En los últimos meses, las plataformas virtuales se han utilizado de manera intensiva para mantener ciertas actividades como teletrabajo, educación en línea, entretenimiento, comercio digital e incluso medicina virtual. Sin embargo, a 2019, cerca de la mitad de ecuatorianos no estaban conectados a internet, lo que implica un desafío de conectividad durante la pandemia. El grupo de ingreso más bajo es el que mayor peso tiene que afrontar, pues únicamente 13% cuenta con conexión, lo que dificulta las tareas de teletrabajo y educación virtual.
En el marco de la pandemia, el uso de plataformas y aplicaciones tecnológicas ha permitido mantener varias actividades cotidianas, como el teletrabajo, la educación virtual, el comercio digital, incluso servicios de atención médica a distancia. A pesar de las oportunidades que plantea la conexión, los sectores de bajos ingresos y ciertos grupos etarios no disponen de internet, lo que amplía las brechas entre los diversos estratos de la sociedad.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) asevera que durante la cuarentena en la región se ha visto un “mundo paralizado en lo físico, pero no en lo virtual”. La asistencia a locales físicos de venta de alimentos y farmacias se redujo en 51%; en cuanto al trabajo, se ve un 45% de menor concurrencia a los lugares físicos. Lo que es claro es que la dinámica tradicional ha tenido que adaptarse a las nuevas condiciones planteadas por la pandemia, en donde prepondera el uso de recursos tecnológicos.
En el primer y segundo trimestre de este año, el teletrabajo a nivel mundial creció en 324%, en países de la región que se dispone de datos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México) el comercio electrónico y entregas y educación en línea se expandieron en 157% y 62%, respectivamente. Por otra parte, actividades como hotelería y alojamiento a nivel mundial cayeron en 7%, mientras que en la región los viajes y turismo se contrajeron en 83%.
DESAFÍOS DE CONECTIVIDAD PARA EL PAÍS
Si bien los medios digitales han facilitado parte de las actividades económicas, no toda la población es capaz de hacer uso de estas herramientas por factores como la carencia de internet fijo o móvil, baja velocidad de conexión y bajos ingresos que limitan el acceso a equipos de computación. A nivel regional, 66,7% del total de personas, a 2019, contaba con conexión a internet (móvil o fija).
Gráfico 1
Indicadores de conectividad en Ecuador
En el caso de Ecuador, el reto principal es ampliar el acceso a internet de los hogares (Gráfico 1), debido a que a 2019 solo 45,5% de la población disponía de conexión a internet. En la pandemia, las posibilidades de los hogares de realizar teletrabajo o mantener una educación en línea se reducen a dos factores: la conexión a internet estable y de calidad, y la disponibilidad de una computadora. Con datos de 2019, se observa que el acceso, si bien en los últimos años ha crecido, sigue siendo limitado, lo cual representa una dificultad para los hogares ecuatorianos, principalmente de los estratos de ingreso menor (Gráfico 2).
Es importante mencionar que en 2019 68,12% de personas usó internet en sus hogares, 11% lo usó en el trabajo y 5% para actividades en las instituciones educativas. De igual manera, se debe considerar la brecha existente según la localización. En el área urbana, a 2019, 56% de hogares tenía acceso a internet, mientras que en la ruralidad este indicador mostraba un alarmante 79% de hogares que no contaba con internet.
Gráfico 2
Porcentaje de hogares con conexión y sin conexión a internet según quintil de ingreso en 2018
Como en muchos indicadores de bienestar, los hogares de los quintiles de ingresos inferiores enfrentan mayores desafíos. El acceso a internet no es una excepción: en 2018, el 13% de la población del quintil I de ingresos estaba conectado, a diferencia del 61% de hogares del grupo de ingresos mayor que contaba con una suscripción al mismo servicio.
En el país está brecha se debe a que las tarifas de contrato de banda ancha fija o móvil representan un importante rubro para los quintiles bajos. En 2019, el gasto en conexión móvil y fija representaba cerca de 16% y 9%, respectivamente, del total de ingresos de las personas del quintil I. En el quintil 2 se reduce a 8% del total de ingresos para una suscripción a internet móvil y un 5% para conexión fija.
Gráfico 3
Velocidad promedio de descarga de banda ancha móvil y fija
Tabla 1
Funcionales según velocidad de descarga de banda ancha
En cuanto a la calidad, medida por la velocidad de descarga, entre 2018 y 2019 se mantiene estable en conexión móvil, mientras que con la velocidad promedio de descarga fija, se incrementa de 11,88 Mbp/s en abril de 2018 a 24,79 Mbp/s en noviembre de 2019. La velocidad de descarga es importante, porque con ello se facilita una mayor cantidad de actividades en línea como teletrabajo y la educación virtual, a más de las funciones básicas de navegación (Tabla 1).
TELETRABAJO: OPORTUNIDAD PARA UNOS POCOS
Antes de la pandemia, a nivel global, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculó que únicamente 7,9% de los trabajadores a nivel mundial trabajan permanentemente desde sus hogares.
Gráfico 4
Probabilidad de teletrabajar según país
En Ecuador, por la estructura del mercado laboral, con alto porcentaje de informalidad, la posibilidad de trabajar se reduce al 16% del total de los trabajadores, cifra que se ubica por debajo de la media de América Latina y el Caribe (21,3%). En la región, las personas de ingresos más bajos (quintil I) tienen 2% de probabilidades de teletrabajar, en contraposición con 71% de posibilidad de teletrabajar para un empleado del quintil de ingreso V. Sin embargo, la probabilidad de teletrabajar se distribuye de manera distinta según el sector de actividad.
Gráfico 5
Probabilidad de teletrabajar según actividad económica en América Latina y el Caribe
En el Gráfico 5 se aprecia la capacidad de respuesta de ciertos sectores para operar sus actividades de manera distante a las instalaciones físicas. Destaca la mayor probabilidad de teletrabajar para un empleado del sector de servicios profesionales, científicos y técnicos, educación y finanzas y seguros. Por otra parte, por el giro de negocios que demanda asistencia física, la manufactura, construcción, alojamiento y comida, agricultura y actividades afines tienen poco margen de maniobra haciendo uso del teletrabajo.
EDUCACIÓN DESDE CASA, OTRO UN GRAN RETO
Como mecanismo para evitar interrumpir clases, se optó por alternativas virtuales, para que los niños, niñas y adolescentes reciban educación desde sus hogares mediante el uso de plataformas de comunicación. El problema surge al analizar que en 2017 apenas 11% de los niños del quintil de menos ingresos tenía acceso a internet en el país. Para 2019 se estima que 70% (3,2 millones) de jóvenes no tiene acceso a internet.
Gráfico 6
Porcentaje de niños en hogares sin acceso a Internet, por quintil de ingreso en 2017
El acceso a conexión se incrementa de manera directa en cuanto al quintil de ingreso, sin embargo, es un problema evidente porque durante la pandemia, los niños que no pueden recibir educación a distancia simplemente dejan de estudiar, lo que traerá problemas a futuro. Mientras más se aplace el confinamiento, mayor será la divergencia entre las personas pobres y no pobres, en tanto al trabajo y a educación se refiere.
La tecnología en la coyuntura actual ha tenido un importante papel en cuanto a evitar una paralización total de las actividades cotidianas, no obstante, para ciertos sectores de la economía y las personas de ingresos bajos, la posibilidad de seguir trabajando o estudiando se dificulta.
La Cepal estima que mientras más duren las restricciones a la movilidad, las brechas se ampliarán en la sociedad latinoamericana; este es el dilema que implica la dualidad economía/ salud.
Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.
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Last modified on 2020-10-07