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Autor: Revista Gestión

El empleo en el país se ha visto fuertemente abatido a causa del confinamiento por la emergencia sanitaria del coronavirus. A septiembre 2020, cerca de 650 mil personas perdieron su empleo frente al mismo mes del año pasado y cerca de 200 mil pasaron al subempleo. Sin embargo, el gobierno resaltó la mejora de las cifras de empleo para septiembre respecto a mayo/junio 2020. Y es ahí que surgen las dudas de lo que está detrás de las cifras. Andrés Mideros Mora, doctor en Economía, decano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y exfuncionario de los dos últimos gobiernos, hace una lectura de la situación del mercado laboral para GESTIÓN.

Como panorama general, la crisis por la pandemia del Covid-19 deterioró todos los mercados de la economía. En el segundo y tercer trimestre del año, el mercado laboral atravesó por una desconfiguración total dejando al subempleo como preponderante frente a los otros tipos de empleo. Para septiembre 2020 la estructura retomó la forma pre pandemia, aunque con todos los indicadores deteriorados.

La información del INEC sobre las cifras de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) de septiembre 2020 dejó muchas incógnitas. Por un lado se indica una importante recuperación en el mercado laboral, pero llama la atención que en tres meses, mientras la pandemia seguía acechando -aunque con la gran diferencia de que la población ya salió del confinamiento-, cerca de 500 mil personas hayan conseguido un empleo, cuando en la realidad es evidente que existe más gente en el desempleo y la pobreza.

Según las cifras de la ENEMDU, a septiembre 2020, la tasa de empleo pleno se elevó en 92% respecto a mayo/junio de 2020 llegando a 32,1%, mientras que la tasa de desempleo decreció en -50,3% alcanzando el 6,6%. Sin embargo, la lectura interanual demuestra una degradación de todo el mercado laboral asentando las brechas sociales en los grupos más vulnerables.

 

  1. ¿Los datos de la ENEMDU actual son comparables con la ENEMDU-telefónica? Pues si bien se utilizó otra metodología el cuestionario se mantuvo, aunque prescindió de ciertas preguntas…

El error que se comete no es técnico dentro del INEC, los procesos del INEC están sólidos, pero sí hay un problema en la comunicación gubernamental que genera muchas dudas.

Los datos no son comparables. Primero, por el ciclo económico. Por ejemplo, no es lo mismo el empleo en diciembre que en junio; el consumo tampoco será igual, en diciembre la gente se vuelve consumista por Navidad y en septiembre están gastando en útiles escolares y cada trimestre estamos en otras condiciones. Por lo que no se puede comparar mayo con septiembre por el ciclo económico.

El segundo elemento es que no es comparable porque las condiciones son distintas. En su momento se tenía una decisión completamente diferente de política pública, de política sanitaria y de aislamiento por las condiciones que para septiembre ya cambiaron.

Y tercero, los problemas metodológicos. Son dos encuestas con dos diseños muestrales diferentes y con dos mecanismos operativos distintos también. Aunque se pregunte lo mismo, preguntar por teléfono o personalmente, cambia. Luego está la parte muestral, pues no se sabe si todos los que eligieron en la aleatoriedad de la encuesta telefónica contestaron o sino cómo se hicieron los reemplazos para garantizar que sea aleatoria. Entonces, hay elementos de la muestra y elementos comparativos que hace que no sean comparables.

Sí pueden ser indicativas, pero comparables no; como para decir que “se han creado 500 mil nuevos empleos, es una dicha…” eso no se ha cumplido jamás. Por ejemplo, es como cuando una persona se enferma y está en cama con oxígeno, a salir del hospital a la casa a descansar esa persona ya está mejor. Es parecido lo que ha pasado, de estar en distanciamiento social a empezar a salir y retomar las actividades “ya estamos bien”, no. Sin duda, habrá más gente activándose económicamente porque se liberó el aislamiento. Por tanto, lo que pasó, en realidad es un efecto esperado.

El mensaje gubernamental es lo que académicamente se ha cuestionado porque lleva el mensaje contrario al sentido común. Enfatizo en que la crítica no es a los datos sino a la forma comunicacional gubernamental. Decir que estamos “superbien” no es correcto, quizás sí mejor. Esto da las señales equivocadas en términos de política pública; si le decimos a la gente que estamos superbien, primero, nadie se lo cree y, segundo, se entiende que como se “está bien” no se hará nada porque no hay incentivos para actuar con política pública.

 

  1. Entonces, ¿cuál es la manera correcta de dar lectura a los datos de la ENEMDU para septiembre 2020?

En términos de comparación de datos, para saber cómo está la lógica del empleo, se debe comparar septiembre 2020 con septiembre 2019. Evidentemente, esperamos estar peor que en 2019, a pesar de que ya era un mal año, pero nos permite tener una línea base de qué esperar en una recuperación post covid.

