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Autor: Revista Gestión

El Sector Financiero Popular y Solidario (SFPS) tiene participación representativa en la economía nacional pues abarca una tercera parte de todos los depósitos y créditos del sistema financiero. A finales del 2019, 7,6 millones de ecuatorianos eran socios de alguna cooperativa. En este tiempo de crisis, las cooperativas han mostrado ser resilientes y esto se da por la lógica cooperativista que mantienen. La superintendenta de Economía Popular y Solidaria, Margarita Hernández, conversó con Revista Gestión al respecto.

La Economía Popular y Solidaria (EPS) es un sector estratégico dado que abarca a los grupos minoritarios, pues tiene como objetivo principal la solidaridad y cooperación en un marco de reciprocidad.

Hay una diversidad dentro de este sector que cubre cooperativas o mutualistas del segmento 1, las cuales poseen activos superiores a los $ 80 millones y otras del segmento 5, con activos incluso inferiores al millón de dólares. Por eso, si se excluyen a los cinco bancos privados más grandes del país, los activos, la cartera de créditos y los depósitos del SFPS son mayores a los del sistema bancario. No obstante, es importante distinguir la lógica que tienen las cooperativas frente a los bancos.

Justamente, dicha lógica explica las razones de por qué tienen un marco regulatorio distinto, así como por qué las cooperativas han tenido un mejor desempeño en las crisis anteriores y en la actual.

 

  1. La inclusión financiera es aún un reto para la economía ecuatoriana, pues solo 61 de cada 100 ecuatorianos tienen acceso a productos y servicios financieros, ¿qué se está haciendo desde el Sistema Financiero Popular y Solidario (SFPS) para incentivar al resto de la población?

Las organizaciones del Sistema Financiero Popular y Solidario (SFPS en adelante) son actores indispensables en toda estrategia de inclusión financiera porque no solo permiten el acceso a servicios y productos financieros, sino que tienen una lógica implícita que hace que esos servicios tengan valor agregado. Se debe a que corresponden a organizaciones que responden a una lógica distinta como es la economía popular y solidaria, por tanto, tratan a su socio de manera distinta, se preocupan no solo como sujeto de crédito o como receptor de un servicio financiero, sino que se piensa en el bienestar del socio.

Esta lógica que es más grande se ve reflejada en los números que se levantan en el sector. Con corte a septiembre 2020, tenemos 525 organizaciones en el SFPS. En esas organizaciones, en este momento, hay 8’065.400 certificados de aportación, detrás de ello están casi 5 millones de personas que han decidido participar de este sector.

Desde la Superintendencia se tiene un compromiso con las entidades para valorar el trabajo y el esfuerzo que se hace en la inclusión financiera a través de levantar información que permita mostrar cuál es el impacto de las entidades en la inclusión financiera y cómo podríamos identificar oportunamente las brechas en las que hay que trabajar en materia de inclusión financiera.

Por mencionar algunos datos, 63% de las operaciones solicitadas por hombres en el SFPS han recibido una medida de alivio financiero, frente a un 37% de las realizadas por mujeres. En el rango etario, 57% de las operaciones que recibieron un alivio financiero corresponden a sujetos de crédito entre 30 y 49 años.

Parte importante para la reactivación con nuevos créditos tiene que ver con los microcréditos y con la lógica de un valor agregado en la inclusión financiera. El 46% del saldo de la cartera que recibió medidas de alivio financiero corresponde a personas que tienen instrucción secundaria, 29,3% a personas con instrucción primaria y 3,5% a personas sin estudios. Luego, se puede desagregar incluso por quintil para entender quiénes son esas contrapartes que han acudido a las organizaciones para aplicar estas medidas de alivio financiero y lo que significa eso respecto de la cartera de las entidades y de la situación de los deudores.

 

 

  1. Una traba es la elevada tasa de interés que se aplica también en el SFPS ¿qué se ha hecho para bajar la tasa de interés para que sea más atractivo? ¿Por qué el SFPS no tiene una tasa de interés exclusiva?

