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Autor: Revista Gestión

Ecuador y su búsqueda del desarrollo es ambigua, aún terminando la segunda década del siglo XXI. Al 2020, el PIB per cápita es de cerca de $ 4.200 (a precios del 2007), esto deja al país en el onceavo lugar más bajo de América Latina y el Caribe. La dependencia de los mercados internacionales es otra permanente en el país, pues se mantiene como proveedor de materias primas (75% de sus exportaciones son commodities) e importador de bienes con gran valor agregado. A lo que se suma la fuerte necesidad de financiamiento, por lo cual al 2020 la deuda pública alcanza 60% del PIB.

La insostenibilidad de las políticas públicas de los últimos años ha provocado un efecto rebote en los indicadores sociales. Si bien mejoraron en su momento, actualmente son comparables con los de hace 10 años atrás, más aún con la crisis política, económica y social que trajo el coronavirus.

EL SUBDESARROLLO NO ES UNA ETAPA DEL DESARROLLO, ES SU CONSECUENCIA 

Eduardo Galeano en su obra Las venas abiertas de América Latina dice: “El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo, es su consecuencia. El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con la eternidad”.

El ámbito que se pretende abarcar en este texto es muy amplio, pues engloba factores externos e internos. Sin embargo, nos enfocaremos en el análisis dependentista del Ecuador bajo las teorías que desde un principio condicionaron la dependencia de los países latinoamericanos de los países desarrollados, así como aquellas que limitan el crecimiento acelerado de las economías en vías de desarrollo.

TEORÍA DEL CENTRO-PERIFERIA: una economía “central” responde a un país necesariamente desarrollado. Estos países se caracterizan por un elevado nivel de su estructura de ingreso y desarrollo, además, tienen la dinámica de crecer endógenamente, es decir, dentro del mismo país. También tienen la capacidad de ejercer una “influencia imperceptible” sobre el curso de las economías periféricas, mientras que los países de la periferia partieron con un retraso tecnológico y en ellos el progreso técnico solo penetra donde se requiere producir alimentos y materias primas a bajo costo con destino a los grandes centros industriales.

En este sentido, la función de la periferia es producir y exportar materias primas y alimentos, mientras que la del centro es producir y exportar bienes industriales. Esto genera un progreso técnico especializado pero distinto, pues el sector primario tiene capacidad limitada de absorber la mano de obra, contrario a las industrias con valor agregado que incrementan su productividad y tienen mayor absorción de mano de obra.

Así, el desarrollo y subdesarrollo puede entenderse como estructuras parciales pero independientes que componen un sistema único.

EL INTERCAMBIO DESIGUAL: dentro de la teoría del centro-periferia recae el problema del deterioro de la relación de intercambio. Esta teoría fue formulada por el economista argentino Raúl Prebisch, quien afirmaba que existe una tendencia al deterioro de los términos de intercambio a los bienes básicos. Es decir, que el precio de los bienes primarios cae en contraste con los bienes manufacturados. Esto significaría que los países que exportan bienes primarios cada vez tendrán que dar más producto a cambio de un bien manufacturado. Evidentemente, esto mantendría en una posición de pérdida a las economías primarias.

La razón detrás está en los salarios reales, es decir, la productividad de los trabajadores. Dado que los países desarrollados disponen de grandes avances tecnológicos, los trabajadores podrán producir más en menor tiempo, contrario a las actividades primarias donde se requiere de intensa mano de obra.

TEORÍA DE LA DEPENDENCIA: la dependencia se condiciona por el acelerado proceso de cambio tecnológico que tienen los países desarrollados. Entre las premisas básicas de esta teoría están: las relaciones desiguales de poder donde existe subordinación económica pero también política y cultural, lo que les permite determinar las relaciones comerciales; las naciones pobres proveen a las naciones ricas de sus recursos naturales, su mano de obra barata y un destino para la tecnología obsoleta; incluso para resistir su influencia e independencia se aplican sanciones económicas y hasta el uso de la fuerza.

