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Autor: Camila Marcayata *

Los programas para el desarrollo infantil integral, en especial aquellos con mayor cobertura como son los Centros de Desarrollo Infantil y el proyecto Creciendo con Nuestros Hijos, deben ser impulsados y monitoreados debido a sus contribuciones en materia de desarrollo socioemocional y cognitivo, así como en la lucha contra la desnutrición crónica infantil. Dejarlos de lado acarrearía graves consecuencias para esa población.

Cada vez más se reconoce la interconexión entre familias, comunidades, lugares de trabajo y el Estado en torno a un interés común: asegurar el sano desarrollo de niños y niñas. Existe una demanda clara por parte de la sociedad al Gobierno para que asuma un compromiso real con el bienestar y la calidad de vida de los niños y niñas en la primera infancia. 

Por lo tanto, en el contexto de las próximas elecciones presidenciales en Ecuador, aquellos candidatos que prioricen políticas que promuevan el bienestar infantil y ofrezcan soluciones innovadoras para fortalecer el cuidado y la educación en la primera infancia, estarán en sintonía con las expectativas de la población y podrán generar un impacto significativo en el futuro del país.

LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA SON UNA VENTANA ÚNICA

La infancia inicial ejerce una influencia significativa en el futuro de un niño, tanto en su desarrollo cerebral como en su salud, felicidad, capacidad de aprendizaje escolar, bienestar e incluso en su potencial de ingresos en la edad adulta, puesto que el cerebro de un bebé tiene la capacidad de establecer más de un millón de nuevas conexiones neuronales por segundo, un ritmo que no se repite en etapas posteriores, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Por lo tanto, una buena alimentación, estímulos adecuados y atención afectiva son fundamentales para el desarrollo cerebral del bebé durante sus primeros 1.000 días de vida

De igual forma, Unicef explica que los recursos destinados a mejorar el desarrollo de los niños y niñas durante sus primeros años de vida no deben considerarse un costo, sino una inversión. Los estudios de costos y beneficios de las intervenciones tempranas demuestran que por cada dólar invertido en el desarrollo de los niños y niñas en esta etapa, se puede obtener un rendimiento promedio de 4 a 5 veces esa inversión, e incluso en algunos casos, aún mayor.

UNA LATENTE NECESIDAD DE PROGRAMAS DE DESARROLLO INFANTIL INTEGRAL 

Un informe detallado con base en la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018), concluye que los niños que viven en áreas rurales, en hogares con ingresos más bajos y cuyas madres tienen niveles educativos más bajos, se encuentran en entornos menos estimulantes, cálidos y emocionalmente seguros. Para 2018, apenas 4 de cada 10 niños o niñas en el área rural tenían juguetes que ayudaban en su estímulo temprano o libros infantiles (Gráfico 1).  En consecuencia, tienen menos oportunidades de juego y aprendizaje en el hogar y, como resultado, presentan niveles más bajos de desarrollo infantil.

Gráfico 1

Porcentaje de niños que cuentan con juguetes y libros infantiles en 2018

De igual forma, la investigación realizada por la Sede del Programa Mundial de Alimentos en Roma muestra que, utilizando datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV 2014), la mayoría de la población ecuatoriana tendría acceso económico a una dieta adecuada solo en términos de energía, más no en nutrición. Se observaron desigualdades en el acceso económico según la zona geográfica, puesto que el porcentaje de hogares sin acceso económico a una dieta nutritiva fue mayor en las áreas rurales en comparación con las áreas urbanas (Gráfico 2).

Gráfico 2

Porcentaje de hogares que no tienen acceso económico a la dieta energética y la dieta nutritiva 

El panorama es crítico. Por ese motivo, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), a través de la Subsecretaría de Desarrollo Infantil Integral (SDII), implementa programas de desarrollo integral infantil en todo el país. Estos programas están dirigidos a mujeres embarazadas y a niños y niñas de 0 a 36 meses, así como a sus familias. Se prioriza la atención a la población infantil que se encuentra en situación de pobreza, pobreza extrema y/o vulnerabilidad.

Existen varias modalidades a nivel nacional, siendo Creciendo con Nuestros Hijos (CNH) la que posee mayor cobertura con el 65,51%, seguida de Centros de Desarrollo Infantil (CDI) Convenios, con una participación del 24,71% (Gráfico 3). Dicha modalidad es administrada por Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), organizaciones religiosas y organizaciones de la sociedad civil, con quienes el MIES suscribe convenios.