Un primer elemento, del que no se habla en la estructura del empleo, es la Población Económicamente Inactiva (PEI). De septiembre 2019 al mismo mes de 2020, la PEI pasa de 3,9 millones a 4,6 millones, son casi 650 mil personas más en la PEI. Entonces, hay que preguntarse por qué, qué hay detrás de esta inactividad y quiénes fueron esas personas.

Detrás de ese aumento de la Población Económicamente Inactiva puede ocultarse gente que, simplemente, dejó de buscar empleo porque no lo encuentra. Entonces puede ser un grupo de desempleados que por la naturaleza propia de las encuestas no se lo registra como desempleo sino como inactivo, y este grupo no es menor (650 mil personas).

Después, lo que hay que comparar entre septiembre 2019 y 2020 es la población con empleo, son casi 700 mil personas menos que cuentan con empleo. Hay menos gente trabajando y eso se evidencia en la tasa de participación bruta y global que presenta el INEC. La tasa de participación bruta -que es el total de la Población Económicamente Activa sobre la población total- cayó del 67,8% al 62,8%, son cinco puntos porcentuales en términos de la tasa de participación laboral. Entonces, no se puede decir “estamos bien”, hay más de 650 mil personas que pasaron a la desocupación.

La situación del empleo adecuado se agravó. El empleo adecuado en septiembre 2019 -que no era un buen año- era de 3,2 millones de personas y en septiembre de 2020 son 2,5 millones de personas, entonces se habla de 700 mil personas menos en esta categoría. Luego, en el subempleo y en los distintos tipos de subempleo hay pequeñas variaciones y justamente eso llama la atención de estas cifras: ¿A dónde se fue toda la gente que trabajaba en septiembre de 2019 y cuáles son sus condiciones de vida actuales? De eso no se muestra nada.

Algo que no publicó el INEC pero que se puede replicar fácilmente es el cálculo de la pobreza. En el Instituto de Investigaciones Económicas de la PUCE hemos calculado justamente cómo estaría la pobreza por ingresos a septiembre de 2020 de acuerdo con los resultados de esa encuesta. El resultado es que estamos llegando al 30%, es de cinco puntos porcentuales más de pobreza por ingresos en septiembre 2020 frente a septiembre 2019. Esto significa un retroceso de al menos 10 años en este indicador de lucha contra la pobreza que es el primero de los ODS y factor fundamental del desarrollo.

Es importante reconocer la situación en términos de empleo y de bienestar en la que se encuentra el país para poder establecer política pública de reactivación y de generar inclusión económica y bienestar.

 

 

  1. En la crisis del Covid-19, la estructura del mercado laboral tuvo una desconfiguración y luego una reconfiguración, todo eso en menos de seis meses, ¿cómo señalaría la sensibilidad de los componentes del empleo en la crisis actual?

La crisis pasa factura a ciertos sectores con mayor fuerza, por ejemplo, las brechas de empleo entre hombres y mujeres. El empleo adecuado, a septiembre de 2020, estaba en 36,2% para hombres y la 26,4% para mujeres. Lo mismo en el desempleo, los hombres 5,7% y las mujeres 8%. Entonces, la crisis golpea con mayor fuerza -en términos del mercado laboral- a las mujeres. Igualmente a los jóvenes frente a los adultos y, sin duda, también a la informalidad.

Hay elementos muy claros porque la reactivación económica, en este momento, pasa por la capacidad económica que tenga el proceso productivo y el proceso de comercialización de adaptarse a unas medidas bioseguras. Por eso, sectores como el turismo o las discotecas están cerrados y son sectores que están muy afectados porque no se pueden adaptar adecuadamente a las condiciones actuales.

El sector informal, en donde se concentra gran parte de la economía ecuatoriana y sobre todo la población más pobre y vulnerable, no tiene las capacidades directas para hacer un método de adaptación a esas modalidades.

En efecto, en el mercado de alimentos, quienes lograron adaptarse con mayor facilidad fueron las grandes cadenas de comercialización de alimentos ¡y les fue muy bien! Pero la tienda de la esquina la tuvo mucho más difícil, recién empieza a abrirse.

Entonces, la crisis que se genera por una pandemia, donde la enfermedad nos podría afectar a todos por igual, en términos económicos no afecta a todos por igual. Afecta más duro a las mujeres, a los jóvenes y a quienes trabajaban en sectores informales. Entonces, se genera una mayores brechas en términos de productividad dentro de la estructura propia del empleo.  

 

  1. El Gobierno atribuye las mejoras del empleo entre mayo/junio y septiembre a las medidas adecuadas dentro de la Ley Humanitaria que permite contratos especiales. El ministro de Trabajo señaló que gracias a ello se crearon más de 10.000 empleos. ¿Considera que las medidas del Gobierno han sido adecuadas para sostener el empleo en el país? ¿La Ley Humanitaria ha contribuido al desarrollo del sector productivo?