En la relación que se configuran entre países, unos son dominantes y otros son dependientes. La dependencia puede ser tecnológica, económica, política, cultural, etc. La condición de dependencia desde el punto de vista económico puede darse por los términos de intercambio en el comercio exterior, las relaciones comerciales, la necesidad de financiamiento y de inversión extranjera, entre otros indicadores.

Sin embargo, aunque este tipo de dependencias generan una serie de efectos negativos en los países dependientes, deben medirse con relación a las metas, objetivos o propósitos de desarrollo de un país.

Si bien el sistema mundial funciona de tal manera que las economías dependen unas de otras, se debe procurar que las economías no sean tan susceptibles al mercado internacional. El sobreendeudamiento y una matriz productiva que se concentra en commodities tendrán sin duda mayor dependencia externa.

Al menos, se espera que los gobiernos logren administrar de manera correcta sus cuentas fiscales e inviertan los ingresos para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y proveer de bienes y servicios básicos. Así como el desarrollo productivo nacional para la diversificación de bienes y servicios y, en un futuro, mejorar los términos de intercambio.

LOS INGRESOS Y LA DESIGUALDAD NO HAN MEJORADO EN LOS ÚLTIMOS 5 AÑOS

El análisis del desarrollo – o subdesarrollo- de una nación tiene un carácter amplio que abarca indicadores económicos, sociales e incluso ambientales.

Empezando por el lado de la economía, el país registra importantes avances en el crecimiento de la producción, hasta 2019 al menos. Teorías del crecimiento de los países consideran al incremento poblacional como un determinante del crecimiento general. Pero para considerar un nivel de producción por habitante se utiliza el Producto Interno Bruto per cápita, que se calcula como el PIB sobre el número de habitantes. Además, que consta como uno de los indicadores que debe ser constantemente creciente.

En el Gráfico 1 se observa que la producción por cada ecuatoriano ha crecido de manera sostenida desde el inicio del nuevo siglo, aunque en años recientes se ha estancado. Los tropiezos económicos desde el 2015 se deben a la dependencia del petróleo, y por ende la volatilidad de sus precios, a desastres naturales como el terremoto del 2016, a la necesidad de financiamiento para pagar deudas pendientes de una década atrás y a la crisis política y social.

Sin embargo, esta tendencia registra que, por una parte, el crecimiento de la economía es mayor que el crecimiento poblacional; y segundo, que a pesar de los ciclos externos, el país logró un avance constante del aporte de cada persona a la economía, con excepción de la crisis del 2009 y los últimos cinco años de estancamiento.

Gráfico 1

Evolución del PIB per cápita en dólares de 2007

 

Sin embargo, una medida del crecimiento no considera la distribución de ese ingreso obtenido fruto de las actividades económicas. Y, justamente, la desigualdad es un problema estructural del país, pues el grueso de la población está en los quintiles más bajos. Para el propósito se utiliza el coeficiente de Gini, que resume la distribución del ingreso por habitante.

Mientras el coeficiente se aproxime más a cero implica una mayor igualdad, caso contrario implica mayor amplitud entre el ingreso de personas con más dinero y los más pobres. Los datos registrados en el Gráfico 2 demuestran que a medida que hay más crecimiento económico, la distribución de los recursos es menos dispar, aunque la disminución de la desigualdad no es constante y aún persiste una brecha entre clases sociales.

Gráfico 2

Índice de Gini

 

AUNQUE LA ECONOMÍA ECUATORIANA ES PRIMARIA, EL SECTOR MANUFACTURERO APORTA MÁS AL VAB

Por otra parte, y relacionado con el desempeño productivo del país, es necesario tener una clara idea de qué sectores económicos sostienen la economía nacional. Asimismo, y siguiendo con la teoría centro-periferia, se pretende revisar qué productos oferta Ecuador en el mercado mundial y qué productos compra del extranjero.