Gráfico 3

Cobertura del servicio de Desarrollo Infantil Integral a mayo 2023

Por un lado, CNH es una modalidad inclusiva e intercultural que brinda atención a niñas, así como a sus familias y mujeres gestantes, implementada mediante acciones de consejería familiar, tanto individual como grupal, con seguimiento familiar. La atención individual se brinda semanalmente durante 1 hora, mientras que las sesiones grupales se llevan a cabo una vez por semana durante 1 hora y 30 minutos.

Mientras que los CDI son unidades de atención internas administradas por entidades públicas o privadas, que dan atención los 5 días a la semana, con una duración de 6 a 8 horas diarias. Según el MIES, se realizan actividades de juego y aprendizaje organizadas en la jornada diaria, con 4 tiempos de alimentación, práctica de hábitos de higiene, descanso, seguimiento al control de salud y al estado nutricional

EL ALCANCE DE LOS CENTROS DE DESARROLLO INFANTIL

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) menciona que dentro de los programas más efectivos en torno al desarrollo infantil se encuentran los CDI, pues no solo fomentan el desarrollo y las habilidades de los niños, sino que también desempeñan un papel importante como espacios de protección social. nh

Además de brindar oportunidades de aprendizaje, estos centros suelen ofrecer servicios de salud, apoyo emocional, y alimentación. También permiten a las madres dedicar tiempo al trabajo fuera del hogar, lo que contribuye al ingreso familiar y aumenta la participación laboral de las mujeres. Estos factores son esenciales para romper el ciclo de la pobreza al proporcionar un entorno seguro y divertido donde los niños reciben estimulación, aprendizaje y una adecuada nutrición, preparándolos para su educación primaria. 

Precisamente, en un estudio único en su tipo, los economistas Martina Alvarado y Nicolás Acosta midieron los efectos de los CDI entre 2016 y 2018 en Quito, arrojando valiosos resultados, significativos estadísticamente. Separaron a niños y niñas por grupos de edades y en cada uno de ellos se consideró el tiempo que llevaban en los CDI. De esa manera, se evidenció que los CDI tienen un impacto en el desarrollo cognitivo y socioemocional a medida que aumentaba el tiempo de exposición al programa. Es decir, aquellos niños y niñas que pasaron mayor tiempo en los CDI tuvieron una considerable mejora en las siguientes habilidades:

  • Interacción social
  • Establecimiento de relaciones de comparación, agrupación y orden
  • Uso de lenguaje verbal y no verbal para expresar sus necesidades, emociones e ideas
  • Coordinación, relajación, eficiencia motora y disociación de movimientos

Sin embargo, según la Ensanut 2018, la asistencia a centros de desarrollo infantil es limitada, con solo el 17,4% de los niños menores de cinco años matriculados en algún tipo de centro, ya sea público, privado, religioso o gestionado por organizaciones sin fines de lucro. Esta proporción aumenta a medida que los niños crecen: solo el 14,1% de los niños de 12 a 23 meses están inscritos en un centro de desarrollo, en comparación con el 25% de los niños de 24 a 35 meses y el 22,4% de los niños de 36 a 59 meses, pese a sobrepasar la edad de 3 años. 

Actualmente, según estadísticas del MIES, prepandemia se tenía casi 2.000 unidades de CDI disponibles y 80.000 usuarios aproximadamente. No obstante, el inicio de la crisis sanitaria provocó una disminución en la disponibilidad de CDI en 11,32% entre marzo y abril del 2020 (Gráfico 4). 

Gráfico 4

Unidades de CDI (directos y con convenios)

Empero, el verdadero impacto que sufrió el sistema de desarrollo infantil integral en Ecuador va más allá del número de unidades de CDI. El verdadero problema fue el confinamiento, limitando o eliminando la asistencia presencial por parte de niños/as a dichos centros. De manera que, como explica la UNICEF, padres, madres y cuidadores principales de niños pequeños se vieron obligados a asumir todas las responsabilidades de cuidado, desarrollo y apoyo en el aprendizaje, al mismo tiempo que siguen trabajando fuera de casa o de forma remota para mantener sus medios de vida, aumentando tensiones significativas dentro de los hogares. A la fecha, no se tiene contabilizadas las consecuencias resultantes por parte del MIES ni ninguna otra entidad. 

