Con el aparecimiento del COVID 19, fruto de la interacción más cercana entre los seres humanos y las especies no domesticadas, se ha hecho más evidente que la conservación de la biodiversidad salvará a la humanidad. La biodiversidad está, en mucho, contenida y protegida por los ecosistemas naturales. Sin embargo, en los últimos 28 años, en el país se perdieron un poco más de 2 millones de hectáreas de bosques, es decir, más dos veces la provincia de Pichincha en una sola generación.
Según datos oficiales del Ministerio de Ambiente y Agua, se viene contabilizando la presencia de bosques y la deforestación desde 1990. Lastimosamente, los datos no son constantes, y se tienen únicamente de los siguientes años: 1990, 2000, 2008, 2014, 2016 y 2018. Con base en ello se presentan las cifras de este análisis.
En el caso del Ecuador, la mayor cantidad de bosques al 2018 se encuentran en la región amazónica y al norte de Esmeraldas. Es así que en las provincias de la Amazonia se encuentran las tres cuartas partes de los bosques del país y el 26% restante está entre la Costa, y en menor cantidad en la Sierra, en especial en los bosques de estribaciones de la cordillera (Gráfico 1).
Gráfico 1
Bosques en el Ecuador (hectáreas y porcentaje**)
Por lo tanto, lo que pase con las provincias amazónicas, las políticas y su ordenamiento territorial o el desarrollo de proyectos de minería o petróleo será fundamental para el mantenimiento de los bosques y su biodiversidad, sus servicios ambientales y también los pueblos indígenas que viven en ellos.
PASTAZA, LA QUE GUARDA MÁS BOSQUES
Al mirar los datos por provincia, la que posee más hectáreas de bosque es la provincia de Pastaza, que guarda 22% del total de bosques del país, seguida de Orellana, Morona Santiago, Sucumbíos y Napo. Esmeraldas, provincia costera, ocupa el sexto lugar, y alberga 6% del total de bosques del país. En cuanto a las provincias de la Sierra, las que tienen más bosques son Loja, que posee 3% del total, Pichincha y Carchi (Cuadro 1).
Cuadro 1
Hectáreas de bosque por provincia
Si se hace el análisis de bosque sobre la superficie de cada provincia, Pastaza sigue siendo la provincia que encabeza la lista. De la totalidad de su superficie, 94% es bosque. En orden le siguen Orellana, Sucumbíos, Morona Santiago, Napo y Zamora. Todas estas provincias son amazónicas. La siguiente provincia (la primera que no es de la Amazonia) es Esmeraldas, donde un poco más de 50% de su área sigue siendo bosque. La siguiente es de la Sierra: Carchi conserva el 42% de su superficie como bosque.
EN LOS RÍOS CASI NO HAY BOSQUES Y EN ESMERALDAS SE DEFORESTA MÁS
Por el contrario, podemos observar aquellas provincias que ya casi no tienen bosques en sus territorios. Los Ríos es la provincia que ha perdido casi la totalidad de sus bosques; Chimborazo y Santo Domingo de los Tsáchilas tienen menos del 10% de su área con bosques.
La evolución de la superficie de bosques por provincia se muestra en el Cuadro 2: la columna “% pérdida de bosque” muestra la diferencia entre el área de bosque que había en 1990 frente al área de bosque de 2018, es decir, el porcentaje en el cual el bosque ha disminuido en cada provincia. En este análisis, Los Ríos fue la provincia que redujo sus bosques en casi el 80%, seguida de Bolívar (60% de reducción), Santo Domingo de los Tsáchilas (49,1%), El Oro (45,5%) y Cañar (36%), todas estas cifras muy altas e insostenibles. De seguir la tendencia, en los próximos 20 o 30 años esas provincias perderán todos sus bosques.
Cuadro 2
Comparación de datos bosque 1990-2018
La diferencia de hectáreas entre el dato de 1990 y el dato de 2018 es interesante también, pues puede darse que una provincia tenía poco bosque y afectó a un alto porcentaje del mismo. Los datos del número de hectáreas de reducción de bosque ubican en primer lugar a la provincia de Esmeraldas, con 308.305 hectáreas, la provincia con mayor superficie deforestada del país. Le siguen Sucumbíos y Morona Santiago, con un poco más de 200 mil hectáreas cada una. En cuarto lugar aparece Manabí, con más de 164 mil hectáreas, sigue Orellana y Guayas. En esas seis provincias se ha generado la mitad de pérdida de bosques a nivel nacional en estos últimos casi 30 años.
El dato de reducción de área de bosque también se puede ver por cantón. Los cantones con mayores diferencias se presentan en el Cuadro 3.
Cuadro 3
Reducción de área de bosques por cantón
Quinindé es el cantón con mayor pérdida absoluta y relativa, pues perdió 62% de su cobertura boscosa. La diferencia del área de bosque en este periodo es abrumadora en estos cantones. 51 cantones perdieron más del 50% su bosque; 54 cantones perdieron entre 50 y 25%; 67 cantones perdieron entre 25% y 10% de sus bosques; 38 cantones perdieron entre 10% y 1%, y tan solo siete cantones tuvieron más bosque en 2018 que en 1990, pero en cantidades muy pequeñas.