Es importante destacar desde el principio que la Superintendencia -como organismo de control- no establece las tasas de interés, eso controla el Banco Central. Lo que sí se puede mencionar respecto a las tasas es lo que existe entre las tasas activas y tasas pasivas, que es el margen que le queda al intermediario financiero, y lo que eso significa en función de servir al socio.

Esto es importante porque si pensamos en la diferencia que hay en la tasa activa y la diferencia de la tasa pasiva en cuanto al SFPS frente a los bancos privados, uno se da cuenta de que en las cooperativas y mutualistas pagan mejor tasa por los dineros que reciben que lo que se paga en otros intermediarios financieros. Esa es la lógica que hay detrás y tiene que ver con favorecer al socio de alguna manera que sea posible para el intermediario financiero como es a través del depósito a plazo.

Otro tema que es importante entender es que del margen de la intermediación financiera es de donde surge la posibilidad de pagar los costos de operatividad de las entidades. Y las entidades del SFPS tienen una naturaleza que las obliga a estar mucho más cerca de sus socios. Entonces, tenemos muchas oficinas físicas, tenemos un porcentaje que supera  65% de transacciones que se llevan a cabo en las oficinas físicas y, de estas, más de 80% es en agencias y sucursales. Una parte muy marginal se hace, por ejemplo, en cajeros electrónicos.

Como supervisores, no nos corresponde ni regular ni controlar tasas. Lo que sí podemos es mostrar este beneficio para los socios a través del pago de una tasa diferenciada respecto de las inversiones en cuanto a lo que tiene que ver con los bancos privados. Y, por otro lado, están los servicios que se cubren con el margen que queda entre la tasa activa y la tasa pasiva y que en el SFPS es muy exigente en cuanto a lo presencial.

Se está velando porque el sector popular y solidario empiece a trabajar por una transformación digital; sin embargo, si se piensa en la caracterización de los socios, inclusive en el rango etario, no prefieren la tecnología como medio, sino que buscan el contacto directo con la entidad.

Adicionalmente, algo muy importante es que más de 45% de las entidades están en cantones con índices de ruralidad y pobreza que superan el 50%. Y, en estas zonas, las cooperativas colocan $ 1,60 en promedio por cada $ 1 captado, es decir, están trayendo recursos de donde hay más capacidad de ahorro y colocan recursos donde hay más necesidades.

En resumen, el análisis de tasa les toca a otras instancias dentro de la lógica institucional que maneja el sistema financiero nacional. Sin embargo, en este momento, la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera está revisando esos procesos y ya ha emitido normativa al respecto. Se irá trabajando a la luz de lo que las entidades correspondientes vayan disponiendo.

 

 

  1. Si existen cooperativas grandes, de tamaño igual o superior a bancos medianos, ¿por qué no deben estar reguladas bajo la Superintendencia de Bancos?

Porque no son bancos, por lo tanto, no son entidades que respondan a la lógica de capital como lo hacen los bancos. Son organizaciones de la economía popular y solidaria con principios distintos, con una estructura inclusive patrimonial distinta y no tiene que ver con el tamaño.

Si las cooperativas grandes deberían hacerse bancos, entonces los bancos pequeños deberían transformarse en cooperativas y ninguna de estas cosas pasa porque son estructuras distintas dentro de sistemas distintos. Unas son entidades de capital y las otras son entidades de personas dentro de una lógica de empresa social que es la de la economía popular y solidaria.

 

 

  1. A septiembre 2020, las utilidades de las cooperativas tuvieron una variación anual de -37,3%, mientras que la de los bancos decreció en -62,6%. ¿Por qué las cooperativas fueron menos golpeadas en términos de rentabilidad y utilidades que la banca en estos últimos meses?