COMBATIR LA DESNUTRICIÓN CRÓNICA ES EL PRINCIPAL OBJETIVO DEL PROGRAMA CNH

La malnutrición acarrea repercusiones adversas en el crecimiento y en las habilidades cognitivas, las cuales pueden perdurar a lo largo de toda la vida. Se trata principalmente de un problema frecuente en las poblaciones empobrecidas, donde los niños que viven pueden enfrentar dificultades debido a la escasez de alimentos y recursos de higiene, lo cual puede resultar en infecciones y enfermedades. 

En específico, con base en las estadísticas más actualizadas, en Ecuador la desnutrición crónica infantil (DCI) en niños menores de 5 años se ha reducido, pasando de 29% en 2004 al 26% en 2018. No obstante, la realidad para niños menores de 2 años es muy distinta, puesto que entre 2004 y 2018 la DCI tuvo un incremento de 6 puntos porcentuales, llegando a ser 27,2% (Gráfico 5)

Gráfico 5

Desnutrición crónica infantil

Pese a los esfuerzos realizados, el MIES reporta que la tasa de prevalencia de la DCI en los niños y niñas que asisten a los CDI es una de las más altas, alcanzando el 33,5%. Esta cifra es similar a la de los niños y niñas que asisten a guarderías administradas por otras instituciones públicas (33,6%) o iglesias (33,1%). Por ese motivo, el principal objetivo de la modalidad CNH es incrementar la eficacia de las medidas dirigidas a combatir la desnutrición. 

En concordancia son su población objetivo, se ha registrado que la presencia del CNH es mayor en áreas rurales, con un valor de 27,4% para niños menores de 3 años, en comparación con el 16,2% en zonas urbanas, según cifras de la Ensanut 2018. Sin embargo, es importante ver que menos de 3 de cada 10 niños/as menores de 3 años tienen acceso a esta modalidad de desarrollo infantil integral. Además, el porcentaje de niños beneficiarios de CNH varía según la edad, aumentando del 13,8% para los niños menores de 12 meses al 23,5% para aquellos de 12 a 35 meses. Aunque el programa se dirige a niños hasta los 36 meses, el 10,0% de los niños de 36 a 59 meses informan seguir recibiendo atención. 

Al igual que en el caso de los CDI, en un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Unicef, se explica que debido a la covid-19, se tuvieron que suspender las visitas domiciliarias del CNH y se implementaron servicios a distancia, sin éxito. Como resultado, las tasas de asistencia de la población objetivo a los servicios de desarrollo infantil empeoraron durante la pandemia. Por su parte, el MIES registra una cifra de 192.246 usuarios en mayo 2023, número que ha venido disminuyendo desde prepandemia. Mientras que se ha visto un estancamiento en el número de unidades, llegando a ser 4.761 en mayo del presente año (Gráfico 5).

Gráfico 5

Unidades de CNH

Según el último reporte mensual del MIES, para enero 2023 se puede evidenciar las diferencias entre la asistencia real versus la microplanificación, en este sentido, es importante indicar que los reportes muestran una diferencia significativa tanto en CDI como en CNH (-23.028 y -17.740 usuarios, respectivamente).

En otras palabras, el número esperado de niños y niñas menores de 3 años que podrían asistir a CDI o CNH es menor que el real. Ante esto, se complica llegar a la meta establecida en el informe de la OIT donde se realizó estimaciones acerca del acceso universal de la población de 0 a 3 años a servicios de cuidado, dando como resultado que para 2030 se logre un acceso del 100%, por lo tanto, se requeriría un crecimiento de la cobertura a una tasa anual del 8,5%. 

Bajo este panorama, la tarea para el próximo gobierno de turno será identificar las razones actuales de la baja asistencia a Centros de Desarrollo Infantil (CDI), al igual que para la modalidad de Creciendo con Nuestros Hijos (CNH). En especial, asegurar la calidad medida mediante factores estructurales como la infraestructura, los salarios, la formación educativa del personal y el coeficiente de atención. El coeficiente de atención se refiere al número de niños a cargo de cada adulto encargado de su cuidado en el centro. Del mismo modo, encontrar mecanismos que midan y evidencien la reducción de desnutrición infantil crónica

 (*) Elaborado por Camila Marcayata, analista económica Revista Gestión.

 

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Last modified on 2023-06-29

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