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Autor: Revista Gestión *

Ecuador, con una población de 16′938.986 habitantes según el último censo del 2022, enfrenta una realidad preocupante en cuanto a la migración interna. Los datos censales revelan que 2′928.515 personas habitan en una provincia distinta a la de su nacimiento, evidenciando la magnitud y complejidad de este fenómeno.

¿CUÁLES SON LAS PROVINCIAS CON MÁS FLUJO MIGRATORIO?

Las provincias de Manabí, Guayas, Los Ríos y Loja registran el mayor número de personas que han migrado hacia otras partes del país, especialmente hacia los polos de atracción que constituyen las ciudades de Quito, Guayaquil y Cuenca. Manabí lidera esta tendencia migratoria con 503.394 migrantes internos, según el censo de 2022, seguida por Guayas, con 299.734 migrantes; Los Ríos, con 248.848, y Loja, con 219.202. Los principales destinos de estos flujos migratorios son las provincias de Guayas, Pichincha y Santo Domingo de los Tsáchilas

En el caso de Manabí, aproximadamente medio millón de personas han dejado su provincia natal en la última década, lo que evidencia la magnitud del fenómeno. Esta tendencia migratoria no solo genera desequilibrios demográficos, sino que también tiene profundas implicaciones económicas y sociales en las provincias de origen y destino (Gráfico 1).

Gráfico 1

Top 4 de provincias con más flujo migratorio 

¿QUÉ ESTÁ OCASIONANDO LA MIGRACIÓN INTERNA?

El economista y sociólogo Pablo Samaniego señala que la migración interna en Ecuador responde principalmente a las condiciones preexistentes en el campo y las ciudades intermedias. Las grandes urbes como Quito o Guayaquil son polos de atracción debido a su dinámica económica propia y su capacidad de producción. Sin embargo, la población rural actual enfrenta una reducción en sus medios de vida por dos razones fundamentales.

En primer lugar, la extensión de tierra disponible para cultivar es cada vez más pequeña, lo que limita la capacidad productiva de los agricultores. En segundo lugar, existe un problema de rentabilidad relacionado con los precios agrícolas. Estos han crecido en menor proporción que los precios de los productos no agrícolas, lo que reduce los ingresos que se pueden obtener de una determinada área de terreno. Además, el aumento del margen de comercialización agrava esta situación.

Ante este escenario, Samaniego menciona dos estrategias que se observan en la literatura sobre el tema. Una de ellas es la migración diaria hacia las plantaciones y los agronegocios ligados a la exportación o hacia las ciudades intermedias en busca de oportunidades laborales. Esto es posible gracias a las mejoras en la infraestructura vial que facilitan los desplazamientos. La otra estrategia es la migración definitiva, donde las personas dejan permanentemente sus lugares de origen para establecerse en otras zonas con mejores perspectivas económicas.

El impacto de estos flujos migratorios es evidente en algunas localidades. Samaniego cita el ejemplo de Zumbahua, donde se estima que han perdido alrededor de 3.000 jóvenes en el último año debido a la migración. Este éxodo de la población joven tiene profundas implicaciones para el desarrollo y la sostenibilidad de las comunidades rurales.

Además de los factores económicos, el catedrático considera que la inseguridad es otro factor que impulsa la migración interna. La violencia y la delincuencia en ciertas zonas del país pueden llevar a las personas a buscar entornos más seguros para vivir y trabajar.

Es importante destacar que estas causas de la migración interna están interrelacionadas y requieren un abordaje integral por parte de las políticas públicas. Es necesario promover el desarrollo rural sostenible, mejorar las condiciones de vida en el campo, fortalecer la agricultura familiar y garantizar precios justos para los productos agrícolas. Al mismo tiempo, se deben generar oportunidades laborales diversificadas en las ciudades intermedias y abordar los problemas de inseguridad.

DISPARIDADES TERRITORIALES Y MIGRACIÓN INTERNA

Según los datos censales, la población inmigrante interna en Guayas, es decir, las personas provenientes de otras provincias que residen en Guayas, se redujo en 12,2% entre 2010 y 2022. En Pichincha, la población inmigrante interna pasó de 782.914 en 2010 a 728.914 en 2022, una reducción del 7%. En contraste, el número de personas de otras provincias residiendo en Manabí, es decir, la población inmigrante interna en Manabí, aumentó de 86.124 en 2010 a 141.285 en 2022, un incremento del 64,05% (Gráfico 2). 

Gráfico 2

Evolución de la población en Pichincha, Guayas y Manabí

Estas dinámicas plantean desafíos en términos de planificación urbana, provisión de servicios básicos y gestión de la movilidad. Además, pueden profundizar las disparidades territoriales, con zonas expulsoras de población enfrentando dificultades para retener talento humano y dinamizar sus economías, mientras que las áreas receptoras pueden verse desbordadas en su capacidad de absorber e integrar a los migrantes.

LAS CONSECUENCIAS DE LA MIGRACIÓN INTERNA SON COMPLEJAS

Desde una perspectiva económica, la migración interna puede tener efectos tanto positivos como negativos, dependiendo de las características de las corrientes migratorias y de la capacidad de los migrantes para integrarse en actividades productivas en sus lugares de destino. Como señala Samaniego, si un migrante campesino se articula en el mercado laboral urbano, ya sea en una ciudad pequeña o grande, y logra desarrollar actividades de mayor productividad, esto puede contribuir al aumento del producto del país. En este caso, la migración interna estaría asociada a una mayor eficiencia en la asignación de recursos y a un incremento de la productividad agregada.

