Incluso con la normativa vigente de derechos de participación y representación política de las mujeres, los resultados en cargos políticos de la mujer son muy bajos. En las últimas elecciones de 2017 y 2019, solo 8% del total fueron electas alcaldesas, 17% en las prefecturas y 37,9% en la Asamblea. Además, los cargos directivos en empresas encasillan a las mujeres en áreas sociales en las que históricamente se las ha encajado como actividades de su correspondencia. Los factores detrás de estos patrones son de tipo estructural y normativo.
La participación política y en cargos directivos de la mujer es todavía un reto, pues falta romper las brechas de género que limitan la inclusión en los espacios de toma de decisión para las mujeres. Las mujeres todavía enfrentan discriminación en el mercado laboral con salarios menores aunque hagan el mismo trabajo que los hombres, cargos menos remunerados (siguen trabajando 17h47 minutos más que los hombres cada semana por las actividades reproductivas) y, además, deben seguir luchando para que se establezca una normativa que vele por sus derechos.
Este año 2020 ha sido innegablemente difícil para todos, pero sin duda la pandemia y el confinamiento ha evidenciado las muchas desigualdades existentes en el trabajo como dentro del hogar. La mujeres han tenido que incrementar sus esfuerzos para cubrir con su trabajo productivo y, al mismo tiempo, el reproductivo al hacerse cargo de la educación infantil mientras las escuelas siguen cerradas, las tareas domésticas y el cuidado de adultos mayores y de cualquier familiar cuando se llegó a contagiarse o enfermarse.
La importancia de la mujer en las actividades productivas también se destaca, como en la salud, donde 70% del personal sanitario de todo el mundo es mujer. Sin embargo, en las crisis económicas son las primeras en ser desplazadas del mercado laboral y esta vez no ha sido la excepción.
BREVE HISTORIA DE LA PARIDAD DE GÉNERO EN LAS CUOTAS POLÍTICAS DE ECUADOR
A pesar de ello, Ecuador ha sido un país que ha tomado la iniciativa respecto a medidas de equidad en la participación de las mujeres en contraste con la región. En 1997 arrancó con la aprobación de la Ley de Amparo Laboral de la Mujer, donde se dispuso que 20% de mujeres conformara todas las listas electorales, siendo el primer país de la región andina en establecer una cuota electoral (incluso antes de que se formalizara el concepto de principio de paridad). En 1998, el movimiento de mujeres logró establecer este derecho de participación política de la mujer en la Constitución.
En el 2000, se aprobó la nueva Ley Orgánica de Elecciones que estableció medidas afirmativas para alcanzar la paridad, como que 30% de las candidaturas debía estar conformado por mujeres con cargos alternados y secuenciales, tanto en cargos principales como en suplentes. A partir de allí la cuota debía incrementarse en un 5% en cada proceso electoral hasta alcanzar completa paridad. En 2008, se aprobó la Constitución de Montecristi donde se ratificó la paridad y se dispuso a garantizar el cumplimiento y evitar que se vulnere estos derechos.
La incidencia de las mujeres en la política pública ha conseguido grandes logros para el país. Entre ellos está la legislación sobre la violencia doméstica, el derecho de las mujeres a la salud, derechos laborales, derechos de maternidad y paternidad, entre otros. En un conversatorio de la Universidad Internacional SEK con la red de politólogas -que se revisará más adelante- se analizan las dificultades y desigualdades entre hombres y mujeres al momento de querer acceder a un cargo de representación en América Latina.
LA PARTICIPACIÓN DE MUJERES EN CARGOS DE REPRESENTACIÓN CRECE MARGINALMENTE
En las últimas elecciones de 2019 solo se registraron dos mujeres más en las prefecturas y alcaldías respecto a las elecciones de 2014. De los 221 gobiernos municipales, las mujeres electas fueron 18 (y 16 en 2014), es decir, solo 8%. Mientras que en las prefecturas hay cuatro prefectas, el 17%. Y esto se socava desde las postulaciones porque solo 14,3% de candidatos para la alcaldía fueron mujeres y 18% para las prefecturas.
