entender cómo combate a estos patógenos nuestro cuerpo. Lo intentaré explicar brevemente.
Primera línea defensiva
Al igual que en un castillo, tu primera línea de defensa son las barreras físicas y químicas que impiden el paso a los atacantes. El parapeto más importante es tu piel: no solo actúa como un muro infranqueable para la mayoría de los gérmenes, sino que también es capaz de producir aceites y sudor con sustancias químicas hostiles para los microbios, impidiendo su crecimiento. Utilizar jabones de pH neutro será importante para mantener esa función defensiva.
Otras barreras físicas de nuestro cuerpo son las mucosas que recubren la boca, la nariz y los ojos. Producen moco y lágrimas que sirven para capturar y “lavar” a los gérmenes, actuando así de barreras químicas. También tu ácido estomacal actúa como un potente escudo químico contra la mayoría de los gérmenes que entran en tu cuerpo con la comida o bebida.
Cuando los gérmenes logran traspasar esas barreras externas comienza la verdadera acción dentro del organismo. El sistema inmunitario, el encargado de defender el interior, es el mejor ejército profesional del mundo, compuesto por millones de soldados celulares especializados y numerosas armas de destrucción. La acción conjunta de estas células y el armamento molecular se llama respuesta inmunitaria.
Last modified on 2024-05-29