De 2007 a 2018, en general hubo un crecimiento de todas las ramas de la economía (Gráfico 3), excepto de la explotación de minas y canteras, cuyos ingresos dependen en gran medida de los precios internacionales.

En el periodo mencionado, el sector líder fue la manufactura, con un aporte promedio del 14%. En segundo lugar, se encuentran las actividades profesionales e inmobiliarias, con un 12%. Y, en tercer lugar, la construcción, con un 11,1% de participación.

Si bien una de las hipótesis de las teorías del subdesarrollo consistía en un desarrollo importante del sector primario para exportación, con los datos se desbanca ese postulado. Sin embargo, no es posible dejar de lado a la agricultura, que aporta un 9,79% del valor agregado bruto.

Si seguimos en el sentido estricto la hipótesis de que los países menos desarrollados son los proveedores de materias primas, sumando el aporte de la agricultura y extracción de minas y canteras se llega a 19,3% de la economía total. Sin embargo, no toda la producción se destina al mercado externo. Pero es importante considerar que el sector primario que aporta poco valor agregado y tiene alto impacto con la naturaleza es un sector amplio en Ecuador, y actividades como la minería han tomado fuerza los últimos años.

Gráfico 3

Valor Agregado Bruto por industria

 

 

75% DE LAS EXPORTACIONES ECUATORIANAS SON COMMODITIES

En el mercado internacional, pondremos a prueba con los datos si, en efecto, Ecuador exporta principalmente materias primas, es decir, productos no elaborados.

Del 2002 al 2019, las exportaciones mayormente han sido de productos petroleros (49% del total). Le siguen productos tradicionales, que considera al plátano, camarón, cacao, pescado y café. Estos productos representan 25,82% del total. Es decir, 75% del total de ingresos por producto de exportación recaen en bienes primarios con poco valor agregado.

Únicamente 25% consiste en bienes con alguna transformación, aunque de igual manera las exportaciones de bienes no tradicionales se conforman por flores, madera, frutas. Pero también incluyen bienes transformados como harina de pescado, enlatados de pescado, entre otros.

Gráfico 5

Exportaciones por grupo de productos

 

 

En cuanto a los bienes que ingresan, es decir, las importaciones, Ecuador compra en primer lugar materias primas para el sector agrícola, industrial y materiales de construcción, que representan un 32% del total entre 2002 y 2019.

En segundo lugar, se importan bienes de capital, es decir, maquinaria y equipos productivos que también incluyen equipos de transporte. Este grupo representa 25,8% del total. Luego están los bienes de consumo (22%), que son productos importados para el consumo privado de los hogares, como equipos tecnológicos, línea blanca y similares. Y una importante cantidad de importaciones de combustibles y lubricantes, es decir, derivados del petróleo (19,5%).

Gráfico 6

Importaciones por grupo de productos

 

 

 

El balance entre importaciones y exportaciones es claro. Ecuador compra bienes manufacturados con alto valor añadido y exporta bienes primarios con poca o nula transformación, que siguiendo la teoría de los términos de intercambio se cumple en gran medida.

Si bien no resulta negativo importar materias primas o bienes de capital para producir en el país, lo que resulta importante es considerar la evolución de los precios. Los bienes primarios tienden a ser menos estables en sus precios, un notable ejemplo es el petróleo. Pero bienes manufacturados registran precios estables como es el caso de los automóviles y maquinaria.

ATASCADOS DE DEUDA COMO EN EL AÑO 2000

El Código de Planificación de Finanzas Públicas establece lineamientos para la deuda, entre los que incluye que la deuda no debe sobrepasar 40% del PIB. Solamente en casos excepcionales -como por ejemplo una pandemia- podría solicitar más financiamiento aunque se superen los límites establecidos.

Sin embargo, desde el 2017 la deuda supera el 40% del PIB y para el 2020, por la crítica situación económica debido a la emergencia sanitaria, saltó a los 60 puntos del PIB, lo cual es comparable solo con el 2000, cuando la deuda alcanzaba 70,9% del PIB.

