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Autor: Mariela Méndez Prado y Sandy Quishpillo Pilco *

Un verdadero acompañamiento universitario podría realmente ser un vínculo fuerte entre los alumnos y las instituciones educativas. Sin embargo, este debe generarse durante y no después de la obtención de su título.

La pandemia nos ha dejado grandes lecciones sobre conectividad, adaptación y  transformación. Las instituciones de educación nacional, a todo nivel, han sucumbido ante los estragos causados por la falta de recursos de infraestructura tecnológica y conectividad que algunas pudieron sortear con mayor facilidad que otras, pero la falta de acompañamiento a sus estudiantes en todo el proceso de estudio, se convirtió en un tema escabroso a tratar y medir en un periodo de alta fragilidad humana.

Un proceso de enseñanza con interrumpido contacto personal y con los embates propios de la pandemia representa también una oportunidad para repensar procesos que pudieron ser hasta hoy considerados una simple formalidad y ampliar la perspectiva de lo que pudieron, pueden y podrían hacer las mentorías por los estudiantes universitarios, en un contexto de mayor despersonalizacion pedagógica con una sociedad interconectada que facilita la comunicación bien diseñada.

En la Constitución del Ecuador figura que la educación se centrará en el ser humano y se garantizará su desarrollo holístico.

LAS MENTORÍAS MITIGAN LA DESPERSONALIZACION PEDAGÓGICA Y POTENCIAN EL ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL

La investigadora educativa Irene Camacho (2018) se refiere a la mentoría como una relación estructurada y de confianza de personas  que ofrecen guía, apoyo y aliento a los jóvenes con el fin de mejorar sus competencias y carácter, por lo que no puede ser confundida con un tutor, quien es más una guía en un recorrido específico de temas cognitivos a fortalecer y ejecutar.

Resumido por  Risquez (2008), la mentoría es:

 

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Pensando en la educación superior, desde finales del 2010, la normativa dispone que las instituciones deben tener una unidad administrativa de bienestar destinada a promover los derechos entre la comunidad, desarrollar procesos de orientación, y ofrecer servicios asistenciales que se determinen en la reglamentación de cada institución. En paralelo, en el Reglamento de carrera y escalafón del profesor de educación superior, consta como una de las actividades de docencia la orientación y acompañamiento a través de mentorías presenciales o virtuales.

En suma, existe un derecho declarado constitucionalmente, un requerimiento de unidades de bienestar institucional, un escalafón  docente que contempla en parte algo de la actividad de mentorías y una población evidente requiriéndolas.

Existe, entonces, el marco para hacer de las mentorías una actividad que genere un círculo virtuoso de desarrollo humano profesional delineado de manera general, pero que requiere una visión aguda de los estrategas de la administración educativa para estructurarlo y potenciarlo en beneficio de la comunidad.

La experiencia educativa que tiene un estudiante universitario es un símil de una venta de un servicio de parte de la institución de educación superior, en donde el futuro profesional busca titularse en la institución seleccionada o asignada para ello.

La visión actual del acompañamiento, se centra en las dificultades con el docente, cambios de carrera y calificaciones. Existe una distorsión de su verdadera naturaleza, que es mejorar la experiencia de educación por medio de la escucha activa de lo que le está pasando al alumno, identificar el problema, atender sus necesidades e ir corrigiendo a tiempo, pero sobre todo, que el seguimiento sea constante y continuo.

La fluidez de la relación universidad-estudiante concibe beneficios para ambas partes. La convergencia entre sus actores por intermedio de las consejerías da como resultado información valiosa que promueve la generación de nuevas ideas para resolver problemas y desafíos comunes. La reacción de la universidad debe ser proactiva más no reactiva.

El acompañamiento arranca desde la captación de un aspirante universitario y se piensa que finaliza con la obtención del título profesional, dicho de otra forma, una persona empieza como estudiante y se convierte en lo que hoy se denomina alumni. No obstante, hay un abanico de posibilidades que la gestión educativa subestima de estos últimos.

