Las estadísticas hospitalarias del 2020 revelaron un sistema de salud debilitado por el covid-19, con una disminución de 1,2% de camas disponibles en los centros de salud y niveles alarmantes de morbilidad. Pero además llama la atención cómo otras enfermedades como la diabetes o la hipertensión fueron descuidadas a raíz de la pandemia. Las necesidades sanitarias de la población, fuera del marco de tratamiento del coronavirus, no pudieron ser atendidas eficientemente.
El virus SARS-COV-2 ha causado un gran impacto en la población ecuatoriana, que a día de hoy aún es difícil de cuantificar. El sistema de salud se tuvo que enfrentar a una emergencia sanitaria que desafiaría su capacidad de respuesta y resiliencia.
El desempeño del sistema de salud del país durante el 2020 se mide a través del boletín de estadísticas oficiales de Camas y Egresos Hospitalarios, publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). En el reporte se hacen comparaciones con las cifras de las defunciones hospitalarias obtenidas a partir de los fallecimientos que mantiene el Registro Estadístico de Defunciones Generales, de manera que se vincule el análisis de una manera más integral, entre los servicios de salud y la cantidad de decesos.
Las restricciones de movilidad para combatir las aglomeraciones, los cierres graduales de la atención médica en consulta externa y el temor generalizado al contagio por parte de la ciudadanía contribuyeron a la disminución considerable en las atenciones en salud, tal que las personas decidían no asistir a los establecimientos de salud públicos o privados.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hasta noviembre de 2020 se atendió únicamente al 60% del total de pacientes que recibieron atención médica en el mismo periodo de 2019. En cifras, se alcanzó un total de 5’239.532 de pacientes en los diversos establecimientos del Ministerio de Salud Pública (MSP) entre enero y noviembre del 2020, mientras que en el 2019 fueron 8’695.537. Se registraron tendencias similares en instituciones de salud pública de la Policía Nacional y Fuerzas Armadas (Tabla 1).
Tabla 1
Pacientes atendidos en establecimientos públicos de salud 2019-2020
En la misma línea, entre 2019 y 2020, las atenciones médicas por consulta, hospitalización o emergencia del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) presentaron una caída del 39% en su red interna de establecimientos de salud. El mes de abril fue el que registró un menor rendimiento en la cantidad de personas atendidas, bordeando las 400.000 consultas, lo que equivale apenas a la quinta parte de las prestaciones dadas en el mes de enero del 2020 (más de 1’600.000), antes de la emergencia sanitaria.
La reducción de la cantidad de atenciones durante la pandemia implica indirectamente un aplazamiento de la atención de otras enfermedades, especialmente las catalogadas como crónicas no transmisibles. Según el INEC, en el 2020, 55.0761 pacientes fueron internados en establecimientos de salud públicos y privados por el covid-19, lo que representa apenas 6,1% del total de egresos hospitalarios.
Enfermedades como la hipertensión y la diabetes fueron dejadas de lado por poner como prioridad a la lucha contra el covid-19, por lo que se registró una disminución de la atención de esas afecciones en -16,7% y -23,4%, respectivamente.
Asimismo, el INEC menciona que esto va de la mano con la profundización de las principales causas de morbilidad durante el 2020, excluyendo al virus SARS-COV-2, como la colelitiasis, apendicitis aguda y neumonía, así como otras causas, sumando un total de 852.439 personas que se internaron por otra razón diferente al covid-19.
En ese sentido, las necesidades sanitarias de la población, fuera del marco de tratamiento del coronavirus, no pudieron ser solventadas con la premura suficiente debido a que los establecimientos de salud, para garantizar la demanda de servicios hospitalarios para el covid-19 y preservar el distanciamiento, implementaron varias medidas sugeridas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS-OMS).
Las medidas constituían la separación sistemática de camas, suspensión de cirugías electivas y suspensión de consultas programadas en los primeros meses de la emergencia sanitaria. Por ello, frente a la creciente demanda, las personas con otros malestares tuvieron que, en muchos casos, postergar sus tratamientos. En cifras, las defunciones hospitalarias por fuera de virus del covid-19 identificado y no identificado ascendieron a 17.543.
Por otro lado, el financiamiento para las acciones emprendidas por el Sistema de Salud, que según la Secretaría Técnica Planifica Ecuador incluye “recursos curativos para prestaciones de covid-19, recursos prehospitalarios, preventivos y de promoción, derivaciones a la red privada, insumos de protección personal, uso de recursos adicionales para la atención y costos de laboratorio” también se vio gravemente afectado.
De acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas, el presupuesto del Estado destinado a salud no fue capaz de equiparar las urgencias de la población durante la emergencia sanitaria. En el año 2020, el presupuesto devengado del Ministerio de Salud Pública fue de $ 2.557 millones, con una variación interanual negativa de -8,1%, es decir, $ 227 millones menos que en 2019.
Por lo tanto, es claro que la respuesta financiera por parte del aparato estatal no resultó fructífera en la salud. Los impactos podrían magnificarse en el mediano y largo plazo dados los elevados costos derivados, en primer lugar, de la saturación por la altísima atención relacionada con el covid-19, así como el costo de oportunidad proveniente del desplazamiento de otras asistencias médicas.
EN GENERAL HUBO DESABASTECIMIENTO DE CAMAS
Durante la pandemia, buscar desesperadamente camas disponibles para atención de emergencia fue la tónica. Las urgencias que se presentaban a diario en su mayoría no podían ser canalizadas hacia una respuesta asistencial, justamente por las deficiencias estructurales y coyunturales del Sistema de Salud del país.
En el Ecuador, se evidenció una disminución de camas disponibles. De un total de 24.054 a 23.212, lo que repercutió negativamente en la atención adecuada de las miles de personas que necesitaban asistencia inmediata. Sin embargo, hubo un incremento en las camas de servicios de apoyo, también denominadas “no censables”. Según el INEC, estas se caracterizan por estar destinadas a la atención transitoria o provisional para observación del paciente, iniciar tratamiento o intensificar la aplicación de procedimientos médico-quirúrgicos.
Algunos ejemplos son las camas de cuidados intensivos (UCI), de cuidados intermedios y de recuperación, que presentaron una variación positiva de 10,3%, 4,8% y 46,5%, respectivamente, frente a 2019 (Tabla 2). Esto implica que durante el 2020 hubo 1.823 camas de cuidados intensivos (UCI) en los establecimientos de salud públicos y privados a nivel nacional.
Tabla 2
Camas hospitalarias por tipo de cama 2019-2020
Frente a lo expuesto, en 2020 en el Ecuador existieron 1,3 camas hospitalarias disponibles por cada 1.000 habitantes. Esta situación implicó un gran esfuerzo a nivel hospitalario. No obstante, estas mejoras no bastaron para hacer frente a la creciente demanda, además, porque las acciones no estuvieron debidamente articuladas entre los diversos servicios de salud, por lo que no se registró el desempeño esperado.
Por lo tanto, a día de hoy aún persisten complicaciones dentro de los centros de salud para tratar situaciones de emergencia, debido especialmente a la falta de medicamentos e insumos. Según el Ministerio de Salud Pública, hasta mediados de 2021 había más de 100 enfermos graves por covid-19 en línea de espera para acceder a un turno de cama UCI, a pesar de la tendencia a la baja de la cantidad de contagios.
Todavía se registra una ocupación casi del 100% de las unidades de cuidados intensivos. Frente a esto, es imperante brindarle especial importancia a los insumos al interno de las instituciones de sanidad, y que se priorice una atención total de emergencia a quien lo necesite.
De igual manera, al evaluar el sector público y privado de salud, en el 2020 se registraron 13.514 camas hospitalarias disponibles en el sector público. Por otra parte, en el sector privado se evidencia un total de 9.698 camas hospitalarias disponibles (Gráfico 1).
Gráfico 1
Camas disponibles por tipo de establecimiento 2020-2021 (en miles de camas)
Aunque en ambos casos se muestran disminuciones generales en la cantidad de camas disponibles, el sector privado varía en un marco más estable, mientras que el sector público fue mucho más vulnerable a la pandemia, con una caída más pronunciada.
MENOR CANTIDAD DE EGRESOS HOSPITALARIOS, PERO SE DISPARAN LAS DEFUNCIONES
Las estadísticas de los egresos hospitalarios presentadas por el INEC determinan la frecuencia de las enfermedades tratadas en los hospitales. Fungen, además, como un insumo a la hora de organizar la planificación, administración y evaluación de los servicios hospitalarios.
Según el INEC, los egresos dentro de las instituciones de salud constituyen el retiro de un paciente hospitalizado de los servicios de internación del hospital. Por lo tanto, un egreso implica siempre la conclusión del período de hospitalización y la desocupación de una cama de hospital, tanto si el paciente es dado de alta como si fallece.
