Construir una planificación estratégica implica tener una mayor probabilidad de éxito futuro. Si bien esta no garantiza el éxito, maximiza su factibilidad, por tanto, la planificación, más que un ejercicio motivacional, es una necesidad, y la estrategia es parte de la vida empresarial.
La Revista Fortune afirmó que 90% de estrategias bien formuladas fracasa, solo 10% lo logra; muchas veces no se ejecuta porque no se controla y no se le da el debido seguimiento. Es clave por tanto determinar qué se está haciendo erróneamente.
CAUSAS DEL FRACASO EN LA PLANIFICACIÓN
1. No se mide: una planificación sin indicadores sincronizados y sistematizados lleva al fracaso. No tener mediciones como evaluadores, detectores y ejecutores vuelve a la planificación un ejercicio retórico. Sin indicadores no es posible una estructura de alerta temprana y tampoco mediciones de logro que permitan evaluar los avances y compararlos con hitos como parte de una ejecución de la estrategia.
2. Falta de capacitación o de formación: en las organizaciones hay poco talento humano que esté formado en estrategia con competencias afines a la planificación, por tanto, es difícil ejecutar o desarrollar lo que no se logra entender. Los perfiles profesionales de quienes administren este proceso deben ser competentes y experimentados de tal formar que garanticen la gestión y logren difundirla a la organización.
3. Falla el despliegue: la planificación debe desplegarse a través de un efecto cascada partiendo de la estrategia. El éxito es bajar del nivel estratégico al operativo y al ámbito táctico del día a día. Los proyectos deben estar perfectamente alineados con los planes, un plan bien hecho tiene un número específico de proyectos vinculados al enfoque estratégico. La estrategia debe estar alineada con el presupuesto; el recurso monetario es imprescindible para que la planificación funcione.
4. Una buena dosis de “quemeimportismo”: se observa falta de importancia institucional en la aplicación y ejecución de una estrategia debidamente planificada. No se le da seguimiento por falta de comprensión y medición. Pasa a ser un tema tabú que no se prioriza y al que se dedica poco tiempo. No hay forma de controlarla, lo que conduce a que los responsables del ámbito estratégico la posterguen y consideren básicamente un requisito más no una competencia.
5. Desconocimiento del entorno: el entorno macroeconómico, político y jurídico conspira para que se logre o no lo que se planifica empresarialmente, se vive en un ambiente volátil, que dispara el riesgo y la incertidumbre. Pueden cambiar las condiciones de los factores de incidencia y que lo que se haya proyectado ya no tenga factibilidad. El método de escenarios y una visión prospectiva son los mitigantes en este punto.
6. Cultura de procrastinación: postergar es la norma, actitud que afecta a la cultura organizacional. Dejar de lado y poco a poco lo planificado acarrea graves consecuencias en los negocios, desmotiva a los trabajadores y a largo plazo desalienta a los inversionistas.
*Ingeniero comercial, con especialización en finanzas y habilidades múltiples. Director de Management Advise and Consulting (MA&C). Docente universitario.
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Last modified on 2020-01-14