Sin duda son malas noticias nacionales, que hablan de pérdidas que no se cuantifican en las cuentas nacionales o en el PIB. Todo lo contrario, si se extrae madera, esa cifra si aparecerá en las estadísticas nacionales, o si hay una catástrofe como un deslave, fruto de la deforestación, todo lo que se gaste en la construcción de la infraestructura o en la maquinaria para hacer obras nos hará crecer el PIB. Si en las áreas aledañas a un bosque que desapareció y que ya no tienen agua se debe hacer una represa o un trasvase, esas inversiones sumarán a nuestra riqueza nacional. Esas son algunas de las críticas que se hacen a las mediciones del PIB. No valora los servicios ambientales que nos brinda la naturaleza.
LA TENDENCIA DE LA DEFORESTACIÓN, A LA BAJA
Sin embargo, no todo son malas noticias. Las series de datos en estos años permiten visualizar que la tendencia de la deforestación está a la baja. Es decir, cada vez la deforestación anual se reduce. Hemos pasado de casi 130 mil hectáreas por año a un poco más de 82 mil hectáreas por año. Este dato se contrarresta con la regeneración, que se da tanto de manera activa -por la siembra de árboles-, como de manera pasiva -por la regeneración natural en áreas que ya no están siendo usadas para agricultura-. Es notorio que la regeneración también está disminuyendo en los últimos dos periodos de análisis (2014 a 2016 un promedio de 33.241 hectáreas y 2016 a 2018 el promedio bajó a 24.101 hectáreas) (Gráfico 2).
Gráfico 2
Deforestación versus regeneración (hectáreas)
LAS PEQUEÑAS DEFORESTACIONES GOLPEAN MÁS
En algunos países como Brasil, la soya o la ganadería están asociadas de manera directa con la deforestación e incluso últimamente a los incendios. En Indonesia la palma aceitera es señalada como la causante. En nuestro país, para la deforestación del periodo 2008-2014 se determinó que el cambio de bosque fue para pastos, en 65%; mosaico agropecuario, en 12%; otros cultivos, 10%; cacao 4%; maíz 3%, y palma aceitera 3%. La deforestación no se da actualmente en extensiones grandes sino pequeñas ampliaciones de suelos agrícolas en las unidades de producción y a costa del bosque. Sin embargo, la suma de esas pequeñas ampliaciones sigue dando cifras demasiado altas y no sostenibles.
En una encuesta realizada hace cinco años en una zona de deforestación de la provincia de Sucumbíos, al ser preguntados dos grupos sobre nuevas decisiones de uso del bosque, la preferencia de los colonos fue casi en 90% a favor de los pastos para ganadería mientras que para las familias indígenas cofanes de Duvuno, el café fue la primera opción y luego los pastos para ganadería, pero manteniendo un mayor equilibrio con otros cultivos como maíz, plátano, yuca y otros. Estas son dos formas de ver el uso de la tierra en una misma zona (Gráfico 3).
Gráfico 3
Decisiones de cambio de suelo
DOS TEMAS QUE PODRÍAN TENER IMPACTO
Existen dos temas no investigados aún y que podrían tener relación directa con la deforestación. Por un lado, los programas llamados de aprovechamiento forestal, que son autorizados por el Ministerio de Ambiente y Agua con el fin de sacar la madera de ciertas zonas. Al dejar a esas áreas sin las especies comerciales, con trochas o caminos para llegar a la misma y con muchas áreas sin vegetación o con vegetación en mal estado luego del proceso de extracción, son convertidas a otros usos por la pérdida de valor de las mismas.
En el año 2017, en Esmeraldas se autorizaron este tipo de acciones en 15.100 hectáreas; en Manabí en 8.500 has; en Orellana en 7.100; en Sucumbíos en 6.600. No se conoce el estado de las áreas posterior a la emisión de los permisos, pero personas conocedoras del tema afirman que esas hectáreas luego son transformadas a usos agrícolas porque las especies comerciales ya fueron cortadas. No queda ningún incentivo para seguir conservando esas áreas. No hay datos que comprueben esta hipótesis, y lastimosamente los datos de aprovechamiento forestal tienen muchos errores.
El otro tema es el crédito, ya que las instituciones financieras apoyan financieramente a actividades agrícolas, pero no se pregunta si las nuevas hectáreas de cultivos se harán ampliando la frontera agrícola. Solo Banecuador otorga créditos por casi $ 1.000 millones por año, y se constituye en una poderosa herramienta para financiar actividades en el campo. Sin embargo, no se monitorea si dichas actividades están apoyando actividades de deforestación. No es difícil que el crédito pueda estar sujeto, por ejemplo, a una condición como la no deforestación. Pequeños cambios que pueden marcar la diferencia.