En términos prácticos, la educación, al igual que cualquier otro servicio, sigue un proceso de venta. El seguimiento a sus estudiantes es un espacio para crear la “fidelización del cliente”, por consiguiente, se produce el engagement, que, en otras palabras, es el grado de relación que un alumno (cliente) siente con la universidad (marca). Incluso, algunos autores resumen como la conexión emocional entre ambos.

No se puede pensar en una institución que se preocupa por su graduado si durante su formación no logra potenciar todos los mecanismos y recursos disponibles para generar una comunicación activa de doble vía en un ambiente altamente conectado.

DE LOS HECHOS A LA ACCIÓN: CONSEJERÍAS ESTRUCTURADAS E INTERCONECTADAS

Este artículo procura mostrar una experiencia de haber querido reunir a los estudiantes y luego de entender que las consejerías deben cambiar radicalmente su forma de contacto y manejo. Cuarenta alumnos de la carrera de Economía fueron indagados para obtener su teléfono y mantener la conexión grupal y con ello hacer extensiva la medición de  sus vivencias.

La actual consejería mide solo a los estudiantes obligados por un bajo desempeño académico, pero la virtualidad requería una participación de todos para poder explorar sus condiciones de desarrollo.

Se aplicó un formulario de 17 preguntas con aspectos tales como:

Enseñanza-aprendizaje: percepción del proceso de enseñanza y autopercepción de su motivación frente a las clases virtuales.

Gestión de la carga académica: registro actual, potencial de anulación de materias, etc.

Localización del estudiante: dentro o fuera de la ciudad recibiendo clases online, requerimientos de soporte administrativo (ayuda sicológica, equipos, trámites de su malla curricular).

Su salud y la de su familia: pérdidas por COVID, contagios, etc.

 

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Previo al primer contacto con la persona, se llevó a cabo las siguientes actividades: esquematizar un canal de comunicación con el grupo, desarrollar un protocolo de actividades o temas abordar en cada sesión, empoderamiento de los procesos administrativos y lectura de cada caso.

Entre los hallazgos más relevantes figura que solo el 36% opina que todo está bien en clases respecto a la enseñanza. El 45% declaró desmotivación en general para aprender y colaborar con lo requerido en clase. Respecto a la gestión de la carga académica, los estudiantes en promedio cursan cuatro materias por semestre, así como solo el 50% se registra con regularidad en cada ciclo.

Del total de estudiantes, 69% toman sus clases desde la ciudad de Guayaquil o zonas aledañas. En referencia a la necesidad de soporte administrativo, el 22% requirió asistencia personalizada de sus pasantías o para absolver consultas respecto a la materia de graduación.

También, se plantearon preguntas de coyuntura y resultó que 35% de ellos sufrieron pérdidas de padres o familiares y fue necesaria la intervención de los especialistas con asistencia psicológica para el manejo adecuado de las etapas de duelo. Finalmente, solo tres personas no tienen planes de inocularse contra  COVID-19.

Ahora bien, de la metodología aplicada también se obtuvieron revelaciones de las dificultades suscitadas. Por ejemplo, en el proceso de enseñanza-aprendizaje sobresale la poca interactividad entre las partes, así como el cambio sin previo aviso de la modalidad asincrónica de la clase.

Con relación a la carga académica, se evidencia que el contenido por materia no es proporcional al tiempo de enseñanza. Asimismo, la ineficiente conectividad a internet afecta la concentración y fluidez del aprendizaje. En su mayoría, carecen de un espacio adecuado para el estudio. Como anotación final, muchos de los estudiantes combinan sus estudios con un trabajo que sirve de sustento ante la precaria situación económica de la familia.

El levantamiento de información con base en una planificación adecuada fue exitoso; se logró tener una consejería con la participación de 98% de las personas, permitiendo conocer sus problemas y necesidades que fueron en gran medida atendidas por la administración educativa con la interlocución del docente, ocupando el rol de agente personalizado de contacto entre los integrantes de la comunidad educativa.

