Según las últimas proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), con la asistencia técnica de la División de Población de la CEPAL y basado en la información histórica demográfica, se espera que la población joven de Ecuador entre 2030 y 2050 decrezca, mientras que la población adulta y mayor aumente.
El último censo nacional, llevado a cabo en 2022 luego de una demora de dos años debido a la pandemia de COVID-19, reveló que el ritmo del crecimiento poblacional del Ecuador fue menor al pronosticado. Si bien la disminución de la tasa de fecundidad ha contribuido a esta tendencia, también han influido factores coyunturales de la última década: la intensificación de la ola migratoria, las muertes ocasionadas por el coronavirus entre 2020 y 2022, y el aumento de los homicidios intencionales.
ECUADOR DEMOGRÁFICAMENTE
Los últimos datos del censo poblacional 2022 revelados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) muestran a un Ecuador con 1’938.986 habitantes. La población está compuesta mayoritariamente por mujeres, que representan el 51,3% del total. Además, se observa una importante concentración en zonas urbanas, donde habita el 63,1% de los ecuatorianos, mientras que la población rural equivale al 36,9%.
Comparando con los datos del censo anterior (2010), se muestra un incremento total de 2’479.909 personas en 12 años. Sin embargo, la tasa de crecimiento anual ha ido decreciendo: mientras entre 2001 y 2010 fue del 1,9%, en el período intercensal 2010-2022 bajó a 1,23%, el más bajo registrado. Esto respalda las proyecciones del INEC que anticipan una desaceleración del crecimiento demográfico en las próximas décadas (Gráfico 1).
Gráfico 1
Población y tasa de crecimiento intercensal
Descomponiéndolo por edad se tiene que, a pesar de tener un población joven, es menos joven comparada con la del 2010; la mediana de edad pasó de 24 años a 29 años, hubo un decremento en la población menor de 15 años y la mayor parte de la población se encuentra en edad para trabajar. Según la Cepal, el envejecimiento de la población es consecuencia de la evolución de los componentes del cambio demográfico (fecundidad y mortalidad), además, afirma que en todos los países de América Latina y el Caribe la proporción y el número absoluto de personas de 60 años y más se incrementará sostenidamente en los próximos decenios, recalcando que tendrá profundas repercusiones en la sociedad y en ámbitos específicos de las políticas públicas como la cohesión social, los derechos humanos y el papel del Estado (Gráfico 2).
Gráfico 2
Población por rangos de edad (2001 -2022)
¿POR QUÉ SE TIENE MENOS HIJOS?
El descenso de la tasa de fecundidad evidenciado en Ecuador no constituye un fenómeno aislado, sino que se enmarca en una tendencia global, de hecho, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ahora pronostica que la población mundial se reducirá a finales de siglo y cada vez más estados hacen sonar la alarma por despoblación.
Asimismo, un estudio realizado en España titulado “¿Por qué las mujeres no tienen todos los hijos que dicen querer tener?” considera que los factores que han provocado estos valores bajos son las condiciones adversas del mercado laboral, las dificultades para crear un hogar, el aumento de la inestabilidad en las parejas y la falta de apoyo para facilitar la conciliación entre trabajo y familia.
En el caso ecuatoriano, según los últimos datos del INEC correspondientes a 2022, la tasa global de fecundidad alcanzó 1,86 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo poblacional establecido en 2,1. Esta insuficiente tasa de reemplazo implica que las nuevas generaciones no lograrían reponer numéricamente a las precedentes, ocasionando el envejecimiento progresivo de la pirámide poblacional y un decrecimiento demográfico en el largo plazo, con las consiguientes complicaciones sociales y económicas que esto conlleva (Gráfico3).
Gráfico 3
Tasa global de fecundidad
Este decrecimiento en la fecundidad que registra Ecuador refleja cambios en ámbitos sociales, económicos y culturales para las mujeres, como lo señala el INEC. Según una publicación de la Revista Vistazo, “cuando las mujeres ven un horizonte claro hacia dónde pueden avanzar y desarrollarse, postergan la maternidad y tienen menos hijos”. En efecto, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, actualmente intervienen en esta tendencia descendente “factores sociales como el incremento en la participación laboral femenina, mayor acceso a la educación y a métodos anticonceptivos, que influyen en la decisión de las mujeres de tener menos hijos o posponer la maternidad a edades más avanzadas”.
ESPERANZA DE VIDA MÁS ALTA
Por otro lado, en Ecuador también se ha producido un aumento sostenido de la esperanza de vida, tal como señala el INEC. Esta pasó de 67 años para los hombres y 71 años para las mujeres en la década de los 90, hasta alcanzar 75 años y 80 años, respectivamente, en 2022. Según manifiesta el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), “el crecimiento poblacional ha venido acompañado de avances tecnológicos y en materia de salud, que han permitido que aumente la esperanza de vida”.