A partir del 2000, una de las principales metas de gobierno fue la reducción de la relación deuda/PIB, pero desde el 2012 el endeudamiento creció aceleradamente. Esto condiciona el futuro del país puesto que de por medio se encuentran compromisos de reformas, tasas de interés y venta anticipada de petróleo, quitándole autonomía al Ecuador.

Uno de los malos hábitos de los gobiernos ecuatorianos son sus políticas procíclicas, es decir, que el gasto va acorde al ciclo o desempeño económico. No obstante, el gasto supera los ingresos del Estado aún en tiempos de bonanza. Sucedió ya en los años 70 con la dictadura de Velasco Ibarra y la dictadura militar, cuando por el auge petrolero el gobierno se endeudó de sobremanera con el mercado internacional y, finalmente, resultó en la llamada “década perdida” de los 80. Y también sucedió en el segundo boom petrolero, cuando el gobierno de Rafael Correa retomó la senda creciente de deuda para cubrir el excesivo gasto de capital.

Gráfico 4

Relación deuda total/PIB

 

 

LOS INDICADORES SOCIALES PEORES QUE HACE 13 AÑOS

La inversión de capital es buena ya que mejora las condiciones de vida de los habitantes, provee de servicios y facilita con equipamientos e infraestructura al sector productivo. Sin embargo, la inversión debe ser sostenible y duradera. Cuando se alcanzan mayores equipamientos e infraestructura y, consecuentemente, mejoras en los indicadores sociales por medio de políticas insostenibles, el efecto es como un elástico que se expande, pero finalmente regresa a su lugar.

Y eso justamente es lo que demuestran los datos de la Tabla 1. Los indicadores sociales son una significante aproximación al bienestar de una sociedad.

En primera instancia, hay un avance promedio en un año de escolaridad entre el periodo 2007 y 2017, este es uno de los pocos indicadores que no ha dejado de mejorar con el tiempo. Pues ha pasado de un promedio de 9,13 años de escolaridad en 2007 a 10,2 en 2017.

Para medir las mejoras en el mercado laboral, en cambio, se tiene que considerar en primer lugar las personas que tienen empleo adecuado. Si bien entre 2007 y 2015 se logra incrementar las personas con empleo pleno, las variaciones son mínimas. Principalmente porque aquí entran los trabajadores que tienen acceso a la seguridad social, reciben una remuneración igual o superior al salario mínimo y tienen una jornada laboral de 40 horas o más a la semana.

Por otro lado, el subempleo mide a quienes trabajan a tiempo parcial o reciben una remuneración por debajo del mínimo. Si bien este indicador se ha reducido desde 2007, entre 2010 y 2015 muestra un nivel similar, incluso se incrementa.

Al 2020 los indicadores de empleo muestran un importante deterioro de forma generalizada a consecuencia de la pandemia; el empleo pleno se redujo a 32%, el subempleo se disparó a 23 puntos porcentuales, asimismo, el desempleo se incrementó en alrededor de 6,6%.

Las condiciones del empleo tienen una incidencia directa en los niveles de pobreza. Hasta 2019, la pobreza tenía una marcada tendencia a la baja, pero luego del confinamiento se espera un retroceso incluso a niveles anteriores a 2007.

Tabla 1

Indicadores de desarrollo y condición social

 

 

Finalmente, se considera el Índice de Desarrollo Humano, que es un indicador completo que permite tener una idea más clara del progreso de una nación. El IDH mide tres componentes: i) salud, que considera la esperanza de vida al nacer; ii) educación, medida a través del número de años promedio de escolaridad, y iii) riqueza a través del PIB per cápita.

El IDH hasta 2015 tuvo una variación positiva, pero entre 2015 y 2019 no muestra ningún avance. Con la recesión económica, se espera un importante deterioro, principalmente por una reducción en el ingreso per cápita a consecuencia de una contracción de la economía. 