En el 2020, se evidenció una disminución de 24% de los egresos hospitalarios con respecto a 2019, lo que corresponde a 287.796 egresos. De igual manera, dentro de un marco referencial entre los centros de salud públicos y privados, el número de egresos hospitalarios en el sector público cayó en 28,83%, bajando de 825.459 a 587.495 pacientes; la mayor diferencia se registra en el Ministerio de Salud Pública, con una reducción de 145.228 casos; mientras que en el sector privado también se evidenció un decremento en el número de egresos hospitalarios del 13,47%, pasando de 369.852 a 320.020.
En un análisis mensual, abril, mayo y junio fueron los meses con mayor disminución del nivel de egresos hospitalarios, con un total de 50.321, 58.538, y 64.973 pacientes, respectivamente (Gráfico 2).
Gráfico 2
Egresos hospitalarios período 2019-2020
Esta reducción generalizada podría responder a la baja de atención médica como se exploró con anterioridad, o al incremento de días en la estadía de cada uno de los pacientes. En el contexto coyuntural actual, a lo largo del 2020 se presentaron 55.076 casos confirmados de covid-19, con un promedio de estadía de 8,7 días. Ese número supera con creces los 3 a 4,6 días que se espera como duración de hospitalización de otras patologías. Por lo tanto, bajó la tasa de egresos por aumento de días de internado, lo que a su vez provoca la sobresaturación de los centros de salud.
En la misma línea, los egresos cuantifican las salidas de los hospitales, tanto de personas recuperadas como de fallecidos. La realidad revela los horrores del covid-19: de las pocas personas que salen de los hospitales, la mayoría son decesos de pacientes de gravedad.
En cifras, durante el 2020 se presentaron 28.397 defunciones hospitalarias a nivel nacional, lo que significa un aumento de 8.763 defunciones respecto a 2019 (Gráfico 3). De estas, 10.854 se les atribuye a pacientes que fallecieron por el covid-19.
Gráfico 3
Defunciones hospitalarias 2012-2020
Geográficamente, El Oro registra la mayor tasa de defunciones hospitalarias: 2,52 por cada 1.000 habitantes. Le sigue Santo Domingo de los Tsáchilas, con 2,48 defunciones por cada 1.000 habitantes.
¿QUÉ LE DEPARA AL SISTEMA DE SALUD NACIONAL?
Actualmente, en pleno 2021, el presupuesto asignado al Ministerio de Salud Pública asciende a los $ 2.681 millones, lo que representaría un aumento anual de 5%. No obstante, las posibilidades de que se termine el año como se proyectó en un inicio son muy bajas, debido a que el nivel de ejecución en los últimos tres años ha sido en promedio del 95%, según un reporte de la Organización Internacional del Trabajo.
De aquí en adelante, la prioridad es fortalecer al Sistema de Salud. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los principales desafíos para superar los estragos de la pandemia son: la revisión de los modelos de gestión y el alcance de la política pública sanitaria, la constancia, continuidad y calidad de la atención, y la planificación y asignación de los servicios para todas y todos los ecuatorianos.
Otro aspecto para mantener la sostenibilidad del sistema sanitario es el financiamiento de todas las redes integradas de los servicios de salud a nivel nacional, de manera que se ponga especial énfasis en el acceso prioritario de los grupos sectarios más vulnerables y se precautele el derecho constitucional a gozar de buena salud, así como garantizar una cantidad adecuada de insumos médicos.
A futuro, y mientras se sigue implementando el Plan Vacunación 9/100, se debe continuar con un mapeo constante de vigilancia epidemiológica que permita rastrear casos desde una etapa temprana, y así palear la velocidad de transmisión del virus y dar un respiro a los centros de salud cuya capacidad se ha ubicado en sus límites máximos de asistencia médica.
Por lo pronto, es fundamental seguir alertas ante las posibilidades de contagio, ya que la infraestructura ecuatoriana en términos de salud ya venía arrastrando varias falencias, que solo se hicieron mucho más evidentes con la llegada de la emergencia sanitaria. Se debe continuar fortaleciendo la calidad y pertinencia de las asistencias médicas, así como la prevención a través de la vacunación y el cuidado general, para permitir que otras afecciones de la salud también puedan ser tratadas con la misma premura y mitigar la saturación de las instituciones sanitarias.
(*) Elaborado por Aitana Veloz, analista económica Revista Gestión.
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Last modified on 2021-07-22