Lo que se le ha criticado al Gobierno es ¿cuál es la relación de causalidad que está encontrando entre las políticas implementadas y los niveles de reactivación? No existe un estudio que compruebe, de momento no se lo ha hecho. Entonces, es muy ligero expresar que las medidas implementadas han ayudado al empleo o no. Los datos muestran que estamos peor que hace un año; sin duda estamos mejor que en mayo/junio, eso es evidente, pero no estamos bien.

Hay que evaluar las medidas en términos de política pública para revisar si han sido eficaces. Una de ellas es el bono de asistencia humanitaria, que cuando lo evaluamos en los indicadores de pobreza tiene un impacto de -0,1%, es decir, no mitigó la caída en la pobreza de la población ecuatoriana. Entonces, fue ineficiente e ineficaz absolutamente, esto sí ya se puede afirmar porque se cuenta con los datos.

Otro elemento es que se estableció que se puede reducir la jornada laboral y el salario de las personas. En efecto, vemos en los datos del INEC que existe una reducción de la jornada laboral. El promedio de horas trabajadas en septiembre del 2019 de un hombre eran 39h28m y de una mujer 32h50m, esto cayó cerca de un 20% en el aislamiento para quienes trabajaban, y en septiembre 2020 los hombres pasaron a 36 horas en promedio de trabajo y las mujeres a 31h50m. Esa es la caída que se ha dado en el tiempo de trabajo.

Entonces, sí es verdad que se trabaja menos tiempo, pero si nos dicen que “hay más trabajo” se debe contabilizar la cantidad de trabajo por tiempo trabajado. Si se han generado más plazas de empleo distribuyendo entre más personas, reduciéndoles la jornada y el sueldo, es simplemente una distribución de la jornada laboral. Por lo que puede haber más gente trabajando, pero se debe revisar con las horas trabajadas para ver si efectivamente hay más trabajo.

Lo que se tiene en los datos de mayo/junio a septiembre 2020 es que hay una reducción de alrededor del 8% en el tiempo trabajado de cada una de las personas. Pero con lo que podemos comparar, con el año pasado, hay menos cantidad de trabajo y menos tiempo de trabajo. Entonces, no veo por dónde se puede justificar un posible impacto positivo de la política económica del gobierno.

 

  1. ¿Cuáles son los principales retos para recuperar el empleo? ¿La renegociación de la deuda y la ampliación de financiamiento con el FMI ayudarán a la reactivación económica o su costo supera los beneficios?

La renegociación de la deuda sí genera un alivio fiscal, pero los beneficios de eso dependen de lo que se haga con ese alivio. Si no se aprovecha de forma correcta, solo se patea el problema para adelante. Hay nuevo endeudamiento de $ 4.200 millones que vienen del FMI, si es bueno o malo también depende. Esa es una discusión que el país ha tenido los últimos años si la deuda es buena o mala, siempre va a depender. Se necesita cuando se requiere invertir.

Tanto el alivio fiscal como el nuevo endeudamiento sí pueden generar reactivación económica, pero depende de lo que se haga con esos recursos. Si lo que se hace es pagar otras deudas porque lo que se ha venido pagando es salarios atrasados, pagos atrasados a proveedores, transferencias a los GAD y otras obligaciones, no hay retorno que funcione. La deuda y el alivio fiscal son buenos en la medida en que se invierten para generar un retorno que permite estar mejor que antes, una vez pagada la deuda.

En donde se debería invertir o priorizar el gasto del alivio fiscal que se ha generado, desde mi punto de vista, es justamente en los elementos de reactivación. El primero es brindar herramientas tecnológicas para la adaptación de los procesos productivos de producción, comercio y consumo, sobre todo para el sector informal y para los sectores más pobres y vulnerables. Se debería subsidiar y garantizar a la micro y mediana empresa, que no pueden cubrir los costos hundidos de una transformación tecnológica de manera que empiecen a trabajar con bioseguridad.

Pero, además, este elemento es necesario para que las niñas, los niños y jóvenes sigan estudiando. Lo que se está viendo es que se está perdiendo al menos un año quizás incluso dos o tres años en el proceso educativo de varias generaciones.

El segundo elemento es que se necesita crédito y movilizar la liquidez. Estos recursos podrían servir para garantizar un fondo de garantía que permita bajar las tasas de interés y hacer que la banca pública también compita en el mercado con la banca privada para bajar la tasa de interés del crédito productivo.

El tercer elemento es sostener el sistema de protección. Lo que se ha hecho con el bono de asistencia humanitaria es ínfimo, cuando se debería garantizar que todas las personas por lo menos puedan cubrir el costo de la línea de pobreza que son $ 85 mensuales por persona. Garantizar estas transferencias a las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad.

Estos tres elementos son los únicos que permitirán mantener la capacidad productiva de un país, por lo que es donde se debe invertir gracias al alivio fiscal. Pero si se gasta en otras cosas y se insiste en medidas de austeridad, más bien se está poniendo en riesgo el futuro desarrollo de todo el país.

 
Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.
 

 

 

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Last modified on 2020-11-05

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