Precisamente porque tienen una lógica distinta a la de los bancos. No es lo mismo el vínculo de un cliente con un banco que el vínculo del socio con su cooperativa porque el socio es dueño, y la organización, al ser de personas y no de capitales, tiene una lógica en la que todos sus socios son dueños. Esos socios que participan a través de un aporte en el patrimonio de la entidad tienen derecho a formar parte de su consejo de administración y de su consejo de vigilancia y, por lo tanto, a administrar la entidad. Además, participan en su asamblea general que es el máximo órgano de resolución de la cooperativa, aunque su aporte sea mínimo o aunque tengan el máximo que la ley permite.

Entonces, esta lógica de las organizaciones de personas hace que haya una fidelidad y vínculo. Eso no solo se ha visto ahora, sino que ya se ha visto en crisis anteriores.

La Superintendencia está revisando cómo reaccionó el sistema en crisis anteriores, no hay que olvidar que la Superintendencia existe solo desde 2012, entonces no hay información histórica del receptor que controlamos de procesos que también fueron traumáticos para el sistema financiero. Lo que se hizo fue ver en cuánto tiempo las entidades se recuperaron como sector de los impactos en los diferentes momentos de crisis. Lo que se ha visto es que el promedio de tiempos de recuperación es mucho menor que el de otros intermediarios financieros. Y la explicación es la enorme capacidad de resiliencia que tienen las entidades en función de los vínculos con sus socios. Al ser el dueño el socio de la cooperativa, ese vínculo es de una magnitud que ata.

No es lo mismo el sentimiento que tiene un cliente con el banco que utiliza los medios tecnológicos y evitar ir al banco, que el del socio que tiene la casa porque la cooperativa le prestó y que muy probablemente haga que su hijo y su familia se haga socio. Entonces, esas lógicas fortalecen al sector.

Todavía no podemos saber cuál va a ser el impacto en el SFPS, como tampoco se sabe en el sector financiero privado porque las medidas de alivio financiero dispuestas en la normativa no permiten que podamos ver cuál es la situación de la cartera. Una cartera diferida, por ejemplo, que tiene una calificación de crédito que no va a cambiar, no se sabe lo que va a pasar cuando el diferimiento se acabe, tal vez el socio pueda pagar como no. Puede ser que cuando la economía se reactive el sector también, o pueda que no. Y esta crisis ya ha durado más de lo que se tenía como expectativa.

Hay que seguir avanzando en ver cómo le damos al sistema financiero herramientas para que vaya atendiendo a sus socios, a sus clientes y a la economía en general. Pero el impacto es distinto porque la lógica de los vínculos es distinta. Vemos con muy buenos ojos que 60% de las operaciones del sector se recuperó normalmente inclusive en los primeros meses de la pandemia.

En nuestro sector, lo que las organizaciones tienen son excedentes y, de esos excedentes, por mandato de la normativa, obligatoriamente 50% se tiene que reinvertir en un fondo que aporta al patrimonio. Y eso pasa necesariamente todos los años, entonces, eso ha hecho que la capacidad patrimonial de las entidades les permita aguantar el golpe de la crisis. Esperamos que esos impactos que habrá por la crisis sigan de tal magnitud que las organizaciones del sistema financiero en general puedan seguir aportando a lo que les corresponde que es apalancar a la economía.  

 

 

  1. ¿Cuáles son los mayores retos que enfrenta la economía popular y solidaria en el contexto de la pandemia?

Básicamente son tres. El primero es la transformación digital y ese es un reto fundamental en este momento porque tal vez en alguna etapa previa a la pandemia hubo organizaciones que comprometieron ciertos procesos en cuanto a la ampliación de servicios financieros digitales y tal vez la innovación y la creación de productos nuevos. Sin embargo, en este momento lo que pudo ser una expectativa se volvió una necesidad. Dentro del SFPS tenemos una gran diversidad de organizaciones, no es lo mismo una cooperativa del segmento 1 que tiene activos que superan los $ 80 millones que los del segmento 5 que tiene activos inferiores a $ 1 millón, por lo que las capacidades de gestión de servicios tecnológicos son muy distintas.