Sin embargo, también pueden darse situaciones inversas, donde los migrantes no logren encontrar trabajo del mismo nivel que tenían en sus lugares de origen, lo que podría conducir a una reducción de la productividad y del PIB. Esto pone de manifiesto la importancia de analizar las corrientes migratorias específicas y sus impactos diferenciados en los territorios de origen y destino.

Además de los aspectos económicos, la migración interna tiene profundas implicaciones sociales. Como señalan Barragán-Ochoa, Martínez Godoy y Delgado, en su artículo titulado “Patrones espaciales migratorios entre campos y ciudades y su incidencia en el futuro de los territorios rurales y agroalimentarios andinos: Reflexiones desde el caso ecuatoriano”, los flujos migratorios internos establecen una relación dialéctica con la dinámica de los territorios, donde las mutaciones territoriales inciden en los patrones migratorios y, a su vez, las migraciones influyen en las posibilidades de desarrollo de los territorios. Esto implica que la migración interna no solo responde a factores económicos, sino también a las condiciones de vida, el acceso a servicios básicos, las oportunidades educativas y la seguridad en los lugares de origen y destino.

Otro aspecto relevante es el impacto de la migración interna en las dinámicas familiares y comunitarias. El desplazamiento de personas, especialmente de jóvenes, puede generar rupturas en los lazos familiares y debilitar el tejido social en las comunidades de origen. 

Como menciona el estudio citado arriba, algunas localidades han experimentado una pérdida significativa de población joven debido a la migración. Esta migración juvenil tiene profundas implicaciones para el desarrollo y la sostenibilidad de estos territorios, ya que se pierde capital humano valioso y se altera la estructura demográfica local. Además, la ausencia de jóvenes puede afectar la transmisión de conocimientos tradicionales, la innovación y el emprendimiento en estas comunidades.

¿QUÉ SE PUEDE HACER ANTE ESTA PROBLEMÁTICA?

Frente a la compleja realidad de la migración interna en Ecuador, es fundamental adoptar un enfoque integral y multidimensional en las políticas públicas. Como señala Samaniego, uno de los principales desafíos es garantizar la producción de alimentos para el mercado interno, evitando una excesiva dependencia de las importaciones. La seguridad alimentaria del país está en juego, y es necesario fortalecer la agricultura familiar y campesina para asegurar el abastecimiento de alimentos a precios asequibles para la población.

Samaniego enfatiza que, desde las reformas agrarias de 1964 y 1972, no ha habido esfuerzos significativos para abordar los problemas de la población migrante y encontrar soluciones duraderas. 

No se puede dejar que el mercado resuelva por sí solo estas complejidades, ya que, como mencionan Barragán-Ochoa, Martínez Godoy y Delgado (2022), “las políticas para atraer inversiones hacia las provincias caracterizadas por expulsar población no han sido del todo efectivas”. Es imperativo, entonces, que el Estado asuma un rol proactivo en la formulación e implementación de políticas públicas que aborden las causas estructurales de la migración interna.

En este sentido, es necesario promover el desarrollo rural sostenible, mejorando las condiciones de vida en el campo y generando oportunidades económicas atractivas para la población, especialmente para los jóvenes. Esto implica invertir en infraestructura, servicios básicos, educación y salud en las zonas rurales, así como fomentar la diversificación productiva y el acceso a mercados para los pequeños productores. En general, “se requieren estrategias que promuevan un desarrollo territorial más equilibrado, con inversiones en infraestructura, servicios básicos y oportunidades laborales en las zonas expulsoras de población”.

Además, es crucial abordar los problemas de inseguridad y violencia que afectan a ciertas regiones del país y que impulsan la migración forzada. La garantía de la seguridad ciudadana es un requisito indispensable para el bienestar y el desarrollo de las comunidades.

Por otro lado, es necesario fortalecer la capacidad de las ciudades receptoras de migrantes para brindar servicios y oportunidades de integración a esta población. Esto implica políticas de planificación urbana inclusivas, acceso a vivienda digna, educación y salud, así como programas de capacitación y empleo que permitan a los migrantes insertarse en el mercado laboral formal.

En definitiva, la migración interna en Ecuador es un fenómeno complejo y multifacético que pone de manifiesto los desequilibrios y desigualdades estructurales del país. Sus causas son diversas, abarcando desde la falta de oportunidades económicas en las zonas rurales hasta la inseguridad y la violencia en ciertas regiones. 

Las consecuencias de este proceso pueden ser positivas o negativas, dependiendo de las características específicas de los flujos migratorios y de la capacidad de los territorios para integrar a los migrantes. La movilidad poblacional ha generado transformaciones significativas en los ámbitos demográfico, económico y social, con zonas rurales enfrentando el despoblamiento y ciudades experimentando una rápida urbanización.

Es importante destacar que una de las limitantes en el análisis de la migración interna en Ecuador es la confiabilidad de los datos del censo de 2022. Si bien estos datos proporcionan una visión general de las tendencias migratorias, es necesario considerar posibles sesgos o inexactitudes en la recopilación y procesamiento de la información. 

A pesar de esta limitación, los datos disponibles resaltan la necesidad de que el Estado ecuatoriano adopte un enfoque integral y multisectorial en la formulación e implementación de políticas públicas que aborden las causas profundas de la migración interna. 

(*) Elaborado por Liz Ortiz, analista económica Revista Gestión.

 

Last modified on 2024-03-19

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