Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en junio de 2022 se registró una disminución estadísticamente significativa anual en el desempleo, de 5,1% a 4%, no obstante, esto supone un aumento mensual de 0,3%. A su vez, el empleo pleno y el subempleo también crecieron interanual y mensualmente, llegando a 34% y 23,6%, respectivamente. Dentro de este contexto, los jóvenes de 18 a 29 años presentan un desempeño desfavorable con relación al resto de la población, con una tasa de desempleo de 9,1% y un nivel de subempleo superior al promedio, lo que conlleva a una incipiente inserción de este grupo en el mercado laboral. Adicionalmente, el ingreso laboral promedio registra una caída mensual y una brecha de género que se intensifica respecto al año pasado.
En junio de 2022, el desempleo disminuyó considerablemente con relación al mismo mes del año anterior, pasando de 5,1% a 4%. Al desagregar por área, la mayor disminución se dio en el área urbana, donde bajó de 6,8% a 5,2%. Para el área rural, por su parte, el desempleo en comparación con junio de 2021 disminuyó, pero no significativamente, de 1,9% a 1,7%.
Paralelamente, las cifras de empleo pleno a nivel nacional muestran cómo la tasa aumentó de mayo a junio (de 33,2% a 34%), lo que representa que 63.603 personas más tienen trabajo estable. A su vez, respecto a junio de 2021, el empleo pleno creció de 33,1% a 34%, experimentando un aumento en la comparación anual en el área urbana, de 38,1% a 42,4%; más no en el área rural, de 17,6% a 17,4%.
LA INSERCIÓN DE LOS JÓVENES AL MERCADO LABORAL SIGUE SIENDO UNA TAREA PENDIENTE
A pesar de que las cifras de empleo adecuado continúen en una senda de mejora a raíz de la recuperación post pandemia, este incremento no se ha dado de manera generalizada, siendo la población entre 18 y 29 años aquella cuya situación no ha mejorado desde junio del año pasado, donde registraba una tasa de empleo pleno de 27,7%, mientras que a día de hoy se ha reducido levemente a 27,5% (Gráfico 1), mostrando un estancamiento y un incipiente accionar tanto del Estado como del sector privado para integrar a los jóvenes al mercado laboral.
Gráfico 1
Tasa de empleo adecuado/pleno (2020-2022)
El desempleo y el subempleo entre los jóvenes conllevan a un elevado costo socioeconómico, lo cual representa una amenaza al desarrollo de los países. De acuerdo con la CEPAL, los gobiernos de América Latina todavía no han logrado implementar una política pública capaz de generar empleo decente para este grupo de la población.
En el caso de Ecuador, si bien existen programas estatales como “Mi primer empleo”, creado en 2007, el cual se basa en pasantías pagadas en el sector público, este no ha tenido el éxito esperado, ya que la tasa de desempleo juvenil en el país comparada con la población que no es joven, es más de dos veces mayor, 4% frente a 9,1% para junio de 2022 (Gráfico 2), lo que demuestra la dificultad que tiene este grupo para insertarse en el mercado de trabajo.
Gráfico 2
Tasa de desempleo (2020-2022)
De acuerdo con la investigación realizada por Fernanda Proaño para la PUCE, este es un problema estructural y responde a diferentes motivos tales como: la poca flexibilidad entre el sistema educativo y el mercado de trabajo, las dificultades de acumular experiencia laboral, la negación de las capacidades de los jóvenes, el poder de poseer contactos y redes, las dificultades de acceso a financiamiento e implementación de emprendimientos y la subutilización de la fuerza laboral, ya sea por falta de empleo o por la ejecución de actividades de baja productividad.
Se genera así un problema latente en la economía ecuatoriana, dando paso a situaciones de desempleo y subempleo, lo cual obliga a que una proporción importante de jóvenes pase, durante sus primeros años en el mercado laboral, por una experiencia caracterizada por la precariedad y la inestabilidad laboral.
Esto se refleja en los niveles de subempleo que registra la población joven, los cuales son superiores tanto al promedio nacional como a otros grupos poblacionales vulnerables (mujeres y adultos mayores), registrando un aumento mensual de dos puntos porcentuales e interanual de 1,3%; por lo que la situación laboral de los jóvenes no ha mejorado en el último año (Gráfico 3).
Gráfico 3
Tasa de subempleo por grupos de población específica
Esta situación se ve evidenciada en las calles, donde miles de personas acudieron a la convocatoria de Emaseo, en Quito, para cubrir 200 vacantes de ayudantes de recolección y servicios de aseo; muchos de ellos jóvenes incluso con estudios universitarios, los cuales, debido a la falta de oportunidades, no han logrado insertarse en el mercado laboral.
EL INGRESO LABORAL PROMEDIO CAE Y LAS BRECHAS SE INTENSIFICAN
Con relación al sexo, la tasa de empleo global se incrementó considerablemente para las mujeres en un año, aumentando de 93,3% a 95,5%, acompañado del empleo adecuado, el cual aumentó, tanto para hombres como para mujeres. No obstante, la tasa de empleo adecuado sigue presentando una brecha importante de género, ya que para hombres es de 38,7%, mientras que para mujeres llega únicamente al 27,6%.
Las afectaciones producidas por las manifestaciones del mes pasado, sumadas al contexto internacional desfavorable y a la inacción del gobierno, reflejan una caída en el ingreso laboral promedio de los ecuatorianos, el cual pasó de $ 303,7 a $ 293,1 (medido en dólares de 2007).
Se aprecia una inequidad en el nivel de ingresos por género, ya que los hombres mantienen un mayor nivel de ingreso promedio, $ 312,4 comparado con $ 262,1 para las mujeres. Adicionalmente, se aprecia cómo esta brecha salarial de género ha aumentado en el último año, donde el ingreso de los hombres registró un aumento de $ 8, pasando de ganar $ 304,4 a 312,4, mientras que las mujeres dejaron de percibir $ 2,9, al pasar de ganar $ 265 a $ 262,1 (Gráfico 4).
Gráfico 4
Ingreso laboral promedio por sexo (2020-2022)
Esto denota que la recuperación post pandemia no se dio de manera equitativa, sino que favoreció en mayor grado a la población masculina, ya sea por una intensificación en el trabajo no remunerado que realizan las mujeres, como también por una mayor discriminación laboral de género. El Estado tiene así grandes desafíos para generar un crecimiento en los niveles de empleo, tomando en cuenta las situaciones de los grupos más vulnerables con el objetivo de reducir las brechas salariales y de empleo adecuado existentes.
(*) Analista económico Revista Gestión.
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