A nivel nacional, al momento no ha habido una mujer electa como presidenta en las urnas. Sin embargo, en la Asamblea Nacional se ha incrementado la participación femenina de manera importante, pues en el Gobierno pasado tres mujeres ocuparon los primeros cargos de liderazgo en la Asamblea. Al 2017, de los 137 asambleístas elegidos, 52 fueron mujeres y 85 hombres, es decir, las mujeres representan 37,9% del Legislativo (Gráfico 1).
Las mujeres encuentran mayor dificultad que los hombres para involucrarse en la representación política desde los movimientos políticos que marginan a las candidatas mujeres. Line Bareiro, abogada miembro de la red de politólogas y especialista en derechos humanos, menciona que muchas mujeres incluso se sienten incómodas dentro de los movimientos o partidos políticos por ciertos tratos diferenciados. Un tema macro que influye es la debilidad institucional que juega en contra de las mujeres por la fragilidad democrática que hace más difícil la acción política.
Gráfico 1
Autoridades electas por género las últimas elecciones en 2017 y 2019
Virginia García Beaudoux, especialista en comunicación política y liderazgo con perspectiva de género y miembro de la red de politólogas, indica que hay una presión por encajar el estilo de liderazgo de las mujeres, tratando de ponerlas a todas en un solo grupo. Por estos estereotipos se las encasilla en determinadas comisiones sociales como niñez, maternidad, educación, entre otras para las que se supone son buenas.
Apenas poco más del 20% de las carteras ministeriales del planeta están lideradas por mujeres. Cuando se revisa las carteras donde las mujeres participan con mayor frecuencia estas son el ministerio de la mujer o el de acción social pero pocas están en Defensa, Economía, entre otras áreas que son espacios donde se reparte el poder, el dinero y se toman las decisiones.
Justamente Jennifer Piscopo, profesora de Ciencia Política en la Universidad de Los Ángeles y también miembro de la red de politólogas, señala que depende del porcentaje de mujeres que haya en un parlamento o en un espacio determinado para que se las incluya en todas las áreas. Se ha demostrado que cuando existe un 30% de mujeres en el parlamento aún se las dirige a comisiones en las que históricamente se ha colocado a las mujeres, pero cuando hay un 50% de mujeres se logra hacer mayor presión y pueden participar en todas las áreas de poder y decisión. Es por ahí donde recae el principio de paridad.
En el sector privado las mujeres han ido tomando mayor participación, especialmente en micro, pequeña y mediana empresa, según la Superintendencia de Compañías. No obstante, el crecimiento de participación de mujeres en este ámbito también es marginal. Entre 2013 y 2018 los cargos presidenciales de mujeres solo se elevaron en 1,6 puntos porcentuales, con una tasa de variación de 4,32% en esos cinco años. En 2013, de las 50.909 empresas existentes, 32,6% era presidido por mujeres y, en 2018, de las 54.990 empresas, 34% era dirigido por ellas, es decir, la tasa de variación fue mayor en las empresas que en la participación de mujeres en ellas como presidentes, 8,02% y 4,32%, respectivamente.
Cuadro 2
Evolución de la cantidad de mujeres como presidente de alguna empresa entre 2013 y 2018
En el estudio Mujeres Ejecutivas 2020, presentado por Deloitte, se identifica a los sectores en los que participa en mayor medida la mujer. Los principales son manufactura (16%), servicios financieros (15%) y ciencias y cuidado de la salud (11%). Sin embargo, hay otras industrias de las CTIM donde hay menor participación (Gráfico 1)
Gráfico 1
Participación de mujeres por industria en Ecuador
Justamente, aunque las mujeres participan en los puestos ejecutivos de las empresas, coincide en que se las encasilla en determinadas áreas. El Gráfico 2 muestra las áreas que concentran a la mayoría de mujeres ejecutivas, donde persisten las actividades históricas de participación de la mujer. Las tres principales son: recursos humanos (24%), finanzas y contabilidad (23%) y ventas (15%).