Entonces, estamos apuntando -desde el 2018- con una norma de alianzas estratégicas que permiten generar economías de escala y juntar a las organizaciones para dar servicios de manera conjunta para que las organizaciones pequeñas se apalanquen en las medianas y las grandes y así puedan empezar a brindar servicios financieros a sus socios.

El segundo tema fundamental es la inclusión financiera. Consideramos, al amparo de los principios del cooperativismo, no solo que las organizaciones del SFPS son estratégicas en lo que ya han hecho por la inclusión financiera, sino que tienen que conocerse en su verdadero potencial frente a lo que es la inclusión financiera como un elemento necesario para superar la crisis. En este momento, en el país estamos trabajando por materializar la estrategia nacional de inclusión financiera. La Superintendencia está trabajando para que en esa estrategia se reconozcan estos valores fundamentales del cooperativismo, que lo que van a permitir es una lógica virtuosa dentro de lo que es la inclusión financiera. Y, al mismo tiempo, estamos trabajando en la estrategia nacional de cambio climático. Si pensamos en los principios del cooperativismo, encajan perfectamente con un entorno en el que se pueda trabajar por finanzas sostenibles, inclusión financiera, educación financiera y alfabetización digital.

El tercer elemento de los retos es el de la sostenibilidad. Tenemos que lograr que las entidades apalanquen su gestión con un cumplimiento normativo adecuado que permita ir guiando los pasos que vayan dando para superar adecuadamente la crisis y que no vayamos a tener ningún contratiempo. Esto con lo que tiene que ver con los ajustes normativos que tratan sobre las medidas de alivio financiero porque una preocupación constante es esta expectativa que todavía mantienen ciertos grupos.

 

 

  1. La mayor parte de las colocaciones se dirige al consumo prioritario, ¿qué se ha estado haciendo para diversificar la cartera de créditos?, ¿la pandemia acentuó la demanda de créditos por consumo?

No vemos un incremento del crédito por consumo, lo que sí vemos es que hay dos grandes grupos que concentran la cartera del SFPS: consumo y microcrédito. Ahí no podemos estigmatizar a las entidades ni a los socios porque el crédito de consumo tiene una lógica dentro del sistema financiero y de la economía. Ahora, orientar el crédito es un proceso que se corresponde con otras lógicas de gestión entre el intermediario financiero y su socio. El hecho de que el segundo rubro más grande sea el microcrédito nos muestra que sí están trabajando por orientar sus recursos hacia un crédito que genera trabajo y producción.

Si hubiera la necesidad de apalancar a través de políticas públicas, por ejemplo, la orientación de los créditos creo que debería hacerse con una visión de reactivación económica y no hemos tenido todavía un escenario en el que lleguemos a estos planteamientos. Lo que vemos es un afán muy importante desde las entidades del gobierno de captar recursos de multilaterales para poder colocarlos a través de la CONAFIPS a las cooperativas para que estos créditos lleguen a sus socios de estos dos grandes grupos: el microcrédito y el consumo que finalmente mueven a la economía. 

 

 

  1. ¿Qué resultados se esperan de las novenas Jornadas de Supervisión de la Economía Popular y Solidaria?

El tema de las jornadas de este año fue inclusión, innovación y gestión de riesgos todo esto orientado a la reactivación post-pandemia. Las jornadas tuvieron varias partes, desde paneles con ponencias magistrales, mesas técnicas con escenarios de capacitación y discusión sobre temas específicos y espacios académicos en donde se discutieron trabajos de investigación relacionados con el sector. Todo esto tanto en relación con el SFPS como con el sector no financiero de la EPS.

Este lo que nos permite es dar herramientas a las entidades para que cumplan con este rol en la economía que es el de ser actores fundamentales en una reactivación que sea inclusiva y sustentable.

Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2020-11-25

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