ALEJAR LAS CARRETERAS DE LOS BOSQUES
Sobre la base de una investigación con datos de 2014, el 90% de la deforestación de la Amazonia ocurría a 10 km de las carreteras. La accesibilidad cambia o revoluciona el llamado “costo de oportunidad” de seguir conservando. Uno de los factores más importantes para que se dé el cambio de uso de suelo de bosque a otros usos es la accesibilidad.
Los bosques se mantienen donde no se puede acceder a ellos, y la construcción de vías aumenta de manera exponencial el costo de oportunidad de mantener con bosque la tierra. Hay pocos casos de áreas de bosque cercanos a carreteras. Algunos de ellos están ligados a proyectos turísticos y otros son territorios indígenas. Es el caso de la comunidad cofán de Dureno, rodeada de carreteras, pozos petroleros y muy cercana a Lago Agrio. Es una isla verde junto a zonas deforestadas y que seguirá siendo bosque por la decisión de la comunidad cofán.
Cada nueva vía que incursiona, en especial en la Amazonia, genera importantes e irreversibles cambios de uso de suelo. No existe ningún esfuerzo que pueda remediar dicho efecto. Para la Amazonia, en especial, se proponía que a nivel regional exista una moratoria de carreteras. Puede ser una propuesta muy descabellada para algunos. Lo cierto es que todas las carreteras aseguran que, en el corto, mediano y largo plazo, lo que esté en sus zonas aledañas cambiará. Lo que no aseguran las carreteras es mayor prosperidad, o todos los pueblos junto a carreteras deberían ser mejores en ingresos y bienestar humano.
¿QUÉ HACER PARA FRENAR LA DEFORESTACIÓN?
En un análisis a propósito de una propuesta de carretera en Perú, y calculando las externalidades del proyecto, ese país perdería más de $ 100 millones por hacer una carretera en una zona de la Amazonia. Si queremos la sostenibilidad se debe incorporar las externalidades. Todo proyecto implica una ganancia y una pérdida. Los Estados deberían generar mejores herramientas para la toma de decisiones. Los estudios de impacto ambiental han demostrado que sirven en especial para que se aprueben los proyectos, porque quienes pagan esos estudios son las empresas interesadas. Incorporar elementos como carbono neutralidad y compensaciones por la pérdida de biodiversidad, haría que muchos proyectos no sean viables, en especial los de minería.
Costa Rica está desde hace algunas décadas enfocando su economía en la sostenibilidad y un respeto absoluto de sus áreas protegidas. Ahora propone una economía con carbono neutralidad. Muchas instituciones y convenciones proponen ese concepto para avanzar hacia la lucha contra la crisis climática (porque el cambio climático ya lo estamos viviendo).
Europa propone cuidar su comercio exterior para “no importar deforestación”. El café, el chocolate, la soya o el aceite que ellos consumen e importan de países del sur no deberían ser responsables del aumento de la deforestación. Será, sin duda, la próxima barrera comercial, pero debemos leer esos mensajes de manera temprana para promover políticas dirigidas a esos conceptos.
Hace pocas semanas, Nordea (una empresa financiera) dejó de financiar a JBS, una empresa de cárnicos brasileña que estuvo relacionada con acciones de deforestación en la amazonia brasileña. El poder del consumidor es un derecho más que un concepto en el mercado europeo, influye en otros mercados como el de Estados Unidos, aunque algunos estados como California tienen ciertos protocolos o acuerdos que influyen positivamente a nivel mundial.
Hace pocos días, la Revista Semana Sostenible de Colombia publicó una entrevista a Marina Silva, exministra de Ambiente de Brasil, quien menciona que es posible detener la deforestación y que ella lo hizo en su país, reduciéndola en más de 80% en 10 años, logrado en mucho por liderar y poner de acuerdo a los ministerios proponiendo a la conservación y sostenibilidad por encima de las decisiones de inversiones. Sugiere una especie de Plan Marshall, con inversiones para el desarrollo sostenible y la conservación de los bosques, en especial de la cuenca amazónica.
Ser competitivos en un mercado mundial, con cientos de oferentes, con millones de demandantes, y con un mundo cada vez más cercano y accesible debe tomar en cuenta el concepto de carbono neutral, es decir, libre de deforestación para empezar. Europa está empeñada en no importar deforestación y en un sistema impositivo para los productos con alta huella de carbono. Para el Ecuador y muchos de sus productos agrícolas puede ser una oportunidad para posicionarse como un país con un esquema sostenible y libre de deforestación. Si tomamos en cuenta que la productividad de muchos productos está a la mitad o más de países vecinos, se debe incrementar la producción e ingresos por esa vía y no por el aumento de la cantidad de área dedicada a los cultivos.
(*) Juan Carlos González T.: economista de la PUCE con maestría en Planificación del Medioambiente en España. Fue gerente de Programa en PNUD, coordinador regional de Biodiversidad y Proyectos de Infraestructura en Andes del Norte en The Nature Conservancy. Consultor en temas de ambiente y economía.
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Last modified on 2020-11-10