Un reciente informe sobre los niveles de corrupción en América Latina ubica al Ecuador en el promedio. Pero eso no es para alegrarse, pues todos los países de la región tienen índices de corrupción preocupantes y ninguno registra un buen perfil, incluso Uruguay (el mejor puntuado) tiene un índice de 26, que ya denota una alarma; aunque eso sí, está muy lejos de Venezuela, el peor en el ranking, con 97. En Ecuador, los protagonistas de la lucha contra la corrupción son los medios y el periodismo de investigación. Las instituciones y la justicia tienen una deuda pendiente, que seguramente será mayor tras la pandemia.
El indicador de corrupción del Círculo de Estudios Latinoamericanos (CESLA) sintetiza a través del análisis factorial la información que sobre el fenómeno de corrupción suministran instituciones internacionales como el Banco Mundial, Transparencia Internacional, Foro Económico Mundial, Fundación Heritage, Freedom House y Fundación Bertelsmann.
De esta manera, el indicador se escala siguiendo el siguiente criterio: de 0 a 20 nivel bajo de corrupción y política anticorrupción recomendable; de 21 a 40 nivel moderado de corrupción y adecuada política anticorrupción; de 41 a 60 nivel preocupante de corrupción y política anticorrupción laxa; de 61 a 80 nivel alto de corrupción y debilidad extrema en política anticorrupción; de 81 a 100 nivel alarmante de corrupción y pésimo control.
Trece países de Latinoamérica, de un total de 20, están en el “nivel preocupante de corrupción”, con índices de entre 63 y 80. Es decir, 65% de la región analizada exhibe un alarmante comportamiento respecto a la corrupción. Los mejor puntuados son Uruguay (26), Chile (30), Costa Rica (42) y Argentina (57), mientras que los que peor están son Nicaragua (86), Haití (89) y Venezuela (97).
Ecuador (Gráfico 1) se ubica con 67 puntos, 0,5 bajo la media, y comparte posición con Panamá, aunque su índice es mejor que Perú (69); sin embargo, este puntaje –lejos de ser positivo- confirma lo lejos que está el país de mejorar sus prácticas anticorrupción, algo que además ha revelado la pandemia.
Gráfico 1
Indicador Sintético de Corrupción
La expansión del COVID fue el escenario propicio para que decenas de casos de corrupción exploten, evidenciando el laxo control existente en las estructuras estatales y la descomposición de una sociedad que vio cómo los escrúpulos dejaron de ser importantes. Sobreprecio en kits de alimentos, en bolsas de cadáveres, así como en insumos y medicamentos han marcado el manejo de la pandemia en el país. Por lo que, seguramente, el próximo año el índice que maneja CESLA podría elevarse todavía más.
A esto se suma un lento avance en la justicia para castigar a quienes abusan de los dineros públicos. Si bien el trabajo de la Fiscalía General ha sido expedito, lo que ocurre luego dentro del sistema judicial deja mucho que desear y profundiza el desencanto ciudadano.
¿Y EL COMBATE A LA CORRUPCIÓN?
Pero no solo se trata de qué tan corrupto es un país, sino de su capacidad o incapacidad para luchar contra este fenómeno. De allí que el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción (The Capacity to Combat Corruption (CCC) Index) ilustra de manera similar que los mismos países con menores niveles de corrupción son aquellos con mejores herramientas para enfrentarla.
Uruguay, Chile y Costa Rica tienen los mejores índices en América Latina, con 7,78, 6,57 y 6,43 sobre 10, respectivamente. Mientras que República Dominicana (3,26), Bolivia (2,71) y Venezuela (1,52) registran los peores números en esta calificación.
¿Y Ecuador? Aunque se encuentra cerca del promedio regional (4,70), su reputación está más próxima a los que menos luchan contra la corrupción, con 4,19 (Gráfico 2). Analizando por categorías, la nota del país se divide así: 4,11 en Capacidad Legal, 3,84 en Democracia e Instituciones Políticas, y 5,15 en Sociedad Civil, Medios y Sector Privado.
Gráfico 2
Puntaje de los países según su lucha contra la corrupción
¿Qué quiere decir esto? Respecto a la categoría de Capacidad Legal, el informe resalta que la independencia y eficiencia judicial son deudas pendientes en el Ecuador, y que precisamente esos son los recursos que se requieren “para combatir la delincuencia de cuello blanco”. A pesar de ello, en este apartado, el país cuenta con ciertas mejoras relacionadas con la aplicación “sin precedentes” de acciones contra exlíderes políticos y empresariales.
La colaboración internacional, impulsada por intercambios en el caso Odebrecht, así como la sentencia dictada contra el expresidente Rafael Correa y el exvicepresidente Jorge Glas en el llamado “Caso Sobornos” mejoran la proyección sobre el país.
¿En qué se destaca el Ecuador? De acuerdo con el estudio, las mejores calificaciones del país tienen que ver con la calidad de la prensa y el periodismo de investigación, donde alcanza un puntaje más alto que la media. Los datos para la libertad de prensa indican una mejora sustancial en los años posteriores al correísmo.
Sin embargo, respecto a la subcategoría de Democracia e Instituciones Políticas, Ecuador se ubica en el puesto 11, solo por delante de Venezuela, Guatemala y la República Dominicana y Paraguay.
Ante esto, el informe apunta que la economía ecuatoriana seguirá siendo altamente vulnerable, con altos índices de endeudamiento y colapso de los ingresos debido a la caída de los precios del petróleo y al COVID-19. Todo aquello desembocará en que la lucha contra la corrupción pase a segundo plano, pues los temas apremiantes coparán la agenda pública. A esto se suma que Ecuador vivirá un proceso electoral en los próximos meses, cuyo desenlace es del todo incierto.
Entonces, ¿cómo hacer para frenar la ola de corrupción que vive el país? Por ahora, la respuesta no está en el Gobierno, que ha dejado prácticamente en palabras la lucha que dijo emprendería, tampoco está en los políticos o en los posibles candidatos presidenciales, que aún no tienen claro siquiera su plan de acción, ni tampoco en las leyes que se han convertido en un cuento de nunca acabar; por ahora, al parecer, la lucha debe iniciar en casa.
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Last modified on 2020-07-16