El aumento de la esperanza de vida también plantea desafíos para las políticas públicas, especialmente en lo que respecta al sistema de seguridad social y los servicios de atención a la tercera edad. Según la académica Sandra Huenchuan, en su artículo “Envejecimiento, personas mayores y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, el descenso del crecimiento del número de habitantes en edad de trabajar, junto con el aumento de la relación de dependencia de las personas de edad, podría volver insostenibles los actuales programas públicos de pensiones, y quizás también los sistemas de salud.
No obstante, recalca que el envejecimiento de la población aumenta la demanda per cápita de riqueza, lo que, junto a una menor cantidad de hijos, lleva a que cada individuo, en cualquier edad, pueda acumularla. Si este aumento de la demanda de riqueza no se atiende por completo mediante el incremento de las transferencias, pero se satisface —al menos en parte— mediante la acumulación de activos en el hogar o fuera de él, el envejecimiento de la población aumentará el nivel de activos per cápita.
¿QUÉ SE ESPERA EN TÉRMINOS DEMOGRÁFICOS?
Las proyecciones demográficas recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de Ecuador reflejan una tendencia hacia el envejecimiento poblacional y un crecimiento demográfico más lento, una dinámica observada en muchas partes del mundo. Según estas proyecciones, a partir del 2030 la población joven comenzará a decrecer y para el año 2050 se espera que la población de Ecuador alcance los 21,1 millones de habitantes, con una edad promedio de 40,8 años y 230.036 nacimientos (Gráfico 4).
Gráfico 4
Evolución de la edad promedio
El envejecimiento de la población y el crecimiento más lento presentan desafíos significativos para la planificación de políticas públicas, especialmente en áreas como la salud, la seguridad social y el empleo. Según Paula Forttes, en su artículo titulado “Envejecimiento y Atención a la Dependencia en Ecuador”, disminuir la tasa de mortalidad conlleva la deseable consecuencia de aumentar la esperanza de vida. Sin embargo, cuanto mayor es la proporción de personas mayores en una población, mayor es la necesidad y la demanda de servicios de apoyo y cuidados de largo plazo.
¿EN QUÉ SE TRADUCEN LOS PROBLEMAS DEL CENSO?
Si bien los datos del último censo nacional aportan un panorama sobre las tendencias demográficas del Ecuador, existen cuestionamientos respecto a la confiabilidad de esta información. El exdirector del INEC Byron Villacís advirtió que “los datos del censo no son tan confiables” y que las consecuencias políticas “serían nefastas”. Sin estadísticas certeras, las acciones y políticas públicas del Estado podrían ser erróneas, indica.
Según el INEC, el censo 2022 tuvo una cobertura efectiva del 95,8% a nivel nacional y una omisión del 4,2%, lo que da cuenta de deficiencias en la calidad del operativo. Asimismo, medios de comunicación reportaron casos de personas que nunca fueron visitadas por los censistas, así como de quienes respondieron el cuestionario vía telefónica o WhatsApp, modalidades no contempladas dentro de los procedimientos formales.
Estas falencias implican que la real población ecuatoriana podría ser mayor a la registrada oficialmente. También ponen en duda indicadores clave como las tasas de natalidad, mortalidad, crecimiento vegetativo y distribución etaria y geográfica. Sin datos fidedignos, se afecta desde el reparto de recursos fiscales para los gobiernos locales hasta las proyecciones macroeconómicas y sociales de cara al 2030.
En síntesis, las tendencias demográficas actuales y proyectadas para Ecuador muestran un panorama de envejecimiento poblacional, reducción de la fecundidad, y crecimiento poblacional a ritmos cada vez menores. Si bien esto puede traer oportunidades en algunos ámbitos, también representa grandes desafíos en términos de sostenibilidad fiscal y cohesión social. Es crucial que el país encare políticas públicas integrales, con visión de largo plazo, para aprovechar el bono demográfico vigente, impulsar la productividad y el ahorro, así como fortalecer los sistemas de protección social con énfasis en los grupos dependientes como niños y adultos mayores.
Asimismo, es clave superar las deficiencias del último censo nacional para contar con información estadística de calidad que permita una adecuada planificación e inversión pública acorde a las necesidades cambiantes de la población. Solo así Ecuador podrá adaptarse de forma óptima a la nueva realidad demográfica y sentar bases sólidas de desarrollo humano equitativo y sostenible al 2050.
(*) Elaborado por Liz Ortiz, analista económica Revista Gestión.
Last modified on 2024-02-25