LOS TEMAS PENDIENTES QUE DEFINIRÁN EL RUMBO DEL PAÍS

Con una deuda histórica social, económica y política muy grande pronto deberá asumir la Presidencia de la República el próximo mandatario. El 7 de febrero del 2021 se celebrarán las elecciones para elegir presidente, vicepresidente, 137 asambleístas y cinco parlamentarios andinos por un período de cuatro años.

Al momento, se encuentran oficialmente candidatizados 16 binomios presidenciales, en la elección con más candidatos desde el retorno a la democracia. Las únicas convocatorias que superaron los diez candidatos fueron la de 1992, con 12 binomios, 2001 con 11 y 2006 con 13 candidatos. Sin embargo, entre tantos aspirantes surge la crítica de que no tienen propuestas programáticas ni una ideología clara.

Aun así, quedan muchos pendientes que estarán en manos de quien asuma el mando del país, entre algunos los siguientes:

  1. El acuerdo con el FMI: el financiamiento del FMI y de otros multilaterales está sujeto al cumplimiento de metas entre las que se incluyen temas de consolidación y sostenibilidad fiscal, reformas tributarias, reformas laborales, sostenibilidad y transparencia de la deuda pública, fortalecimiento de la institucionalidad, mayor supervisión del sistema financiero, expansión de la protección social y combate contra la corrupción. Según como Ecuador vaya cumpliendo sus compromisos se realizarán los desembolsos o no; con estos recursos el país tiene financiamiento hasta el 2022.

 

  1. El acuerdo comercial con Estados Unidos: el primer paso para abrir camino al tratado comercial con el mayor socio comercial del Ecuador se concretó en diciembre, a través de la suscripción del Acuerdo de Primera Fase. Sin embargo, el contexto político de EEUU y los disensos de los congresistas demócratas al respecto dejaron a las negociaciones en stand-by, para que el siguiente gobierno retome los acuerdos de una manera más adecuada o “políticamente correcta”.

 

  1. La relación con China: China cubre el 71% de la deuda bilateral, además, es el segundo socio comercial del Ecuador. Sin embargo, la pandemia ha ocasionado algunas tensiones. La necesidad de financiamiento del Ecuador ha requerido buscar recursos con China, pero este bilateral pide a cambio la venta anticipada de petróleo a precios muy bajos ($ 20 por barril en promedio), y tendría que reducir la venta de petróleo a precio de mercado por dos años para cumplir con los requerimientos de la deuda, comprometiendo la sostenibilidad fiscal.

 

  1. Los vínculos e incentivos con el sector privado: el gobierno de Moreno estableció políticas que mejoren los vínculos con el sector privado y apoyen a las mipymes mediante las exenciones e incentivos tributarios, así como con la facilitación de trámites y flexibilidad de contratación en períodos determinados.

Justamente, uno de los grandes problemas que estancan al país en el subdesarrollo es el descontinuo de los planes de desarrollo. La historia ecuatoriana ha demostrado la inestabilidad del enfoque de las políticas públicas con cada cambio de mandatario, pues siempre es “borrón y cuenta nueva”. Esto no le permite al país establecer políticas a largo plazo ya que un plan de desarrollo requiere del trabajo permanente de más de una década y la ideología de los políticos en ocasiones bloquea la dirección correcta.

Más allá de la tendencia ideológica deben estar los objetivos de largo plazo: sostenibilidad fiscal, calidad de vida digna, empleo, productividad y desarrollo. Pero para lograrlo es necesario modificar la estructura de la sociedad, continuar con los procesos anteriores que sean beneficiosos para el país y sus habitantes y establecer políticas permanentes que cumplan su cometido.

Aquello no depende solamente de los siguientes mandatarios, sino también de la sociedad ecuatoriana. El gobierno podrá decidir si continuar con ciertos procesos o derogarlos, así como establecer nuevas vías que alcancen los objetivos. Aun así, para alcanzar los objetivos nacionales existen otros problemas estructurales que deben resolverse como la corrupción, la desigualdad y la injusticia, sin ello no se logrará el tan esperado desarrollo.

 

Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2021-01-04

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