El actuar del docente en las consejerías va mucho más allá de lo establecido en la normativa, implica el involucramiento activo y constante con sus aprendices. De hecho, se crea un lazo e interés entre ambos. Las consejerías deberían ser ineludibles, para un buen monitoreo del bienestar integral del estudiante.

¿Qué pasaría si desde la administración de cada institución se plantean parámetros y metodologías uniformes con base a objetivos? El acompañamiento universitario sería más práctico en términos de obtención de datos. La disponibilidad de información actualizada es crucial para la mejora continua del servicio y para establecer canales de comunicación más efectivos.

Las consejerías permiten hacer un feedback a cada caso, por ende, las respuestas son más oportunas y eficientes. A la gestión educativa le proporciona insumos de análisis para la asignación eficiente de recursos, mejoras en la planificación académica, reducción de deserción estudiantil e impulsa la continuidad hacia la etapa laboral.

Al final del día, el beneficiario final es la sociedad en general, dado que el alumni estará en la capacidad de participar de forma integral en el desarrollo del país.

CÍRCULO VIRTUSO DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO Y EL ALUMNI

Una vez finalizada la carrera universitaria, el graduado emprende el vuelo a la siguiente fase. Sin embargo, la labor de las universidades con ellos continúa, aquí es donde entra en acción las estrategias para generar el engagement adecuado según los objetivos estratégicos de la institución.

La realidad de muchas universidades es penosa, porque carecen de información actualizada de sus graduados, desde lo más básico hasta lo específico, por ejemplo: lugar de residencia, mail, teléfono personal, redes sociales que utiliza, trayectoria laboral, nivel académico, preferencias e intereses personales.

La integración con los alumni aún transita caminos medianamente estructurados, que están muy lejos de participar como aliados estratégicos. Desde otra perspectiva, los graduados son agentes de desarrollo en la gestión educativa.

Para ejemplificar, si en el futuro la institución carece de recursos para llevar a cabo la construcción de un laboratorio, la primera puerta a tocar es la del alumni, y no pensando en el aporte económico sino en las redes de apoyo o células especializadas a las que pertenezca, el networking promueve la conexión con los interesados y una efectiva difusión de cualquier actividad.   

Según el indicador de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) al cierre del año 2020, la tasa de desempleo juvenil para el rango de edad de 18 a 29 años alcanzó 9,5%. La colocación oportuna y efectiva de los estudiantes en el ambiente laboral puede corregirse con la participación activa de sus graduados.

Hay una necesidad inminente de fortalecer el círculo virtuoso entre los futuros profesionales y los alumni. Aspectos como la generación de empleo, creación de proyectos, pasantías, financiamiento, donaciones, networking, grupos de apoyo, capacitación, mentoring, colaboraciones científicas, entre otras, surgen en el correcto acompañamiento de la universidad a lo largo del tiempo.

 

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Agentes de desarrollo de la gestión educativa universitaria

 

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Elaborado por: las autoras.

Hay tantos desvaríos de lo que implica la gestión educativa, que es una invitación a repensar internamente y cambiar los paradigmas, lo que llevará a tener mayor éxito en su gestión, pero sobre todo por los estudiantes, que confían en la institución que los van acompañar para mejorar su experiencia de formación.

Posteriormente, el alumno será capaz de articular y expandir sus fortalezas y maximizar su potencial, no solo desde el enfoque de conocimientos sino como desarrollo integral. Es un llamado a la autorreflexión para que las redes sociales tributen a ese objetivo que tienen las universidades de acompañar, conectar y mantenerse conectados no solo como profesionales sino como seres humanos.

Existe el marco para poder hacer de las mentorías una actividad que genere un círculo virtuoso de desarrollo humano y profesional delineado de manera general pero se requiere una visión aguda de los estrategas de la administración educativa para estructurarlo y potenciarlo en beneficio de la comunidad.

 

(*) Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de ESPOL; smendez@espol.edu.ec; sanliqui@espol.edu.ec.

 

 

 

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Last modified on 2021-08-12

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