Gráfico 2
Principales áreas que concentran a la mayoría de las ejecutivas mujeres
QUÉ LIMITA LA PARTICIPACIÓN Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES
Piscopo describe muy bien algunos de los obstáculos que limitan a las mujeres en la participación política y de liderazgo. Entre ellos están: los roles tradicionales de género que limitan las posibilidades de que las mujeres tengan tareas fuera del hogar; los partidos políticos que son encargados de la promoción y selección de candidatas y candidatos pero que son liderados por hombres; el acceso desigual de las mujeres a los recursos para las campañas, especialmente en el financiamiento; y, la violencia política de género.
Pero un obstáculo adicional del cual no se habla con mucha frecuencia, menciona Piscopo, es el reconocimiento de todos y todas de que hay desigualdad de género. Hay una brecha de género muy grande en la perspectiva de los hombres frente al de las mujeres respecto a la interpretación de la problemática de la desigualdad. Por ejemplo, las legisladoras en todos los países de América Latina son mucho más propensas que los legisladores a afirmar que existe una desigualdad de género.
Un caso que detalla es el de las mujeres políticas uruguayas quienes dicen que experimentan discriminación y es por eso que no tienen tantos cargos en el Congreso. Pero los hombres líderes de los partidos políticos dicen que no hay discriminación, sino una falta de mujeres con visión política, por lo que se alude a que no hay mujeres a quienes nominar ni quien quiera postularse. Es decir, los líderes políticos no reconocen o no quieren reconocer los problemas de la desigualdad actual.
Piscopo cree que este es el principal problema de la falta de participación política del género femenino pues si no se reconoce el problema será difícil promover más mujeres ya que los líderes van a culparlas a ellas y no al sistema. Eliminar los estereotipos de género y cambiar los roles es importante pero no es eficiente, porque si la población cree que las mujeres tienen igual capacidad para liderar en la política van a atribuir la ausencia de las mujeres a la preferencia personal de ellas y no a la discriminación institucional.
Maria Paz Jervis, abogada de la USFQ, docente en la UISEK y también miembro de la red, considera que los obstáculos son estructurales en el caso específico de Ecuador. En principio, indica que en el país -en términos legales- ya no hay mucho que hacer, aunque la norma siempre es perfectible. Al ser un problema estructural es más complejo porque abarca todo lo que caracteriza a la sociedad.
Por ende, se debe partir del reconocimiento de que ser mujer tiene unas cargas y unas exigencias específicas, y también de que no todas las mujeres son iguales. Además, los factores sociodemográficos también marcan ciertas características, pues no es lo mismo ser una mujer blanco-mestiza de la zona urbana que una mujer indígena de la zona rural, explica Jervis.
Desde el punto de vista de la justicia, esto pone en un punto de desigualdad a las mujeres y afecta a la economía en su conjunto. Por ende, el principal reto de participación política es romper las barreras culturales en todos los espacios tanto intrafamiliares, laborales y cotidianas, pero esto no se cambia con leyes. Las mujeres se dedican a asumir sus responsabilidades; la crianza, el cuidado de adultos mayores, los salarios disminuidos frente a los pares varones, entre otros que se han visibilizado más durante la pandemia son las barreras que impiden la participación de las mujeres, concluye.
Desde el punto de vista psicológico, García Beaudoux se refiere a un obstáculo en particular que es el de la representación mental del liderazgo político. Una de las barreras que con más frecuencia deben enfrentar las mujeres tiene que ver con un sesgo automático y, por ende, inconsciente que se relaciona con el liderazgo con el varón. Esto significa que cuando una mujer se encuentra en un cargo de liderazgo se da lo que en psicología se denomina una prescripción de rol, ya que se supone que el liderazgo es un rol natural de los hombres contrario a las mujeres. Por eso, una mujer siente que tiene que demostrar el por qué está liderando.
