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Hoy es difícil encontrar a alguien que no sepa qué producto “te da alas”. La publicidad de las bebidas energéticas está volando alto desde hace mucho tiempo, y es frecuente verla en eventos deportivos, culturales o en la televisión.

Además, durante las últimas semanas, hemos escuchado en España nuevas propuestas sobre la regulación legal de estas bebidas por parte del Ministerio de Sanidad o la Xunta de Galicia, que publicó el pasado mes de noviembre un anteproyecto de ley para prohibir su venta a menores.

Pero ¿qué efectos tienen sobre la salud? ¿Por qué preocupa tanto que las tomen los adolescentes?

Un consumo muy extendido

Las bebidas energéticas son bebidas no alcohólicas que contienen cafeína, taurina, azúcar, vitaminas y otros ingredientes. Ofrecen al consumidor la posibilidad de mejorar el rendimiento e incrementar la energía. Desde su aparición en 1987, su producción ha crecido exponencialmente, y se calcula que su valor en el mercado supera los 100 000 millones de dólares.

Los últimos datos epidemiológicos recogidos en la encuesta ESTUDES de 2023 indican que el 37,7 % de los adolescentes españoles entre 12 y 13 años, así como el 47,7 % de los individuos entre 14 y 18, han consumido alguna bebida energética en el último mes. Además, el 10,2 % de los menores de entre 12 y 13 años, y el 19,5 % entre 14 y 18 años, las han combinado con alcohol. Estas prevalencias son las más altas desde 2016, año en el que se empezó a analizar su consumo.

Múltiples efectos sobre la salud

El ingrediente que ha generado más debate es la cafeína. Las bebidas energéticas contienen entre 290 y 430 mg por litro, dependiendo de la marca. Es una sustancia adictiva que produce dependencia y tolerancia, y, por lo tanto, un síndrome de abstinencia al reducir o eliminar su consumo.

Las recomendaciones indican que consumir más de 400 mg diarios de cafeína tiene efectos perjudiciales para la salud en los adultos. Aunque en niños y adolescentes no están claros los niveles seguros, no se aconseja tomar más de 2,5 mg por cada kilo de peso al día.

Un consumo excesivo de esta sustancia estimulante conlleva importantes efectos negativos en la salud, como problemas cardiovasculares, endocrinos, digestivos, y problemas de salud mental, como depresión, ansiedad o insomnio.

La cafeína, el azúcar y la taurina han sido ampliamente estudiadas. Sin embargo, los efectos derivados del consumo de bebidas energéticas no pueden atribuirse a la suma de sus ingredientes, ya que existe la posibilidad de que se genere un efecto adicional derivado de la combinación de sus componentes.

Tomar estos productos tiene un impacto sobre la salud física, afectando a pulmones, hígado y riñones, así como al sistema cardiovascular, endocrino y reproductivo. Además, se relaciona con problemas de salud mental, lo que incluye estrés, ansiedad, ideación suicida y problemas de sueño. Y por si fuera poco, se ha vinculado a conductas como no usar cinturón de seguridad, realizar prácticas sexuales de riesgo o consumir drogas legales e ilegales.

La fatídica mezcla con alcohol

Una de las prácticas más peligrosas es la combinación con bebidas alcohólicas. Las bebidas energéticas camuflan los efectos de intoxicación del alcohol (falta de coordinación motora, incremento de los tiempos de reacción, somnolencia…), dando lugar a una falsa percepción de control.

Esto se traduce en una mayor ingesta de alcohol, más riesgo de sufrir coma etílico y otras consecuencias no deseadas, como accidentes de tráfico. Además, puede producir efectos dañinos a largo plazo en el hígado o el sistema cardiovascular.

 

Last modified on 2024-01-16

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