Entonces, uno de los muchos desafíos que se tiene es comenzar a cambiar las percepciones públicas, comunicando otros contenidos sobre liderazgo, comunicando qué significa ser líder y quiénes son líderes para contribuir a modificar los sesgos inconscientes que tienen importantes consecuencias negativas para la participación política y representación de las mujeres.
EL PRINCIPIO DE PARIDAD EXISTE, PERO SE DESCONOCE
En Ecuador, uno de los problemas es que aunque exista este principio de paridad en la normativa, muchas veces se desconoce. Con la excepción de Venezuela y Guatemala, todos los países de América Latina cuentan con una ley de cuota o de paridad. El problema para muchos países latinoamericanos ha sido la baja capacidad del sistema judicial y penal para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia de género.
En un estudio realizado por Piscopo y Cecilia Josefsson, se analizó los resultados de los legisladores divididos por tres grupos: los y las legisladores que no tienen un enfoque de género, los y las que tienen enfoque de género tradicional y los y las legisladores que tienen un enfoque de género feminista. Los resultados arrojaron que este último grupo se desempeñó de manera eficaz y eficiente, es decir, que su enfoque no tiene una repercusión en su desempeño o en los resultados. Sin embargo, un grupo de legisladores feminista experimentó desigualdad y un trato marginal de sus pares hombres.
Ante la violencia política por razones de género, Piscopo propone medidas como: implementar códigos de conducta y diseñar las prácticas de la política con perspectiva de género. Esto puede bajar la violencia y ayudaría a mejorar la participación política para todos los grupos, no solamente para las mujeres, sino indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad, etc.
ECUADOR, EN EL PUESTO 59 DE 100 EN OPORTUNIDADES PARA LAS MUJERES
En un estudio realizado por el Banco Móvil Global N26 se analizan los logros en el lugar de trabajo de las mujeres y los factores que impulsan la independencia femenina. El estudio que contempla a 100 países alrededor del mundo ranquea a cada país según las oportunidades que tengan las mujeres. Allí Ecuador se ubica en el puesto 59 del ranking, es decir, debajo de la media.
Entre los indicadores que componen el estudio está la participación en el gobierno, en cargos gerenciales, en el mundo del emprendimiento, en las CTIM, el nivel de salario y la brecha salarial, el día desde el cual la mujer trabaja gratis hasta el final del año, la legislación para la mujer, el acceso a la educación y los permisos por maternidad. A mayor puntaje, más igualdad, mientras menor sea el puntaje mayor será la brecha para alcanzar una completa igualdad.
Los primeros países con mayor igualdad de género y oportunidades para las mujeres son Noruega, Finlandia, Islandia, Reino Unido y Alemania. En Ecuador, los indicadores con la peor calificación son: los permisos por maternidad y la legislación para la mujer. Además, donde queda mucho por trabajar es en los roles gerenciales de las mujeres y en la participación de mujeres en áreas de CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Cuadro 3
Resumen del ranking de los mejores países en oportunidades para la mujer en 2020
Todos los resultados que se han sacado ha flote demuestran que es innegable la persistencia de la desigualdad en los países del mundo. Para Ecuador, la brecha en la mayoría de los indicadores es de 15%. Si bien este es un problema estructural de la sociedad, se debe reconocer y aceptar que existen estas deficiencias para deconstruir los estereotipos y pensar en una sociedad con igualdad de oportunidades y, por ende, libertad de decidir. Este es un trabajo que no depende solo de los grupos feministas, sino de todos los actores de la sociedad como corresponsabilidad de justicia y derechos.
Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.
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Last modified on 2020-11-22